El software de código abierto, conocido mundialmente como Open Source, ha consolidado su lugar como un pilar fundamental en la infraestructura tecnológica de empresas y organizaciones en casi todos los sectores. En 2025, su adopción es casi universal: un impresionante 96% de las organizaciones emplean al menos alguna forma de software libre en sus operaciones. Sin embargo, a pesar de esta penetración masiva, el panorama es mucho más complejo y menos alentador de lo que podría parecer en una primera lectura optimista. Los motivos detrás del auge del Open Source estarían claramente ligados a la reducción de costos, un factor muy atractivo en tiempos donde la eficiencia y la optimización financiera son prioritarias. Además, la adopción de tecnologías complementarias como la nube, los contenedores y las soluciones de big data ha impulsado aún más el uso de software libre.
No obstante, lo que se ha encontrado es que esta adopción acelerada no siempre viene acompañada de una estrategia sólida ni de los recursos adecuados para mantener y evolucionar estas herramientas de manera sostenible. Un ejemplo claro de esta problemática es la persistente dependencia de muchas organizaciones en sistemas operativos como CentOS, cuya versión Linux ha quedado oficialmente fuera de soporte. Más de una cuarta parte de las empresas encuestadas todavía lo utilizan, y casi el 40% de las grandes corporaciones confían en esta plataforma obsoleta. Este dato resulta alarmante porque revela no sólo una dificultad técnica sino también organizativa. La respuesta más común al plan para la migración hacia alternativas vigentes fue la incertidumbre, con un 25% de los usuarios declarando simplemente "No lo sé".
La falta de habilidades especializadas aparece como la principal causa para esta situación. El 75% de los que aún usan CentOS reconocen que no cuentan con el talento o la capacitación necesaria para gestionar la transición. Esta carencia representa un desafío crítico, ya que sitúa a muchas empresas en una posición vulnerable respecto a la seguridad, estabilidad y cumplimiento normativo. El reto no se limita a sistemas operativos. También queda patente en el entorno de desarrollo de aplicaciones.
Por ejemplo, cerca del 53% de los encuestados construyen sus aplicaciones usando JavaScript como lenguaje principal, y un porcentaje significativo de ellos continúa utilizando frameworks anticuados como Angular.js (la versión 1), que ya fue declarada obsoleta desde 2022. Esto implica que una parte sustancial del ecosistema de desarrollo está construyendo sobre bases tecnológicas fuera de soporte, lo cual genera riesgos elevados y dificulta la modernización de sistemas. Las organizaciones enfrentan una paradoja interesante: aunque desean reducir la dependencia de proveedores, buscar estándares abiertos y una estabilidad a largo plazo, al final terminan atrapadas en tecnologías que no pueden actualizar ni mantener fácilmente. Esta situación genera un virtuoso círculo vicioso donde el ahorro inicial se ve erosionado por los costos de capacitación, soporte externo y los riesgos asociados a la exposición de sistemas antiguos.
Además, el informe destaca la complejidad en la gestión de proveedores. Más de un 25% de las organizaciones colabora con más de veinte proveedores diferentes para manejar su ecosistema tecnológico abierto. Esta fragmentación complica aún más la actualización constante y la seguridad, puesto que la coordinación entre tantos actores es un desafío logístico y técnico considerable. En el ámbito del big data, un componente clave en la transformación digital, la confianza no es precisamente alta. Un 47% de los usuarios de soluciones de big data expresan baja confianza en la eficacia o resultados de estas implementaciones, lo que sugiere que mucho de este despliegue tecnológico aún está en fase experimental o no consigue los objetivos esperados.
Por otra parte, los grandes proveedores como Red Hat han generado controversia en la comunidad al discontinuar proyectos populares como CentOS Linux, obligando a muchos a reconsiderar sus estrategias. No se observa una migración masiva hacia distribuciones alternativas como AlmaLinux, Rocky Linux o CentOS Stream, lo que indica que el cambio en el ecosistema no es ni rápido ni homogéneo. Desde un punto de vista de seguridad, la falta de conocimiento o preparación para actuar frente a incidentes es alarmante. Cerca del 30% de los encuestados no sabe cómo responder si su sistema es atacado, y un 15% solo buscaría a un proveedor en esa situación, algo que puede ser poco efectivo si no existe una relación sólida o soporte inmediato. Esta realidad obliga a los departamentos de TI a repensar sus estrategias.
La modernización y el mantenimiento de infraestructuras basadas en software libre requieren inversión en talento, capacitación y soporte profesional. La idea de que el código abierto es “gratis” o que siempre reducirá costos se muestra simplista y desconectada de la realidad operativa. Por otra parte, las razones que impulsan el uso de software libre también reflejan aspiraciones o mitos aún no completamente alcanzados. La reducción de la dependencia de proveedores externos, el compromiso con estándares abiertos, la interoperabilidad y la búsqueda de estabilidad a largo plazo son motivadores válidos, pero los resultados no siempre los acompañan. La complejidad inherente a la modernización de la pila tecnológica, unida a la rápida obsolescencia de tecnologías y frameworks, crea una masa de código y sistemas envejecidos que se vuelven casi impenetrables.
La combinación de sistemas operativos fuera de soporte, frameworks JavaScript antiguos y la dificultad para encontrar talento especializado configuran un verdadero problema para las empresas. Sin embargo, el informe también refleja una oportunidad. La necesidad de adaptarse y evolucionar puede impulsar una nueva ola de innovación en herramientas, capacitación y gestión de entornos abiertos. La colaboración entre comunidades, fundaciones y proveedores podría enfocarse más en resolver los problemas críticos de actualización, seguridad y soporte a largo plazo. La inversión en formación técnica es esencial para crear equipos capaces de gestionar y modernizar las infraestructuras.