La frase «vende en mayo y vete» es un adagio que ha resonado durante décadas en los mercados financieros, sugiriendo a los inversores que deberían liquidar sus posiciones al inicio de mayo para evitar la temporada estival, supuestamente baja en rentabilidad, y regresar al mercado en otoño. Sin embargo, y pese a su larga tradición, este año Wall Street no parece estar adoptando esta estrategia, y los motivos para ello reflejan una transformación profunda en las dinámicas que rigen los mercados modernos. Exploraremos las razones por las que esta conocida máxima está perdiendo fuerza y por qué los inversores podrían estar optando por mantenerse activos durante todo el año, independientemente del calendario tradicional. Históricamente, el dicho de «vende en mayo y vete» encuentra sus orígenes en los mercados europeos, particularmente en Londres. Allí, los operadores financieros tendían a retirarse durante los meses de verano, hasta después de la famosa carrera de caballos Saint Leger.
En ese período, los mercados solían mostrar una menor actividad y bajos niveles de rentabilidad, lo que hacía lógico irse y regresar cuando la acción retomaba su impulso. En Wall Street, esta estrategia tuvo cierta vigencia entre 1960 y 1987, cuando la estacionalidad mostraba fuertes evidencias de rendimiento inferior en los meses de mayo a octubre. Sin embargo, tras el crash del mercado de 1987, los patrones históricos comenzaron a cambiar. La elevada volatilidad y los cambios estructurales del mercado, entre ellos la globalización financiera, la aparición de nuevos instrumentos y la intervención monetaria, contribuyeron a que la estrategia pasiva de mantener inversiones en verano empezara a superar a la de vender y salir del mercado. Durante los años posteriores al crash, mantenerse invertido durante el verano se convirtió en parte de una estrategia que ha dado mejores resultados, al menos en términos generales y de retorno promedio.
Datos compilados por LPL Financial muestran que, desde 1950, el índice S&P 500 ha presentado un rendimiento promedio del 1.8% en el periodo de mayo a octubre, cifra inferior al rendimiento durante el resto del año, noviembre a abril. Si bien esta diferencia ha sustentado la percepción de que los meses estivales son menos favorables para la inversión, la realidad es más compleja. La temporada estival ha resultado positiva en un 65% de los años, lo que indica que la tendencia negativa no es absoluta ni garantizada. Además, la coyuntura actual en Wall Street está dominada por factores que difieren considerablemente de las condiciones tradicionales en que se basaban estas reglas de inversión.
Hoy en día, la influencia de políticas económicas, la incertidumbre en el comercio internacional y la volatilidad derivada de eventos geopolíticos tienen un peso mucho mayor en el comportamiento del mercado que la estacionalidad per se. Por ejemplo, las negociaciones comerciales entre Estados Unidos y China, de gran impacto en la economía global, generan fluctuaciones y riesgos que no se ajustan a patrones históricos de forma predecible. Asimismo, las decisiones de política monetaria, como las tasas de interés y los estímulos económicos, modifican la percepción y el comportamiento de los inversores, desdibujando las señales que una vez dictaron los patrones estacionales. Los estrategas técnicos actuales apuntan a que el mercado está operando en un ciclo caracterizado por alta volatilidad impulsada por noticias, en lugar de por tendencias estacionales predecibles. Larry Tentarelli, estratega en Blue Chip Daily Trend Report, destaca que este año el mercado es diferente y que la recomendación sería aprovechar las caídas para comprar, en lugar de vender ante la subida, una táctica que va en contra de la tradición de retirarse en mayo.
Asimismo, Adam Turnquist, de LPL Financial, advierte que las variables como la incertidumbre arancelaria y las decisiones de política monetaria pueden “hacer llover o despejar”, metafóricamente hablando, el clima del mercado, señalando que la estacionalidad puede aportar información, pero no explica la complejidad del presente momento. Por otro lado, la influencia de la tecnología, la rapidez con la que se difunden las noticias y la sofisticación de los mecanismos de inversión generan que los mercados se adapten permanentemente y que se busquen oportunidades en períodos que antes se consideraban menos favorables. Este ambiente fomenta tanto la actividad continua como una gestión activa más que la estrategia pasiva de limitar la exposición según el calendario. En conclusión, la máxima de «vende en mayo y vete» no desaparece completamente, pero claramente pierde peso frente a una realidad de mercado que exige análisis más profundos y adaptados al contexto actual. Los inversores tienen más en cuenta las dinámicas políticas, económicas y tecnológicas que los meses del año para tomar decisiones.
Por ello, Wall Street no parece estar dispuesto a darle credibilidad ciega a este antiguo consejo. La recomendación para quienes quieran navegar con éxito los mercados actuales es mantenerse informados sobre los factores que realmente influyen en la economía global, entender que la volatilidad es parte del ecosistema y que adaptarse a ella es fundamental para identificar oportunidades de inversión más allá de los calendarios tradicionales. En definitiva, puede ser un buen momento para dejar atrás las viejas reglas y adoptar una visión más dinámica y flexible que reconozca que el mercado de hoy no funciona con la misma lógica que hace décadas.