En los últimos años, India ha sido testigo de un cambio drástico en las aspiraciones profesionales de su juventud, especialmente entre la Generación Z, aquellos nacidos entre 1996 y 2010. Mientras que generaciones anteriores valoraban enormemente la universidad y la obtención de títulos como camino seguro hacia el éxito, cada vez más jóvenes están optando por abandonar sus estudios y carreras tradicionales para sumergirse en la incipiente y explosiva economía de creadores. Este fenómeno, aunque global, toma un matiz particular en el contexto indio por diversas razones tecnológicas, culturales y económicas. El surgimiento y expansión de plataformas como YouTube, Instagram, TikTok (antes de ser prohibida en India), entre otras, han democratizado la producción y distribución de contenido, permitiendo que cualquier persona con un teléfono inteligente y creatividad pueda alcanzar una audiencia masiva. La facilidad de acceso a internet gracias a la revolución de datos económicos tras la llegada de Reliance Jio en 2016 fue un punto de inflexión importante.
Millones de jóvenes indios lograron conectarse y comenzar a consumir y producir contenido, redefiniendo sus perspectivas profesionales. Historias como la de Ishan Sharma, un joven de Pune que abandonó una carrera prometedora en ingeniería para dedicarse a la creación de contenido, reflejan una realidad emergente. Sharma relata cómo la monotonía y la insatisfacción emocional con su formación técnica lo llevaron a apostar por sus pasiones en las redes. Su historia no es aislada: muchos de sus contemporáneos experimentan una sensación de vacío con los estudios regulares, percibiendo las carreras convencionales como restrictivas o desconectadas de sus intereses reales. En Jaipur, una creadora bajo el seudónimo Zendria tomó una decisión similar.
Ella dejó la ingeniería en ciencias de la computación tras no poder manejar la presión del ritmo académico y encontró en la creación de contenido una salida para expresarse, aprender nuevas habilidades y alcanzar ingresos que, en algunos casos, superan lo que podrían obtener en empleos tradicionales iniciales. Esta transición refleja la búsqueda de autonomía y relevancia que caracteriza a esta generación. La pandemia de COVID-19 también jugó un papel crucial en acelerar esta tendencia. Con millones de jóvenes confinados en sus hogares, el consumo y la creación de contenido digital aumentaron exponencialmente. La necesidad de conectarse, expresarse y generar ingresos mientras las universidades y empleos estaban en pausa impulsó a muchos a explorar la economía digital.
Para algunos, lo que empezó como un pasatiempo se convirtió en una vocación y forma de vida. Las marcas y el mercado también han reconocido el poder de esta generación como consumidores activos y decisores. Según estudios recientes, la Gen Z representa cerca del 46% del gasto total en consumo en India, lo que asciende a cientos de miles de millones de dólares. Su impacto se siente en industrias tan variadas como la moda, la tecnología, el entretenimiento y la gastronomía. Las empresas buscan conectar con ellos a través de canales que ellos frecuentan y confían: las redes sociales y los creadores de contenido.
Este contexto ha generado un ecosistema de monetización en el que los creadores indios pueden ganar desde algunos miles hasta millones de rupias por marcas y campañas, dependiendo de su alcance y relevancia. Algunos creadores exitosos han logrado contratos que antes solo estaban al alcance de celebridades del cine o el deporte, abriendo así nuevas rutas para el éxito y la visibilidad. Sin embargo, esta carrera hacia la fama y el emprendimiento digital no está exenta de desafíos. La economía de creadores es altamente competitiva y volátil. Si bien algunas personas logran trascender y construir marcas personales fuertes, la gran mayoría enfrenta la precariedad económica, la falta de estabilidad, la saturación de contenido y la constante necesidad de innovación para mantener la atención de sus audiencias.
Expertos señalan que solamente un pequeño porcentaje, menos del 1%, consiguen ingresos significativos y sostenibles. Además, la presión constante por mantenerse relevante afecta la salud mental de muchos jóvenes creadores. La necesidad de generar contenido nuevo y atractivo, el escrutinio público y las fluctuaciones en algoritmos de plataformas que determinan la visibilidad son factores que incrementan el estrés, la ansiedad y el agotamiento. A pesar de la libertad aparente que ofrece esta carrera, el ritmo es agotador y la incertidumbre permanente. En la esfera familiar y social, también hay tensiones.
Muchos jóvenes enfrentan la resistencia o incomprensión de sus padres, quienes prefieren la seguridad de las profesiones tradicionales y las ofertas de empleo estables. Esto crea un conflicto entre las aspiraciones modernas y los valores más conservadores, lo que puede hacer aún más difícil para estos creadores sostener su camino. No obstante, el gobierno y las entidades estatales están comenzando a reconocer la importancia y el potencial económico de esta área. Iniciativas recientes incluyen la creación de fondos específicos para impulsar la economía de creadores, la organización de cumbres y talleres para capacitar en habilidades digitales y empresariales, e incluso la promoción de programas regionales que buscan exportar contenido y talento indio al mercado global. La combinación de tecnologías accesibles, una juventud conectada, el apoyo gubernamental emergente y la demanda de marcas por conectar con el consumidor joven hacen que la economía de creadores sea una fuerza imparable en India.