En un mundo donde la desigualdad de ingresos se ha convertido en una preocupación central para muchos ciudadanos y economistas, un nuevo estudio ha arrojado luz sobre una tendencia inquietante: las personas tienden a subestimar drásticamente los ingresos de la élite más rica, el 1% superior de la población. Realizado por un equipo de investigadores liderado por Barnabas Szaszi y publicado en PNAS Nexus, el estudio revela no solo la magnitud de esta subestimación, sino también sus implicaciones para la política pública y la percepción social de la riqueza. A medida que las brechas entre los ricos y los pobres continúan ampliándose, especialmente en países como Estados Unidos, este análisis ofrece una mirada crítica a cómo los conceptos de riqueza y pobreza son entendidos y asimilados por la sociedad en general. En efecto, mientras que la participación de los ingresos del 1% ha aumentado de un 10% a un 19% desde la década de 1970, el apoyo a políticas que redistribuyan la riqueza no ha crecido con el mismo ritmo, lo que plantea interrogantes sobre la comprensión pública de la economía y la justicia social. Los investigadores realizaron cuatro estudios para investigar la percepción de los ingresos en diferentes porcentajes de la población.
En una de las encuestas, 990 residentes de Estados Unidos fueron reclutados a través de plataformas en línea y se les pidió que estimaran el umbral mínimo de ingresos anuales de varias categorías de earners. Sorprendentemente, los participantes erraron significativamente al estimar el ingreso de los que pertenecen al 1% más rico, mientras que mostraron una mayor precisión al evaluar los ingresos en percentiles más bajos. Este fenómeno no es nuevo, pero se ha vuelto más relevante en un clima de creciente desigualdad. Los investigadores también llevaron a cabo un segundo estudio con otro grupo de 834 ciudadanos estadounidenses, esta vez incentivando a los participantes con recompensas en efectivo para que adivinaran con precisión los ingresos. A pesar de estos incentivos, las estimaciones para el umbral del 1% continuaron siendo inexactas.
Los estudios adicionales involucraron la presentación de fotos y cifras de ingresos de miembros de una sociedad ficticia, permitiendo a los investigadores controlar hasta qué punto la riqueza estaba concentrada en el 1% superior. Una vez más, los participantes tendieron a subestimar los ingresos promedio del 20% superior, mientras que no había errores significativos al evaluar los quintiles inferiores de ingresos. Un fenómeno psicológico conocido como "insensibilidad al alcance" puede ser un factor que ayuda a explicar esta subestimación. Esta teoría sugiere que, a medida que se presentan cifras mayores, las personas se vuelven menos receptivas a las cantidades específicas y pueden reemplazarlas en su mente por categorías más generales, como "ricos". Por ejemplo, un multimillonario que gana un millón adicional no puede provocar la misma reacción emocional que alguien común que de repente ve un aumento de ingresos de 50,000 a un millón de dólares.
Esta desconexión puede diluir la comprensión de la magnitud real de la riqueza acumulada en la parte superior de la distribución del ingreso. A medida que los economistas y científicos sociales continúan analizando los efectos de la desigualdad en la cohesión social y la estabilidad económica, la pregunta que persiste es: ¿Cómo pueden las percepciones erróneas sobre la riqueza afectar la narrativa pública y las políticas que rodean la redistribución de recursos? En un momento en que los movimientos por la justicia económica están ganando terreno, este estudio subraya la importancia de educar a la población sobre la verdadera naturaleza de la desigualdad de ingresos. Un aspecto interesante del estudio es cómo esta subestimación puede influir en la opinión pública respecto a en qué medida se deberían implementar políticas de redistribución. A pesar de que los datos muestran un aumento constante en la desigualdad, las creencias erróneas sobre la situación financiera del 1% pueden llevar a una mayor resistencia a la adopción de políticas estos grupos a favor de mantener el statu quo. Esto sugiere que puede haber una desconexión significativa entre la realidad y la percepción pública que tiene el potencial de influir en elecciones, leyes fiscales y programas de bienestar social.
La discusión sobre la desigualdad de ingresos no solo es económica, sino que también se entrelaza con identidades, aspiraciones sociales y la búsqueda de la justicia. En este sentido, la falta de comprensión sobre cómo se distribuye realmente la riqueza puede estar en el centro de debates más amplios sobre la solidaridad y la responsabilidad social. Hay un dilema: mientras más se subestiman los ingresos del 1%, menos culpabilidad se siente en la sociedad acerca de la necesidad de un cambio. Por lo tanto, la educación financiera se presenta como un elemento crucial para despertar la conciencia colectiva sobre la realidad económica. Programas de educación que aborden la desigualdad de ingresos y ofrezcan una visión clara y precisa de la acumulación de riqueza pueden ayudar a cambiar esta narrativa.