La senadora Fatima Payman, un rostro cada vez más visible en la política australiana, ha sido objeto de una intensa crítica en las redes sociales tras ser acusada de silenciarse sobre la opresión de las mujeres bajo el régimen talibán en Afganistán. Este cuestionamiento viene de un sector que sostiene que su activismo, casi exclusivo, se centra en el conflicto entre Israel y Hamas, mientras ignora situaciones críticas en su país de origen, donde las mujeres sufren severas restricciones bajo la ley talibán. Payman, quien representa a Australia Occidental como senadora independiente, dejó el Partido Laborista en julio de 2024, expresando “diferencias irreconciliables” respecto a la postura del gobierno de Anthony Albanese sobre el conflicto en Gaza. En su salida, hizo hincapié en la necesidad de no permanecer en silencio mientras se cometen atrocidades contra inocentes. "Mi familia no huyó de un país en guerra para que yo guarde silencio ante la injusticia", dijo en su declaración.
Desde entonces, ha utilizado sus plataformas en redes sociales para protestar enérgicamente contra la violencia en Gaza, donde la escalada de ataques ha planteado preocupaciones sobre la seguridad de civiles, en especial mujeres y niños. Sin embargo, su enfoque selectivo ha generado controversia. Críticos como el activista político Drew Pavlou han señalado que, a pesar de su voz poderosa sobre la situación en Gaza, Payman no ha hecho declaraciones significativas sobre la opresión de las mujeres en Afganistán, un tema que al parecer le es muy personal, dado que ella misma es una refugiada afgana. Las redes sociales se han convertido en un campo de batalla donde se cuestiona la autenticidad de su activismo. Con las fuertes críticas que han circulado, Pavlou expresó en su cuenta de X (anteriormente Twitter), "Es extraño que la senadora Payman, que es de Afganistán, no haya emitido una sola declaración tras la prohibición del sonido de las voces de mujeres en público por parte del Talibán".
El comentario se refiere a las recientes restricciones en Afganistán donde el régimen talibán ha prohibido que las mujeres canten, reciten poesía o lean en voz alta, argumentando que sus voces son una parte “intima” de su ser. Ante este trasfondo, la falta de respuesta de Payman plantea interrogantes sobre su compromiso con la defensa de los derechos de las mujeres en todas partes, no solo en contextos donde la atención mediática es más favorable. No obstante, no se puede olvidar que la senadora ha abordado estas cuestiones en el pasado. En varias ocasiones ha hecho hincapié en el sufrimiento de las mujeres en Afganistán durante sus intervenciones en el Senado, señalando cómo las vida de las niñas han sido arruinadas por la falta de acceso a la educación, contraviniendo las leyes islámicas e internacionales. Por ejemplo, en un discurso del año pasado, la senadora Payman citó los graves problemas de violencia basada en género, indicando que debía existir un compromiso global para abordar la injusticia que enfrentan las mujeres en el mundo, incluidos los horrores a los que han sido sometidas en Gaza y Afganistán.
Múltiples voces se han alzado en defensa de Payman, argumentando que las acciones de un político no pueden ser evaluadas únicamente a través de los prismas de las redes sociales. Sus seguidores han apuntado que la complejidad del contexto político podría ser una razón para que no se manifieste sobre cada situación de una manera que es esperada por algunos sectores. La verdadera política es, a menudo, más que lo que se ve en las plataformas mediáticas, ya que se deben considerar múltiples factores, desde estrategias legislativas hasta las implicaciones diplomáticas de cada declaración pública que un político haga. Mientras tanto, la discusión en torno a la doble vara de medir en la crítica social de Payman continúa. Existe un grupo considerables de personas que reconocen el valor de su activismo, sosteniendo que no debe ser condenada por sus prioridades.
Sin embargo, otros argumentan que un verdadero defensor de los derechos humanos debe ser imparcial y abordar cada violación de derechos, independientemente de su ubicación geográfica o contexto político. La senadora Payman, quien ha manifestado abiertamente su apoyo a la causa palestina, sigue siendo una de las primeras voces en la política australiana en condenar la violencia hacia los civiles en Gaza. Su historia personal como refugiada afganan podría haberla sensibilizado a las violaciones en ese contexto, pero su silencio sobre la situación talibana ha deixado a muchos decepcionados. La inquietud de los detractores es que una atención desproporcionada a un conflicto en particular puede opacar o minimizar los problemas sistémicos que viven otros grupos vulnerables, como las mujeres bajo el régimen talibán. A medida que las críticas se intensifican, es probable que Payman enfrente una encrucijada política.
¿Debería responder a cada ataque en redes sociales, abrumada por comentarios sobre su activismo? ¿O continúa enfocándose en los temas que siente más cercanos a su corazón? En el mundo de la política moderna, donde la imagen lo es prácticamente todo, estas decisiones serán clave para formular la percepción pública de su figura como política y activista. La figura de Fatima Payman es emblemática de un nuevo tipo de política donde la identidad y las experiencias personales juegan un papel crucial en la formación de opiniones y posturas. Sin embargo, la controversia que la rodea también destaca la expectativa social de los políticos para pronunciarse sobre múltiples problemas, reflejando la complejidad del activismo en la era de las redes sociales. Ante la presión directa de sus críticos, la senadora deberá equilibrar sus respuestas y estrategias para sobrevivir a las incertidumbres de la política contemporánea. En conclusión, el escándalo alrededor de Fatima Payman invita a los observadores a reflexionar sobre el papel de los políticos como activistas, la naturaleza del activismo en redes sociales, y la difícil tarea de mantenerse fiel a las convicciones personales mientras se navega por un terreno político muchas veces espinoso.
Mientras ella continúa su trabajo, el mundo estará observando para ver si puede encontrar la manera de articular su lucha en más de un frente.