HURACÁN HELENE: VIENTOS IMPACTAN CANCÚN Y PREPARATIVOS EN LA COSTA El 25 de septiembre de 2024, la tarde en Cancún se vio interrumpida por la inminente llegada del Huracán Helene, que en las primeras horas del día fue actualizado por el Centro Nacional de Huracanes (NHC) como una tormenta tropical que rápidamente había alcanzado la categoría 1. Este fenómeno meteorológico, que se estableció aproximadamente a 85 millas al norte-noreste de Cozumel, trajo consigo vientos sostenidos de hasta 80 mph, lo que generó preocupación entre los residentes y turistas que se encontraban en la zona. El ambiente en Cancún, conocido por ser un paraíso turístico, comenzaba a cambiar. A medida que las nubes grises se acumulaban en el horizonte y vientos huracanados empezaron a soplar, la ciudad se preparaba para enfrentar el impacto del huracán. Tiendas y restaurantes comenzaron a cerrar sus puertas, mientras que los habitantes seguían las recomendaciones de las autoridades para garantizar su seguridad.
Un tweet de una usuaria de la plataforma X, @Archiduquesaa, captó la atención de muchos: ella compartió un video filmado en Avenida Tulum, uno de los lugares más icónicos de la ciudad. En su mensaje, comentó que aunque inicialmente se pensó que Helene pasaría por el Canal de Yucatán, el huracán había cambiado ligeramente su trayectoria y ahora afectaba directamente a Cancún. “No esperaba que se acercara tanto,” escribió, reflejando el nerviosismo que muchos sentían en ese momento. Con el huracán en ruta al Golfo de México y con pronósticos que indicaban un posible fortalecimiento antes de tocar tierra en el Panhandle de Florida, la atención de los meteorólogos se centraba en Cancún y sus alrededores. Pequeñas comunidades a lo largo de la costa estaban en alerta máxima, esperando lo peor pero deseando lo mejor.
Los hoteles, que normalmente bulliciosos de turistas, estaban ahora en silencio, medida de la impredicibilidad de la naturaleza. Mientras tanto, las calles de Cancún comenzaron a vaciarse. Turistas, que originalmente llegaron para disfrutar de las playas de arena blanca y las aguas cristalinas del Caribe, se sumaron a la fila de automóviles en busca de refugio seguro. Grupos familiares y parejas se apresuraban a encontrar dónde pasar la próxima noche, lejos del peligro que representaba Helene. Las autoridades locales y estatales estaban en plena coordinación.
Los centros de evacuación se habilitaron rápidamente, y los medios de comunicación no tardaron en transmitir información sobre rutas de escape y recomendaciones para aquellos que aún se encontraban en riesgo. "La seguridad de todos es lo más importante", declaró un portavoz del gobierno. "Estamos trabajando directamente con la comunidad para garantizar que nadie se quede atrás". A medida que las horas avanzaban, el huracán empezó a acercarse. Los reportes en vivo de los periodistas presentes en la zona acompañaban a los ciudadanos, que miraban con atención el avance de la tormenta.
El sonido del viento comenzaba a intensificarse, arrastrando hojas y pequeños objetos de las calles. En las redes sociales, las imágenes del clima se compartían rápidamente, advirtiendo a otros sobre la llegada inminente de Helene. El impacto del huracán no era solo un fenómeno meteorológico; también despertaba discusiones sobre la resiliencia de Cancún ante estos desastres naturales. Años atrás, la ciudad había enfrentado otros huracanes que habían dejado huellas profundas en la infraestructura y la economía local. Sin embargo, gracias a la experiencia y a los aprendizajes adquiridos, las medidas de prevención habían mejorado notablemente.
La construcción de edificios a prueba de huracanes y la implementación de sistemas de alerta temprana eran parte de una respuesta integral para salvaguardar tanto a residentes como a visitantes. La mañana del 26 de septiembre llegó con un silencio inquietante. Las ráfagas de viento continuaban, pero anticipaban la llegada del ojo del huracán. Muchos habitantes se encontraban en sus refugios temporales, esperando que la tormenta no causara demasiados estragos. Entre tanto, las autoridades comenzaron a evaluar los daños antes de la llegada del día.
En las redes, varios usuarios compartían su preocupación por la posibilidad de daños no solo en la propiedad, sino también en la belleza natural que hace de Cancún un destino incomparable. A medida que el día avanzaba, los reportes informaban sobre diversas áreas de Cancún que habían experimentado cortes de energía y daños en algunas estructuras. Las primeras imágenes que comenzaron a circular mostraban árboles caídos y algunos daños en fachadas de edificios, aunque las cifras oficiales aún se estaban recopilando. Sin embargo, lo más alarmante era un aumento en las olas, que llegaban con mayor fuerza a las costas, poniendo en riesgo no solo la infraestructura sino también la vida marina. Con el paso de las horas y a medida que la tormenta comenzaba a debilitarse, la comunidad de Cancún se preparaba para el siguiente paso: la recuperación.
La clave sería evaluar el daño, restablecer servicios básicos y asegurar que todos estuvieran a salvo. “Estamos unidos y somos fuertes”, eran las palabras que resonaban entre la comunidad, ofreciendo un rayo de esperanza en medio del caos. Los servicios de emergencia inmediatamente se pusieron en marcha, y grupos de voluntarios comenzaron a organizarse para ayudar con la limpieza y las reparaciones necesarias. La resiliencia de los Cancunenses empezaba a brillar más que nunca, demostrando que, aunque afectadas, las comunidades pueden unirse para reconstruir y adaptarse a los desafíos que se presentan. Mientras tanto, el turismo, que es una de las principales fuentes de ingreso de la región, aguardaba el momento de regresar, con la certeza de que Cancún, una vez más, se levantaría de esta prueba.
Los turistas que se encontraban atrapados en la tormenta comenzaron a regresar a la normalidad, listos para reprogramar sus viajes y disfrutar de las maravillas que la ciudad tenía para ofrecer tan pronto como la situación lo permitiera. Hurricane Helene había dejado su huella, pero también había revelado un espíritu comunitario inquebrantable que caracteriza a Cancún. Al final del día, la mezcla de esperanza, solidaridad y fortaleza sería el camino hacia la recuperación tras el embate de la naturaleza.