El auge de las criptomonedas ha transformado no solo la manera en que los inversores participan en los mercados financieros, sino también la forma en que las fuerzas del orden abordan el crimen. A medida que las criptomonedas se vuelven más comunes en actividades ilícitas, las agencias de policía de todo el mundo están buscando aprender y adaptarse a esta nueva realidad. No se trata solo de inversores "degenerados" que se lanzan a la especulación, sino de un cambio vital en la forma en que se combate el crimen en la era digital. Jonathan Levin, cofundador de la firma de análisis de criptomonedas Chainalysis, ha estado a la vanguardia de esta transformación. En una reciente entrevista, Levin expuso cómo el uso de herramientas de análisis de blockchain se ha convertido en una necesidad para todas las agencias de la ley.
Anteriormente, estas herramientas eran vista como un recurso especializado, reservado para divisiones de cibercrimen; hoy, su uso se ha extendido a todos los niveles de la aplicación de la ley. Levin afirma que “no existe un crimen que sea exclusivamente relacionado con las criptomonedas”. Esta afirmación resuena profundamente en el contexto actual, donde las criptomonedas se utilizan en una variedad de actividades delictivas, desde el fraude hasta crímenes violentos, lo que refleja un cambio significativo en el panorama criminal. Las herramientas que permiten a las fuerzas del orden separar el dinero legítimo del ilícito son solo un ejemplo más de cómo la industria de criptomonedas, valorada en 2.1 billones de dólares, está madurando.
Chainalysis, fundada en 2014, ha desarrollado una serie de productos que permiten rastrear el uso ilícito de criptomonedas. Estas soluciones son utilizadas por agencias de policía y empresas de criptomonedas para determinar si el dinero que se mueve pertenece a un especulador civil o a un hacker que intenta convertir sus activos en monedas tradicionales. La empresa ha ganado ya 85 millones de dólares en contratos y financiamiento de agencias federales de EE.UU., y aproximadamente el 65% de sus ingresos provienen del sector público a nivel mundial.
Levin señala que la expansión de estas herramientas ha llevado a un número creciente de organizaciones e instituciones policiales a formarse en el uso eficaz de la tecnología de blockchain. “Hoy somos más de 700 personas”, menciona Levin, señalando el crecimiento exponencial de su empresa. Además, están en un proceso de expansión internacional, abarcando desde Tokio hasta Dubái y la costa oeste de Estados Unidos. Un ejemplo del esfuerzo conjunto entre el sector privado y las fuerzas de seguridad es la colaboración entre Chainalysis y Tether, la mayor y más antigua stablecoin del mercado. En mayo, Tether anunció que comenzaría a trabajar con Chainalysis para reducir la actividad ilícita relacionada con su token, USDT.
Levin reconoce que la tarea no es sencilla. Recientemente, un informe de las Naciones Unidas destacó que 17 mil millones de dólares en Tether en la blockchain Tron estaban vinculados a intercambios de criptomonedas subterráneos y actividades criminales en el sudeste asiático. “Estamos decepcionados con la evaluación de la ONU que destaca el papel de USDT en actividades ilícitas mientras ignora su función en ayudar a economías en desarrollo”, respondió Tether en un comunicado. Sin embargo, este tipo de críticas ha empujado tanto a Tether como a Chainalysis a reforzar sus estrategias para abordar el uso indebido de sus activos digitales. Levin subraya que, aunque todavía queda mucho por hacer, la colaboración con la ley puede contribuir a una mayor transparencia y confianza en el sector de criptomonedas.
El impacto de esta creciente relación entre las criptomonedas y las fuerzas del orden se hace evidente no solo en la lucha contra el crimen, sino también en cómo el público percibe a las criptomonedas. La creciente legitimidad que están ganando las criptomonedas se debe en parte a estas colaboraciones, que apuntan a crear un entorno más seguro y regulado. Sin embargo, comprar herramientas de análisis es una cosa; operativizarlas de manera efectiva es un desafío completamente diferente. Levin destaca que tener acceso a las herramientas de Chainalysis no es suficiente para cumplir con las expectativas de los reguladores. “No basta con mostrar tu factura de Chainalysis y decir ‘estoy bien’”, comenta, haciendo hincapié en que las instituciones deben trabajar internamente para integrar estas herramientas en sus operaciones diarias.
El aumento del uso de criptomonedas en actividades delictivas también plantea un dilema para las fuerzas del orden. Mientras que el análisis de blockchain puede ayudar a detectar y rastrear estas actividades, también abre una conversación más amplia sobre el equilibrio entre la regulación y la innovación en el mundo de las criptomonedas. A medida que las agencias de policía se empeñan en adaptarse a esta nueva realidad, también deben considerar cómo fomentar un ambiente donde la innovación no se vea sacrificada en el altar de la seguridad. A medida que la tecnología avanza y la adopción de las criptomonedas se expande, se vuelve crucial que las fuerzas del orden sigan evolucionando. La capacitación en tecnologías emergentes, la cooperación con empresas de criptomonedas y la implementación de prácticas sólidas de análisis son pasos necesarios para enfrentar los desafíos del futuro.
La relación entre la criptografía y la ley es indudablemente compleja y se desarrollará a medida que el panorama continúe cambiando. Mirando hacia el futuro, Levin y su equipo en Chainalysis están comprometidos con el crecimiento y la expansión de sus servicios. La educación también juega un papel fundamental en este proceso. Con el tiempo, la capacitación de los agentes de la ley en el uso de herramientas de análisis de criptomonedas se convertirá en una parte esencial de su formación. En conclusión, la convergencia entre criptomonedas y la aplicación de la ley no solo es un fenómeno global, sino también una necesidad en el mundo actual.
A medida que las criptomonedas se integran en todos los aspectos de la vida, es imperativo que las fuerzas del orden se mantengan un paso adelante, armadas con las herramientas y conocimientos necesarios para enfrentar los retos que presenta esta nueva era digital. El futuro del crimen y la justicia está en juego, y es precisamente en esta intersección donde se están escribiendo las nuevas reglas del juego.