En el mundo de la inteligencia artificial y la escritura automatizada, una curiosidad lingüística ha surgido recientemente: el guion largo, conocido como em dash, ha sido señalado por algunos usuarios como un signo característico de textos generados por ChatGPT y otros modelos de lenguaje. Esta percepción ha despertado debates sobre si la aparición del em dash es un indicador fiable de escritura producida por IA o simplemente una característica estilística utilizada desde hace siglos por escritores humanos. Para comprender este fenómeno, primero es necesario conocer qué es el em dash. Se trata de un signo de puntuación más largo que el guion estándar, usado en la lengua española y en muchas otras para introducir un cambio de pensamiento, un inciso o para enfatizar una pausa dramática en la oración. Escritores clásicos como Emily Dickinson y filósofos como Friedrich Nietzsche fueron reconocidos por su uso frecuente y expresivo de este signo.
Por lo tanto, su origen no tiene nada que ver con la inteligencia artificial y forma parte del arsenal estilístico tradicional de la escritura. Sin embargo, con la llegada de herramientas como ChatGPT, entrenadas en bases muy extensas de textos profesionales y literarios, el uso del em dash ha vuelto a ponerse bajo la lupa. Algunos usuarios en redes sociales y foros especializados han notado que estas herramientas tienden a usar em dashes con mayor frecuencia que la media humana, atribuyéndolo incluso a una ‘firma’ de la escritura automatizada. Este señalamiento, aunque anecdótico, ha generado cierta paranoia y rechazo hacia el uso de la inteligencia artificial en la creación de contenido, llegando a catalogar el em dash como el ‘guion de ChatGPT’. Este fenómeno está relacionado con una preocupación más amplia acerca de cómo identificar cuándo un texto ha sido generado por una máquina o por un humano.
La sobreconfianza en indicadores superficiales como la puntuación puede llevar a conclusiones erróneas. Por ejemplo, algunos usuarios suponen que la ausencia de errores ortográficos o gramaticales implica que un texto fue redactado por una IA, frente a la idea de que los humanos cometen errores con más frecuencia. Sin embargo, esta lógica es reductiva y no toma en cuenta el trabajo detrás de la edición profesional y la habilidad de autores humanos que escriben con precisión y estilo. Además, el uso del em dash no es exclusivo de la escritura formal o literaria. En el ámbito del marketing y la comunicación corporativa, este tipo de puntuación cumple una función importante para crear ritmo, generar énfasis y facilitar la lectura en mensajes promocionales.
Por ejemplo, una empresa de moda puede utilizar em dashes en un comunicado de rebranding sin que ello signifique que su mensaje haya sido redactado por una IA. Simplemente están aplicando reglas y estrategias de buena redacción adaptadas a un público moderno. Es importante aclarar que ChatGPT y otros modelos similares pueden ajustar su estilo dependiendo de la solicitud que reciben. Esto significa que el uso de la puntuación — incluido el em dash — puede variar ampliamente según el tono, el formato y el contexto exigidos por el usuario. Los modelos más recientes han mejorado en imitar la idiosincrasia individual de diferentes escritores, por lo que la simple aparición de un guion largo no es en absoluto un indicador concluyente de autoría artificial.
El origen de la sospecha también refleja un problema de alfabetización mediática y lingüística entre el público general. Muchos lectores no están familiarizados con la función, origen y correcta aplicación del em dash, lo que lleva a confundir la presencia del signo con una anomalía, especialmente cuando aparece repetidamente. La ignorancia sobre el em dash puede hacer que se perciba como un error o una evidencia de escritura mecanizada, cuando, en realidad, es un recurso que aporta riqueza y profundidad a la prosa. En paralelo, esta inquietud por diferenciar textos humanos de contenidos generados por inteligencia artificial refleja la creciente preocupación sobre el papel de la automatización en la creación de contenido y las posibles implicaciones éticas y profesionales. En la cultura contemporánea, la sospecha ante lo automatizado está a menudo ligada a la defensa de la autenticidad y la originalidad.
No obstante, desplegar prejuicios sin fundamentos claros puede llevar a la censura equivocada de textos legítimos y a la subestimación del talento humano. A nivel técnico, los algoritmos de detección de contenido generado por IA no se basan únicamente en la presencia o ausencia de ciertos signos de puntuación. Estos sistemas analizan patrones complejos en la estructura del texto — como la uniformidad en la elección de palabras, la repetición de frases formulaicas o la falta de ideas originales — para estimar la probabilidad de un origen automatizado. La puntuación, incluido el guion largo, es apenas un componente menor en estas evaluaciones. Por otro lado, escribir con em dashes puede mejorar la legibilidad y el impacto del texto.
Los escritores que dominan esta herramienta estilística logran establecer pausas dramáticas, introducir comentarios al margen o reforzar matices con elegancia. Desde perspectivas didácticas, es aconsejable que quienes utilicen herramientas automáticas de escritura revisen y editen el contenido final para que refleje su voz personal y mejore la experiencia del lector. Esto incluye calibrar el uso del em dash según las convenciones del idioma y el público objetivo. La controversia sobre el ‘guion de ChatGPT’ también ha impulsado la reflexión sobre cómo enseñamos y entendemos la puntuación en la era digital. Se hace necesario promover una mejor educación sobre signos menos comunes pero valiosos, como el em dash, para que la comunidad lectora no tome decisiones apresuradas basadas en malentendidos.
A su vez, los creadores de herramientas de IA deben continuar mejorando la capacidad de personalización para que la producción textual se adapte con mayor precisión al estilo preferido por los usuarios. En conclusión, el em dash no es ni un error ni una señal infalible de texto generado por inteligencia artificial. Su presencia en un texto debe ser valorada en su contexto y apreciada como un recurso estilístico legítimo con siglos de historia. La asociación negativa que algunos le otorgan refleja más las preocupaciones sociales y culturales sobre la inteligencia artificial que una realidad lingüística. Para escritores, periodistas y profesionales del contenido, el reto consiste en entender que la tecnología es una herramienta, no un adversario.
La mejora en la calidad y diversidad de estilos de la escritura generada por IA exige que las personas sepan incorporar y supervisar este tipo de recursos sin perder su autenticidad. Aprender a manejar apropiadamente el em dash, así como otras características ortográficas y estilísticas, será fundamental para diferenciar y enriquecer el lenguaje en el futuro. Finalmente, lejos de ser un problema, la conversación en torno al em dash y ChatGPT podría ser una oportunidad para valorar la complejidad de la escritura humana y la evolución tecnológica que la acompaña. En vez de buscar indicios superficiales para diagnosticar la inteligencia artificial, convendría buscar formas más profundas y críticas de evaluar el contenido, centrándonos en la calidad, la originalidad y la intención de la comunicación.