En los últimos años, el sector empresarial global ha experimentado una transformación significativa impulsada por la dinámica de los mercados bursátiles y la capacidad de las empresas para acceder a capital. Un ejemplo reciente y emblemático de esta tendencia es la adquisición de la empresa británica Deliveroo por parte de su competidor estadounidense DoorDash, lo que ha generado un debate importante sobre las dificultades que enfrenta el Reino Unido para retener a sus grandes firmas dentro de su mercado financiero. Esta operación, valorada en 2.9 mil millones de libras, no sólo refuerza el dominio estadounidense en la industria de entrega a domicilio, sino que también subraya una problemática más amplia relacionada con la atracción y retención de inversiones en Londres frente a Wall Street. Deliveroo y DoorDash comenzaron como servicios innovadores destinados a ofrecer a los consumidores acceso rápido y cómodo a sus restaurantes favoritos mediante plataformas digitales.
Ambos ampliaron posteriormente su oferta para incluir productos de conveniencia, desde pañales hasta flores y comida para mascotas, presentándose como soluciones integrales para las necesidades cotidianas. Sin embargo, a pesar de similitudes en el modelo de negocio, sus trayectorias bursátiles y valores de mercado han sido diametralmente opuestos. Cuando Deliveroo hizo su oferta pública inicial en Londres, DoorDash ya tenía un valor cinco veces superior en la bolsa de Nueva York. Cuatro años después, esa diferencia se amplió hasta alcanzar un valor treinta y cinco veces mayor para DoorDash. Este desenlace refleja no sólo el éxito de DoorDash para captar capital sino también la creciente distancia en la percepción y valoración de empresas entre los mercados estadounidense y británico.
Mientras DoorDash ha ampliado su base de accionistas y capital mediante sucesivas emisiones de acciones, favoreciendo su expansión internacional y adquisiciones estratégicas, Deliveroo ha visto cómo el valor de sus acciones disminuía notablemente. De hecho, los inversores que compraron acciones de Deliveroo han experimentado una caída del 56% en su valor, mientras que quienes apostaron por DoorDash disfrutaron de una ganancia del 84%. Este escenario pone en evidencia las dificultades intrínsecas del Reino Unido para competir con el apetito y la capacidad financiera de las empresas estadounidenses. Una de las causas principales reside en las diferencias estructurales y regulatorias entre ambos mercados. En Estados Unidos, el apetito inversor por empresas de alto crecimiento, especialmente tecnológicas y disruptivas, se mantiene vigoroso, impulsado por fondos de inversión, capital riesgo y regulaciones más flexibles que incentivan la innovación y la expansión.
En contraste, el mercado británico ha experimentado una reducción considerable en la participación local dentro de su propia bolsa; en los últimos treinta años, la proporción de acciones en manos de instituciones financieras británicas ha caído de un 50% a menos del 5%. Esta reducción se debe en parte a cambios regulatorios que han orientado a los fondos de pensiones y otros inversores institucionales hacia activos menos riesgosos, como bonos gubernamentales. Sin embargo, también se debe a una estrategia consciente de diversificación internacional, ya que estos gestores buscan mercados como el de Estados Unidos en busca de mejores rendimientos, estrategia que hasta ahora les ha dado la razón. En los últimos cinco años, la rentabilidad total de invertir en acciones estadounidenses fue del 116%, frente al 45% obtenido en el Reino Unido. Este diferencial crea un círculo vicioso para el mercado británico: menos demanda reduce los valores de las empresas locales y, a su vez, ello desincentiva la salida a bolsa o permanencia en Londres de empresas con potencial de crecimiento y expansión.
Por eso muchas de ellas optan por listar en Estados Unidos o son adquiridas por firmas estadounidenses con mayor capacidad financiera. Deliveroo no es la única; compañías que alguna vez fueron estrellas de la Bolsa de Londres, como Arm Holdings o Morrisons, han sido adquiridas por entidades extranjeras o han cambiado su cotización hacia otros mercados. No obstante, esta tendencia también afecta negativamente a la economía británica en aspectos más allá del puro valor bursátil. La presencia de grandes empresas en el mercado local genera una red de negocios para el sector financiero y servicios profesionales, que incluye firmas de contabilidad, abogados, consultores y agencias de relaciones públicas financieras. El ecosistema generado por las cotizaciones refleja en impuestos y empleo un porcentaje considerable – más del 10% – de la economía del Reino Unido.
La pérdida progresiva de atractividad de la bolsa de Londres está poniendo en riesgo este núcleo estratégico, que durante décadas fue un centro financiero global de referencia. Ante esta realidad, el gobierno británico ha comenzado a tomar iniciativas mediante los denominados "Edinburgh Reforms", cuyo objeto es revitalizar la salida a bolsa en Londres y hacerla más competitiva. Estas reformas permiten a las empresas mantener más control y derechos de voto sobre sus acciones, incluso cuando venden participaciones públicas, una medida orientada a atraer nuevos empresarios que desean financiarse sin perder el mando. Estas acciones buscan contrarrestar la tendencia observada y atraer a potenciales empresas disruptivas a listarse localmente. Además, voces influyentes dentro del mundo financiero, como Larry Fink de BlackRock y Jamie Dimon de JPMorgan, han expresado su optimismo acerca del futuro de la bolsa londinense, destacando que el mercado británico está actualmente infravalorado y presenta oportunidades atractivas para los inversores.
Estas opiniones sugieren que, pese a los desafíos, todavía existe espacio para que el Reino Unido vuelva a posicionarse como un mercado competitivo y apetecible para grandes empresas. Por otro lado, ejemplos como el del gigante energético Shell muestran también las contradicciones y tensiones existentes dentro de las propias grandes firmas. Shell ha evidenciado un descuento de mercado significativo respecto a sus homólogos estadounidenses y, aunque su directiva no ha declarado planes inmediatos de cambiar su cotización, sí ha reconocido la buena recepción que la empresa tuvo en círculos financieros de Nueva York, lo que refleja la presión o atracción que ejerce el mercado estadounidense. El caso de Deliveroo y DoorDash no solo representa una operación empresarial, sino que simboliza un fenómeno mayor sobre la capacidad del Reino Unido para competir en la arena financiera global. Las empresas con mayor empuje tienden a aprovechar mercados más líquidos y dinámicos, y los que pueden acceder a mayores recursos tienen más facilidades para expandirse o absorber competidores.