Un estudio reciente ha arrojado luz sobre un problema alarmante que podría estar afectando a decenas de millones de personas en Estados Unidos: los medicamentos recetados, en particular el Adderall, que se utilizan comúnmente para tratar el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Este fármaco, que durante años se ha considerado seguro y efectivo, ahora se identifica como un potencial desencadenante de episodios psíquicos severos, incluida la psicosis y la manía, especialmente cuando se toman en dosis altas. Los datos obtenidos por investigadores de Mass General Brigham han revelado que las personas que usan Adderall o medicamentos similares presentan un riesgo de psicosis o manía más de un 60% mayor que aquellos que no consumen estos medicamentos. Lo más preocupante es que quienes consumen dosis máximas del fármaco, recomendadas por la FDA, tienen una probabilidad de desarrollar estos trastornos hasta cinco veces mayor. Este hallazgo resalta la necesidad urgente de reconsiderar la forma en que se prescriben y administran estos medicamentos.
El Adderall, un estimulante del sistema nervioso central, se prescribe a aproximadamente uno de cada ocho estadounidenses, con cifras que indican que la cantidad de recetas ha aumentado significativamente en la última década. Los efectos del fármaco, que se asemejan a los de las anfetaminas o incluso al "speed", actúan aumentando los niveles de dopamina en el cerebro. Aunque esto puede ayudar a mejorar la concentración y la atención, también se ha vinculado a efectos adversos graves, como alucinaciones, delirios y paranoia. El estudio analizó a cerca de 4,000 individuos entre los 16 y 35 años que habían sido admitidos en el Hospital McLean. De estos, se identificaron 1,374 casos de psicosis o manía de primera vez, en comparación con 2,748 pacientes de control con hospitalizaciones psiquiátricas por otros trastornos como la depresión o la ansiedad.
El análisis reveló que aquellos que habían estado expuestos a cualquier tipo de anfetamina de prescripción tenían un riesgo del 63% de desarrollar psicosis. Este riesgo aumentó al 81% en aquellos que consumieron dosis altas, lo que subraya la seriedad del problema. La investigación propone que, si los pacientes en riesgo hubiesen evitado las altas dosis de amphetamina, se podrían haber prevenido hasta el 80% de los casos de psicosis y manía identificados. La manía, que a menudo se asocia con el trastorno bipolar, puede causar a las personas un amplio rango de experiencias extremas, desde elevaciones de humor y energía excesiva hasta comportamientos impulsivos y agresivos. Estos episodios pueden llevar a consecuencias devastadoras si no se tratan adecuadamente.
Un caso trágico que ilustra el impacto de estos medicamentos es el de Elijah Hanson, un joven de 21 años que fue encontrado muerto en su hogar tras haber recibido una prescripción de Adderall de la plataforma de telemedicina Cerebral. Aunque Elijah había estado lidiando con problemas de salud mental, su familia sostiene que el Adderall desempeñó un papel crucial en su deterioro y eventual suicidio. La nueva realidad impuesta por la pandemia de COVID-19 ha cambiado drásticamente el acceso a esos medicamentos. Antes de la crisis sanitaria, era necesario tener consultas en persona para obtener recetas de Adderall, pero la rápida expansión del telemedicina permitió que muchos pacientes recibieran medicamentos sin una evaluación exhaustiva. Este cambio, aunque beneficioso en muchos aspectos, ha abierto la puerta a prácticas poco éticas y a la sobredosificación.
A pesar de que el Adderall es uno de los medicamentos más comunes para el TDAH en Estados Unidos, existen alternativas, como el metilfenidato (Ritalin) y la lisdexamfetamina (Vyvanse), que, según algunos estudios, presentan un riesgo menor para usuarios con antecedentes de problemas psiquiátricos. Sin embargo, el aumento de prescripciones ha suscitado preocupaciones sobre si los médicos están sobrediagnosticando el TDAH o si los fármacos se están utilizando de forma inapropiada como "ayudas" para mejorar el rendimiento académico o laboral. Los especialistas sugieren que, dado que hay evidencia limitada de que una mayor dosis de anfetaminas resuelva efectivamente los síntomas del TDAH, se debería estar más alerta al prescribir estas sustancias, particularmente a pacientes con riesgo de psicosis o manía. La comunicación efectiva entre pacientes y médicos es vital para garantizar un tratamiento seguro y eficaz. Además, las campañas de concienciación son esenciales para educar tanto a médicos como a pacientes sobre los riesgos asociados a estos medicamentos.
Es importante que los pacientes comprendan no solo los beneficios, sino también los peligros que pueden estar presente con el uso de estimulantes. Por otro lado, la comunidad médica y las agencias reguladoras deben trabajar unidas para desarrollar y aplicar políticas que controlen la prescripción y el uso de estos fármacos. La formación continua de los médicos en relación con los riesgos de la medicación y alternativas de tratamiento podría reducir el número de prescripciones innecesarias. La situación plantea un debate crucial sobre el equilibrio entre el tratamiento de trastornos mentales y la salud pública. A medida que la evidencia sobre los peligros del uso indebido de estas sustancias se acumula, se hace más evidente la necesidad de una revisión profunda de cómo se gestionan los problemas psiquiátricos modernos.