En el contexto mundial actual, la situación económica de la región de Medio Oriente y África del Norte (MENA) se encuentra en un momento crítico, caracterizada por una serie de choques macroeconómicos que han transformado el panorama económico desde 2020. En su informe de actualización económica de octubre de 2023, el Banco Mundial destaca cómo los mercados laborales y los niveles de ingresos se han visto severamente afectados, generando consecuencias significativas para millones de personas en la región. Desde el impacto de la pandemia hasta los efectos persistentes de la invasión rusa de Ucrania, MENA ha lidiado con una inestabilidad económica sin precedentes. La economía de la región se ha enfrentado a una desaceleración notable, con previsiones de crecimiento que se desploman a un 1.9% en 2023, comparado con el robusto crecimiento del 6% experimentado en 2022, impulsado por un repunte en los precios del petróleo que benefició a las economías del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG).
Esta caída en las expectativas de crecimiento afecta de manera desproporcionada a los países exportadores de petróleo, especialmente aquellos dentro del CCG, que están sintiendo el peso de la crisis económica global más intensamente. El informe revela que el crecimiento del PIB per cápita en MENA se espera que caiga a un alarmante 0.4%, descendiendo de un 4.3% en 2022. Esta situación es particularmente preocupante para los países importadores de petróleo, que continúan lidiando con las secuelas del endurecimiento de las condiciones financieras globales.
Además, aunque la inflación comienza a aliviarse en las economías del GCC y entre los exportadores de petróleo en desarrollo, las depreciaciones de las tasas de cambio siguen alimentando presiones inflacionarias entre los importadores de petróleo en desarrollo. Los choques en los precios de las materias primas resultantes de la COVID-19 y la guerra en Ucrania han generado una volatilidad sin precedentes en los términos de intercambio de la región. Uno de los aspectos más alarmantes del informe es el impacto humano de estos choques económicos. En comparación con otras economías emergentes y en desarrollo, MENA ha visto un aumento en el desempleo que casi duplica el de esas otras regiones. Se estima que los desafíos macroeconómicos presentados entre 2020 y 2022 llevaron a 5.
1 millones de personas a perder sus empleos en MENA, sumándose a las altas tasas de desempleo preexistentes que ya afectaban a los países de la región antes de la pandemia. Este fenómeno destaca la fragilidad del mercado laboral, donde muchas personas se enfrentan a la incertidumbre y a la precariedad. Las consecuencias de la pérdida de empleo son profundas y duraderas. El informe subraya que estos choques transitorios pueden tener efectos permanentes en la fuerza laboral de la región, lo que se refleja en un aumento de las tasas de desempleo a largo plazo y en la informalidad del trabajo tras los despidos involuntarios. Además, la reducción de los ingresos reales durante períodos de alta inflación tiene implicaciones severas para los estándares de vida y contribuye a crecer las desigualdades existentes.
Los autores del informe abogan por una respuesta efectiva a esta crisis, subrayando la necesidad de encontrar un equilibrio entre la flexibilidad de los salarios en tiempos adversos y la protección de los más vulnerables a través de transferencias monetarias bien dirigidas. Con un enfoque en la política económica, sugieren que es posible mitigar el impacto de las crisis económicas sobre la población, siempre que se adopten medidas adecuadas. La actualización económica de octubre de 2023 no solo pone de relieve los retos, sino que también impulsa el diálogo sobre posibles soluciones. Las discusiones se centran en la necesidad de crear un entorno económico más resiliente y en la implementación de políticas que fomenten la inclusión y el desarrollo sostenible. La inversión en capacitación y educación se presenta como un camino esencial para abordar los retos del desempleo y la informalidad, asegurando que la fuerza laboral esté equipada con las habilidades necesarias para adaptarse a un mercado laboral en constante evolución.
En este sentido, la complicación del tejido laboral en MENA también invita a una reflexión más amplia sobre la economía global. El paso hacia una transición más sostenible debe ser acompañado por un sentido de urgencia y colaboración entre países. Las políticas de desarrollo que prioricen las necesidades sociales y económicas de la población no son solo deseables, sino necesarias. Mientras el mundo sigue enfrentando una serie de crisis interrelacionadas, desde el cambio climático hasta las tensiones geopolíticas, el informe del Banco Mundial resuena como un llamado a la acción. En un periodo de rápida transformación, se vuelve esencial que los países de la región consideren estrategias innovadoras que no solo respondan a las crisis actuales, sino que también preparen el terreno para un futuro más sostenible y equitativo.
La necesidad de un enfoque coordinado entre los varios países de MENA se hace evidente, ya que el bienestar de todos los países de la región está intrínsecamente conectado. La cooperación regional se convierte en un factor clave para impulsar la estabilidad económica y social, facilitando un intercambio de políticas y experiencias que se traduzcan en un crecimiento sostenible. En conclusión, la actualización económica de octubre de 2023 para Medio Oriente y África del Norte presenta una visión desgarradora de los desafíos que enfrenta la región en medio de una crisis económica prolongada. Sin embargo, también abre la puerta a un diálogo necesario sobre cómo abordar estos problemas. La implementación de políticas efectivas y solidarias podría cambiar la trayectoria del desarrollo en MENA, llevando a una recuperación que priorice a las personas y promueva un futuro más próspero para todos.
La esperanza radica en la capacidad de los líderes de la región para actuar con determinación y propósito en este contexto desafiante.