Harbour Energy, el mayor productor de petróleo y gas en el Mar del Norte británico, ha confirmado una reducción considerable en su fuerza laboral en su unidad de Aberdeen, con la pérdida de aproximadamente 250 puestos de trabajo. Este anuncio ha generado preocupación no solo en la comunidad local sino también en todo el sector energético del Reino Unido, al evidenciar los profundos retos que enfrenta la industria petrolera en la región. La decisión de la empresa, motivada principalmente por la disminución de las inversiones, responde a lo que la dirección de Harbour Energy ha descrito como una política gubernamental poco favorable y un entorno regulatorio cada vez más desafiante. Scott Barr, director gerente de la compañía para el Reino Unido, ha señalado que esta revisión de personal es lamentablemente necesaria para alinear los niveles de trabajo con las bajas inversiones, en particular señalando la presión fiscal impuesta por el gobierno y la rigidez del marco regulatorio actual. El contexto económico y político en el Reino Unido refleja una orientación clara hacia la transición energética y el fomento de las energías renovables, lo que ha tenido como consecuencia directa un incremento en los impuestos que afectan al sector de los combustibles fósiles.
En octubre del 2024, el gobierno aumentó la tasa del impuesto extraordinario a las ganancias, conocido como Energy Profits Levy o tasa sobre los beneficios energéticos, hasta el 38%, sumando un impuesto total del 78%, uno de los más altos a nivel mundial. Esta medida busca financiar los ambiciosos proyectos de energía renovable y cumplir con los compromisos climáticos nacionales, pero ha causado una reacción adversa entre los productores del Mar del Norte, que han comenzado a desinvertir, consolidar operaciones y buscar oportunidades en mercados más favorables en el extranjero. Harbour Energy sufrió un resultado financiero negativo en 2024, con pérdidas contabilizadas por £93 millones tras haber reportado un beneficio neto de £45 millones en 2023. La magnitud del cambio financiero refleja el impacto de las políticas fiscales más estrictas y la incertidumbre regulatoria sobre la inversión y, por ende, sobre la estabilidad del empleo en el sector. El caso de Harbour Energy no es aislado; recientemente, Petroineos cesó las operaciones de procesamiento de crudo en la Refinería de Grangemouth, otro reflejo del debilitamiento de la industria petrolera escocesa.
Estas situaciones marcan un panorama complicado para una región históricamente dependiente de la industria del petróleo y gas, donde miles de familias y comunidades han dependido durante décadas de estas actividades para su sustento. Además de las reducciones en la plantilla, Harbour Energy está reevaluando sus recursos destinados a proyectos innovadores como Viking, un ambicioso proyecto de captura y almacenamiento de carbono. Esta iniciativa representa una apuesta hacia las soluciones bajas en emisiones, alineándose con la estrategia del gobierno para desarrollar clusters de captura y uso de carbono antes del 2030. No obstante, los retrasos en el proceso Track-2, que involucra la aprobación y financiación para estos clusters, han ralentizado significativamente el progreso del proyecto. La incertidumbre en torno a las subvenciones y el apoyo gubernamental para estas tecnologías representa un reto adicional para la empresa y para la posibilidad de diversificación e innovación dentro del sector.
Mientras Harbour Energy hace frente a estas dificultades, el gobierno británico manifiesta su compromiso de apoyar a los trabajadores y comunidades afectados por estos cambios económicos y estructurales. Sin embargo, el equilibrio entre los objetivos climáticos, la sostenibilidad fiscal y el mantenimiento de empleos en sectores tradicionales parece todavía esquivo, presentando un desafío complejo para las políticas públicas. Un elemento adicional en la estrategia comercial de Harbour Energy es la venta de activos en mercados internacionales. En una operación reciente, EnQuest adquirió el negocio de Harbour Energy en Vietnam por un valor aproximado de 84 millones de dólares, con un primer pago estimado en 35 millones. Esta transacción demuestra el interés de la empresa en realinear su portafolio hacia activos más rentables y con bajo impacto ambiental, en consonancia con las tendencias globales hacia una energía más limpia y sostenible.
La compañía adquirente, EnQuest, se ha posicionado para expandir su presencia internacional con proyectos que prometen retornos veloces y menor intensidad de carbono. La situación de Harbour Energy en Aberdeen refleja de manera clara las tensiones existentes en la industria petrolera del Reino Unido, atrapada entre la necesidad de reducir emisiones y cumplir con objetivos climáticos, y la dependencia económica de un sector tradicional que sigue siendo vital para regiones como Escocia. La elevada carga impositiva y la regulación estricta, junto con los retrasos burocráticos en proyectos verdes, configuran un escenario de incertidumbre que afecta tanto la inversión como el empleo. El futuro del sector energético en el Reino Unido puede estar encabezado por un proceso de reestructuración profunda, en el que las compañías del petróleo y gas se vean forzadas a buscar nuevas formas de operar, reducir costes y apostar por tecnologías limpias en consonancia con las exigencias gubernamentales y las expectativas globales. Pero mientras esta transición se concreta, las decisiones como la reducción de 250 empleos en Aberdeen representan un golpe duro para las comunidades afectadas, evidenciando la necesidad de políticas que acompañen a los trabajadores en estos procesos de cambio y que fomenten la creación de oportunidades alternativas en las regiones más dependientes del sector.
En definitiva, Harbour Energy y su reciente reducción de personal ilustran la compleja intersección entre economía, política y medioambiente en el Reino Unido. La necesidad de equilibrar los objetivos fiscales y climáticos con el bienestar social es un desafío que aún debe resolverse de manera justa y eficiente. La transición energética genera nuevas oportunidades, pero también exige un manejo cuidadoso para minimizar sus impactos negativos sobre el empleo y la estabilidad económica regional. La capacidad de adaptación y resiliencia del sector será fundamental en los próximos años, mientras el Reino Unido continúa su camino hacia un futuro más sostenible.