El 14 de septiembre de 2024, la ETH Zúrich inauguró su nuevo superordenador, conocido como Alps, en el Centro Nacional de Supercomputación (CSCS) en Lugano, Suiza. Este potente sistema se ha diseñado específicamente para satisfacer las crecientes necesidades de la inteligencia artificial y la computación científica, posicionándose como uno de los superordenadores más avanzados del mundo. El superordenador Alps ha sido una respuesta a la demanda de procesamiento de datos masivos provenientes de diversas áreas de investigación. Con más de 10,700 chips de alto rendimiento de Nvidia, cada uno capaz de realizar cálculos aproximadamente 4000 veces más rápidos que un smartphone moderno, Alps ha alcanzado una notable capacidad de 270 petaflops por segundo. Esto significa que puede ejecutar 270 billones de operaciones en un solo segundo, colocándolo en el sexto lugar en la lista de los supercomputadores más rápidos a nivel global.
Según el profesor Torsten Hoefler, especialista en aprendizaje automático en la ETH, hay expectativas de que Alps mejore aún más su rendimiento, ya que la prueba más reciente no se realizó en todo su potencial. Se espera que en futuras evaluaciones supere al superordenador Lumi de Finlandia, logrando así un importante hito como el superordenador más rápido de Europa. Entre las primeras aplicaciones de Alps, se encuentra su utilización por parte de Meteo Suiza, que implementa modelos climáticos utilizando su vasta capacidad de procesamiento. Sin embargo, el acceso a esta tecnología de vanguardia se ha convertido en un tema político, ya que muchas instituciones de investigación y empresas tecnológicas también han expresado su interés en aprovechar su poder computacional. La responsabilidad de decidir quién puede utilizar Alps recae en un panel de expertos de diversas disciplinas científicas.
El profesor Thomas Schulthess, director del CSCS y encargado de este panel, ha dejado claro que el objetivo es promover proyectos que ofrezcan resultados excepcionales en sus respectivos campos. La ETH busca que el superordenador esté abierto a investigadores de todo el mundo, priorizando aquellos proyectos que puedan tener un impacto significativo en la ciencia. Además de las instituciones académicas, Schulthess ha mencionado que también se fomentará la participación de startups, especialmente aquellas derivadas de universidades suizas. Esto ha generado un debate sobre la equidad en el acceso a esta infraestructura financiada por el Estado, creando así un posible desequilibrio competitivo en el ecosistema de startups. Para abordar este tema, se ha establecido que las empresas emergentes deberán dejar de utilizar la infraestructura en un plazo máximo de tres años y deberán cubrir los costos asociados a su uso.
Las expectativas son altas, y ya se han aprobado colaboraciones de investigación, como la llevada a cabo por la profesora Mary-Anne Hartley, quien trabaja en el Instituto de Salud Global de Yale y en la EPFL. Su grupo de investigación ha desarrollado un modelo de lenguaje utilizando datos de salud, optimizándolo con la infraestructura de Alps para crear una herramienta que ayuda a los médicos en el diagnóstico, similar al funcionamiento de ChatGPT. Una de las características que distingue a Alps es su optimización para la inteligencia artificial y simulaciones complejas, como las previsiones meteorológicas. Schulthess explicó que el sistema ha sido diseñado para que los datos se transfieran rápidamente desde la memoria de trabajo al procesador, algo crucial para el rendimiento en este tipo de aplicaciones. Este enfoque contrasta con la tendencia en el ámbito privado, donde compañías como Meta y Oracle han desarrollado superordenadores de gran tamaño y capacidad, pero que no han sido incluidos en los rankings de supercomputación global.
A pesar de su impresionante capacidad, el consumo de energía de Alps es significativo. Se estima que, a plena carga, su demanda de energía es comparable a la de dos trenes de alta velocidad, con costos operativos que podrían oscilar entre 15 y 18 millones de francos suizos al año. La inversión inicial necesaria para la adquisición del sistema alcanzó unos 100 millones de francos, lo que resalta la magnitud del compromiso financiero involucrado en su desarrollo. Las preocupaciones sobre el costo de la energía han llevado a los expertos a reflexionar sobre la futura labor de los centros de supercomputación. Existe un creciente interés en localizar nuevas instalaciones en regiones donde la electricidad sea más asequible y el enfriamiento más sencillo.
Schulthess advirtió sobre la necesidad de aumentar la capacidad de generación eléctrica si se quiere continuar mejorando el rendimiento de los superordenadores en el futuro. El superordenador Alps no solo representa un avance tecnológico, sino que también simboliza un cambio en la forma en que la ciencia y la investigación pueden beneficiarse de las herramientas computacionales avanzadas. Con su inauguración, Suiza se posiciona firmemente entre las naciones líderes en investigación y desarrollo en inteligencia artificial y computación de alto rendimiento. El evento de inauguración no solo atrajo la atención de científicos y académicos, sino que también contó con la presencia de figuras importantes como el Consejero Federal Guy Parmelin y los presidentes del Consejo de la ETH y de la ETH Zúrich. Durante la ceremonia, se destacó la importancia de la colaboración entre la academia, la industria y el estado para aprovechar al máximo el potencial que ofrece Alps.