En marzo de 2025, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, se encontró en el centro de una polémica tras la publicación de un mensaje en sus redes sociales anunciando planes para una reserva estratégica de criptomonedas que incluía XRP, la criptomoneda vinculada con Ripple Labs. Lo que parecía ser una iniciativa impulsada por el expresidente resultó ser, en gran medida, una maniobra en la que Trump fue manipulado para promocionar esta criptomoneda específica. Este episodio no solo desenmascara estrategias de influencia en el sector cripto, sino que también arroja luz sobre las relaciones entre figuras políticas y empresas blockchain en un mercado cada vez más competitivo y regulado. La génesis de este hecho salió a la luz gracias a un informe publicado por Politico el 8 de mayo de 2025, donde se reveló que una empleada de un despacho de cabildeo próximo a Ripple Labs fue quien proporcionó a Trump el texto para el polémico post en las redes sociales. Esta publicación anunciaba la intención de establecer una reserva nacional de criptomonedas, incluyendo tokens de notables proyectos como XRP, Solana y Cardano, entre otros.
Lo curioso y controvertido fue que, según fuentes cercanas al expresidente citadas por el medio, Trump desconocía la vinculación de la persona que redactó el contenido con Ripple Labs cuando decidió compartir el mensaje públicamente. La reacción del expresidente fue tajante al descubrir la conexión. Se sintió utilizado y expresó su rechazo hacia Brian Ballard, un influyente cabildero pro-Trump, del cual la empleada formaba parte. Con frases contundentes, Trump dejó claro que Ballard había perdido todo su prestigio ante sus ojos por manejar su figura en beneficio de intereses particulares. Este malestar no solo denota la importancia de la transparencia en las relaciones políticas, sino que también expone las tensiones que pueden surgir cuando actores externos influyen en decisiones o comunicaciones presidenciales.
La conexión entre Trump y Ripple Labs no se limitó a este incidente aislado. De hecho, la compañía y sus representantes han mantenido una relación cercana con el expresidente. El director legal de Ripple, Stuart Alderoty, realizó donaciones significativas, superando los 300,000 dólares, para apoyar las campañas y comités de acción política relacionados con Trump en las elecciones de 2024. Además, tanto Alderoty como el CEO de Ripple, Brad Garlinghouse, sostuvieron encuentros con Trump cuando este aún era presidente electo, asistiendo incluso a eventos de inauguración. Esta estrecha relación quedó aún más evidenciada cuando Ripple donó XRP por un valor estimado en 5 millones de dólares para el fondo inaugural de Trump.
Además, la empresa ha sido uno de los mayores contribuyentes de Fairshake, un comité político que respalda candidatos con posiciones favorables al ecosistema cripto. La misma agrupación manifestó su intención de continuar influenciando las elecciones intermedias de 2026, lo que evidencia un esfuerzo organizado por consolidar la presencia del sector blockchain en la política estadounidense. La iniciativa del expresidente para crear una reserva cripto estratégica no se quedó solo en palabras. Apenas cuatro días después de su publicación en redes sociales, Trump firmó una orden ejecutiva para la creación de un "Stockpile de Activos Digitales", encaminando formalmente la inclusión de criptomonedas en el marco macroeconómico de Estados Unidos. Este movimiento marcó un hito interesante, pues denota el creciente reconocimiento de las monedas digitales dentro de las estrategias nacionales de activos y reservas.
Sin embargo, el impacto directo de esta noticia en el mercado no fue tan significativo como podría suponerse. El precio del XRP en el momento de publicación del informe mostró una modesta alza del 5% en las últimas 24 horas, alcanzando un valor aproximado de 2.23 dólares. La falta de una reacción más fuerte podría sugerir que los inversores ya estaban al tanto de la relación entre Trump y Ripple o que evalúan otros factores fundamentales para la valoración de la criptomoneda. El episodio también refleja una realidad más amplia en el sector político y de criptomonedas: la creciente intersección entre el lobby político, las estrategias de comunicación y los intereses económicos ligados a activos digitales.
Las empresas del sector blockchain y cripto han incrementado sus esfuerzos para moldear políticas públicas favorables y posicionar sus productos en mercados regulados, donde las decisiones gubernamentales pueden influir significativamente en su adopción y valor. Este caso pone en evidencia la necesidad de escrutinio y transparencia en las relaciones entre actores políticos y la industria cripto, especialmente cuando se trata de figuras públicas con gran alcance en medios y opinión pública. La manipulación o posible uso indebido de plataformas presidenciales para promover intereses corporativos puede erosionar la confianza ciudadana y generar conflictos de interés que deben ser evitados mediante regulaciones más claras y controles efectivos. Es importante destacar que Ripple Labs ha sido tanto un innovador en el mundo blockchain como un actor controvertido debido a sus enfrentamientos legales con la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC), relacionados con la consideración de XRP como un valor financiero. El acercamiento a personajes influyentes como Trump podría interpretarse como una estrategia para ganar favor político y social en medio de estos litigios que definen el futuro de muchas criptomonedas en Estados Unidos.