El lenguaje de programación COBOL, creado hace más de seis décadas, sigue siendo una columna vertebral fundamental para muchas instituciones, especialmente en el sector gubernamental. A pesar de que muchos lo consideran un lenguaje obsoleto, COBOL continúa siendo el motor detrás de sistemas que manejan operaciones financieras, servicios de salud y beneficios sociales que afectan a millones de personas. No obstante, la modernización de estos sistemas no es un proceso sencillo ni rápido. Requiere una combinación meticulosa de conocimiento, pruebas exhaustivas y respeto por la complejidad inherente a décadas de desarrollo. La importancia crítica de COBOL en servicios gubernamentales es innegable.
Por ejemplo, la Administración del Seguro Social de los Estados Unidos (SSA) utiliza COBOL para distribuir más de un billón de dólares en beneficios anualmente a decenas de millones de ciudadanos. Este sistema soporta cálculos, reglas de negocio y procesos legislativos que cambian constantemente, lo que añade capas adicionales de dificultad a cualquier intento de modernización. Más aún, se estima que existen más de 200 mil millones de líneas de código COBOL operando en diversas industrias, lo que refleja cómo este lenguaje sigue siendo intrínseco en actividades cotidianas como transacciones bancarias y gestión de datos. Uno de los principales retos para modernizar COBOL radica en comprender primero por qué fue utilizado inicialmente y cómo está integrado actualmente en la infraestructura tecnológica. En entidades como la SSA, el código COBOL supera las 60 millones de líneas y está disperso en miles de sistemas técnicos interrelacionados.
La ausencia de una documentación completa y actualizada, consecuencia de cuarenta o más años de modificaciones y adaptaciones legislativas, convierte el conocimiento humano en el recurso más valioso. Técnicos veteranos, muchos de ellos con décadas trabajando en el sistema, son los verdaderos guardianes del funcionamiento y los matices presentes en el código. En este sentido, la integración de inteligencia artificial (IA) para facilitar la migración es una herramienta prometedora, pero no una solución mágica. La IA puede traducir líneas de código de COBOL a lenguajes modernos como Java, pero sin una comprensión profunda del contexto y la lógica humana detrás de cada segmento, la salida carece de utilidad práctica inmediata. Los sistemas COBOL habitualmente contienen decisiones y soluciones creativas aplicadas a problemas específicos, cuya interpretación requiere expertos que puedan entrenar y guiar a los modelos de IA para que sean efectivos.
Además del conocimiento, la calidad y exhaustividad de las pruebas son un componente indispensable. La transformación del código puede realizarse en un tiempo relativo, pero la verdadera carga temporal se concentra en la validación. Debido a que el sistema debe mantener una fiabilidad absoluta, cualquier error puede tener consecuencias graves sobre la vida de millones de personas. Las pruebas automatizadas, comunes en desarrollo moderno, son en gran parte inviables en COBOL debido a sus limitaciones tecnológicas originales. Por ende, gran parte del proceso es manual, documentando detalladamente cada paso y resultado para garantizar que el sistema modernizado replique con precisión el funcionamiento original.
Las diferencias técnicas entre cómo COBOL maneja datos y cómo lo hacen los lenguajes modernos también pueden provocar discrepancias matemáticas o de cálculo durante la migración. Considerando que esta tecnología sostiene la dispersión de beneficios financieros esenciales para la subsistencia de muchos ciudadanos, garantizar la exactitud es una prioridad absoluta. Por lo tanto, las pruebas no solo deben ser rigurosas sino también repetitivas, ajustando y corrigiendo fallos específicos caso por caso. Más allá del componente técnico, el aspecto organizacional y humano tiene un peso decisivo. La modernización debe incluir una cultura de confianza y colaboración donde los expertos en COBOL trabajen codo a codo con desarrolladores modernos para realizar una conversión incremental precisa.
Fomentar un ambiente donde cometer errores sea parte del proceso y se disponga de estrategias rápidas para mitigarlos favorece el avance sostenible. Sin embargo, ciertas iniciativas han demostrado poner en riesgo este valioso capital humano mediante recortes de personal, jubilaciones tempranas y despidos sin causas claras, lo cual pone en jaque el futuro del conocimiento acumulado. Ahora bien, las iniciativas apresuradas que buscan migrar COBOL sin invertir el tiempo y recursos necesarios se enfrentan a grandes probabilidades de fracaso. Una mala praxis puede traducirse en interrupciones prolongadas del servicio, errores en el pago de beneficios, afectación a la confianza de los ciudadanos y un impacto social que puede ser devastador. En comparación con el sector privado, donde los usuarios pueden optar por cambiar de proveedor tras un fallo, el gobierno no tiene alternativas para sus ciudadanos; no existe un plan B para el Seguro Social.
La experiencia demuestra que un proceso exitoso de modernización puede alcanzar entre cinco y siete años de desarrollo y un costo superior a los dos mil millones de dólares en el contexto estadounidense. Esto pone en evidencia que la modernización es una inversión a largo plazo que debe priorizar la seguridad, la precisión y la continuidad del servicio por sobre la reducción inmediata de costos. Pretender acelerar el proceso o recortar personal esencial no solo es irresponsable, sino que puede desencadenar una crisis de proporciones considerables. Por último, una migración exitosa debe acompañarse de una estrategia transparente que incluya a los empleados, valore su conocimiento y promueva la comunicación abierta. El diseño de sistemas con inteligencia artificial debe ser supervisado y contextualizado por especialistas que comprendan la lógica del negocio y las particularidades de cada código.
Solo de esta manera se puede garantizar que el resultado final no sea una simple traducción automatizada, sino una solución que preserve la integridad y funcionalidad de los procesos fundamentales. En resumen, modernizar COBOL es un reto enorme y meticuloso que demanda tiempo, inversión, experiencia y sobre todo un profundo respeto por la fragilidad y complejidad de los sistemas que sustentan servicios vitales para la sociedad. La clave radica en no sacrificar el conocimiento humano ni la rigurosidad en las pruebas a cambio de rapidez, para garantizar que la transición sea segura, efectiva y beneficie a millones de personas que dependen de estos sistemas a diario.