En los últimos años, la relación comercial entre Estados Unidos y China ha estado marcada por tensiones y conflictos arancelarios que han afectado a los mercados globales y al desarrollo económico de ambas naciones. Aunque los analistas y estrategas financieros mantienen cierta expectativa de un eventual desescalamiento en esta disputa, los avances significativos para un acuerdo integral aún parecen estar lejos. Sin embargo, a pesar de esta incertidumbre, muchos expertos muestran un marcado optimismo respecto al potencial de la economía china y las oportunidades de inversión que ofrece. China continúa siendo una pieza fundamental en la economía mundial, no solo por su tamaño sino por la resiliencia y adaptabilidad que ha demostrado ante los desafíos externos. Aunque las tarifas impuestas por Washington alcanzan niveles elevados, con picos de hasta un 145% en algunos productos, el país asiático ha respondido creando listas de productos estadounidenses que serán exentos de sus tarifas retaliatorias, que en algunos casos alcanzan un 125%.
Este movimiento estratégico refleja la disposición china a buscar mecanismos de alivio sin perder fuerza negociadora. Aidan Yao, estratega senior de inversión en Asia para Amundi, destaca que para observar un cambio real en las negociaciones sería necesario que ambas partes reduzcan las tarifas a niveles más razonables o amplíen las exclusiones para que las cargas arancelarias pierdan fuerza práctica. Sin embargo, apunta que por el momento estas señales son escasas, posiblemente porque ninguno de los dos lados ha alcanzado aún un umbral de ‘dolor’ económico o político lo suficientemente alto como para ceder. Esta perspectiva se ve reflejada también en la valoración y comportamiento de los mercados bursátiles. China no está experimentando una caída más pronunciada que sus contrapartes estadounidenses; el índice blue-chip CSI300 y el Shanghai Composite muestran descensos moderados que coinciden con la tendencia de indicadores como el S&P 500 y el Nasdaq.
Esto sugiere que, para los inversionistas, las noticias sobre las tarifas han dejado de ser el factor principal que dictamina el rumbo del mercado chino, a menos que haya un cambio radical en la política comercial estadounidense. Por su parte, Sat Duhra, gerente de cartera en Janus Henderson, señala que la administración estadounidense podría estar obligada a reaccionar si las señales de una posible recesión se intensifican, algo que ya está perceptible en indicadores como los mercados de acciones, el valor del dólar y los bonos del Tesoro. Según Duhra, una resolución en las tensiones comerciales favorecería la posición de su empresa en China, un país en el que ha venido incrementando su inversión. El optimismo entre los gestores de fondos se fundamenta en la identificación de oportunidades palpables en sectores variados dentro del mercado chino. A pesar de la disputa comercial, las acciones en bancos, tecnologías y ropa deportiva muestran atractivos fundamentales, destacando niveles más altos de dividendos y valoraciones más bajas que las que se encuentran en otras regiones.
Este panorama sugiere que el contexto local de China proporciona un terreno fértil para la diversificación y el crecimiento en el portafolio. Desde la óptica de Amundi, mientras se mantiene una postura cercana a la neutralidad respecto a las acciones chinas, la preferencia se inclina hacia sectores orientados al mercado interno, especialmente las acciones A-shares, así como hacia empresas tecnológicas líderes en inteligencia artificial que cotizan fuera de territorio chino. Este enfoque refleja la confianza en las políticas económicas internas de China que buscan impulsar la innovación tecnológica y fortalecer el consumo doméstico. Es importante mencionar que, a pesar de las limitaciones derivadas del conflicto arancelario, la economía china continúa robusta. Su enorme tamaño y las políticas económicas diseñadas para mitigar el impacto de shocks externos contribuyen a que el país se mantenga en una posición sólida.
Así, muchos inversionistas consideran que China cuenta con suficientes mecanismos para absorber los efectos negativos de la guerra comercial y continuar desarrollándose en múltiples frentes. Dentro del ambiente global actual, la incertidumbre continúa siendo la constante. Las negociaciones entre Estados Unidos y China permanecen en un estado de espera, y aunque no se vislumbra una pronta solución, los actores del mercado están ajustando sus estrategias para aprovechar las condiciones que ofrece cada mercado. La atención está puesta en cómo ambos países manejarán sus políticas a corto y mediano plazo para evitar que la escalada comercial evolucione hacia un deterioro económico mayor. Adicionalmente, la evolución del conflicto comercial tiene implicaciones globales que afectan no solo a las dos potencias implicadas, sino también a muchas otras economías y sectores que dependen de la estabilidad del comercio internacional.
En este sentido, la capacidad de China para mantener una economía dinámica y abierta a la innovación representa un factor positivo en la configuración del equilibrio global. En conclusión, aunque un desescalamiento formal en la guerra comercial entre Estados Unidos y China no parece inminente, el optimismo entre los estrategas financieros respecto a la economía y las oportunidades de inversión en China sigue presente. La resiliencia del mercado chino, combinada con políticas internas enfocadas en la innovación y el consumo, proyecta un entorno prometedor para los inversores, incluso en un escenario de incertidumbre geopolítica constante. La expectativa es que, a largo plazo, estas dinámicas permitan a China mantener su posición como un actor clave dentro del panorama económico mundial.