A los 30 años, Bea Hammond se describe como una mujer inteligente y bien educada, con un título en hospitalidad y una sólida ética de trabajo. Sin embargo, su vida dio un giro completo hace cinco años, cuando conoció a su esposo, Mark. Desde entonces, ha tomado la decisión consciente de no trabajar fuera de casa y abrazar el rol tradicional de ama de casa y madre. Este estilo de vida ha sido una fuente de felicidad para ella, pero también ha suscitado una serie de reflexiones sobre el papel de la mujer en la sociedad contemporánea. Desde que Bea se casó con Mark, un consultor en salud y seguridad, ha encontrado satisfacción en su papel como esposa y madre a tiempo completo, dedicándose a criar a su hija de 15 meses, Mia, y a gestionar el hogar.
Su vida en un granero renovado en el corazón del New Forest, donde cultiva sus propias verduras y cría gallinas, refleja un retorno a valores que, para muchos, podrían parecer anticuados. Sin embargo, Bea es firme en su creencia de que este estilo de vida es lo que realmente le proporciona la felicidad. La historia de Bea resuena con muchas mujeres que, a lo largo de la historia, han sentido la presión de equilibrar las demandas de una carrera profesional con las responsabilidades familiares. Ella sostiene que, en su experiencia, muchas mujeres desearían tener la opción de quedarse en casa y cuidar de sus hijos si las circunstancias lo permitieran. Estas reflexiones surgen del contraste con la vida de su madre, que trabajó a tiempo completo como docente mientras criaba a Bea y a sus dos hermanos.
Bea recuerda el estrés y la fatiga que su madre enfrentaba, y la falta de tiempo que tenían los padres para compartir como pareja. Lo que le ha enseñado esta visión retrospectiva es que, a menudo, las mujeres luchan para “tenerlo todo”, y que el apoyo total del hombre puede ser una opción válida y digna. Sin embargo, sus opiniones sobre la crianza y el trabajo de las mujeres no han quedado exentas de críticas. Bea menciona que personas como la ex bailarina Hannah Neeleman han experimentado una reacción violenta en sus redes sociales por optar por un estilo de vida similar al de Bea. Muchos cuestionan su estabilidad mental o sugieren que están siendo controladas.
Esta respuesta negativa a las decisiones de vida tradicionales es un tema recurrente en el diálogo público. Bea siente que es injusto que decisiones personales como estas sean vistas como radicales o perjudiciales, cuando históricamente era común que las mujeres adoptaran el rol de cuidadoras. Aunque Bea respeta y apoya las decisiones de aquellas que eligen seguir carreras profesionales, se siente aliviada de no ser parte de ese mundo. Vive con la convicción de que ser madre y ama de casa es más desafiante y gratificante que cualquier trabajo de oficina. Y no es solo un asunto de opinión; ella se siente con poder en su hogar, tomando decisiones sobre las finanzas y la organización del hogar, y trabajando en la crianza de su hija para que desarrolle valores similares en el futuro.
Bea comparte que su día a día está lleno de actividades que van desde visitar grupos de juego hasta salir a caminar por el bosque. Durante las siestas de Mia, aprovecha el tiempo para llevar a cabo las tareas del hogar, y pausa la limpieza para interactuar con su hija cuando despierta. Para ella, involucrar a Mia en las tareas del hogar desde tan pequeña es crucial; desea que su hija aprenda a ser independiente y a contribuir a su futuro hogar, tal cual como ella ha aprendido de sus propias experiencias. El dilema de la mujer moderna, que se debate entre su carrera y su vida familiar, es un tema complejo y profundamente personal. Bea no se siente menos empoderada por no contribuir económicamente al hogar.
Aún así, está muy consciente de que su elección puede no ser factible para todos. En tiempos donde la duración de la jornada laboral y el estrés se han elevado, su enfoque en la familia es una alternativa que muchos consideran inalcanzable. Esto plantea la pregunta: ¿Es la libertad de elección sobre cómo se vive la vida lo más importante? A lo largo de su historia personal, Bea ha llegado a la conclusión de que la vida laboral tradicional no necesariamente ofrece más satisfacción. Ella se siente profundamente realizada y centrada en su hogar, aunque no hay una declaración pública que respalde su estilo de vida. En su pequeña burbuja familiar, Bea se ha sentido libre y feliz, lo que desafía la idea de que la realización viene necesariamente del éxito profesional.
Sin embargo, esta decisión no debe ser vista como un juicio a aquellas mujeres que encuentran satisfacción en sus carreras. Ella afirma que el camino de cada individuo es diferente, y que las decisiones personales no deberían ser motivo de confrontación. La vida de cada mujer debería ser válida. En lugar de resentir la elección de otras, Bea se siente más bien condescendiente; cree que muchas mujeres podrían encontrar paz en un papel similar al suyo si tuvieran la opción de elegirlo. Incluso con todas las recompensas y gratificaciones que ha encontrado en su vida actual, Bea es consciente de que las narrativas sobre las elecciones de las mujeres son complejas.