En el mundo del software de oficina de código abierto, dos nombres han dominado la conversación durante más de una década: OpenOffice y LibreOffice. Aunque ambos proyectos surgieron con el objetivo común de ofrecer una alternativa gratuita y libre a los paquetes propietarios como Microsoft Office, su evolución ha divergido considerablemente. Sorprendentemente, OpenOffice aún continúa siendo recomendado por ciertos usuarios, sitios web y hasta algunos autores tecnológicos pese a contar con vulnerabilidades de seguridad que no han sido corregidas en un período prolongado, llegando a sumar más de un año sin solución. Esta situación genera preocupación dentro de la comunidad, que advierte sobre los riesgos potenciales y la necesidad de optar por alternativas más seguras y activamente mantenidas. Apache OpenOffice, fragmento del legado de StarOffice y Oracle, fue durante años el referente para quienes buscaban software de oficina libre.
Sin embargo, desde la última actualización significativa en 2014 con la versión 4.1, el proyecto ha mostrado un estancamiento evidente. La mayoría de los compromisos recientes en su repositorio se limitan a correcciones triviales como cambios en el formato del código o limpieza de espacios en blanco, reflejando una actividad superficial que no aporta mejoras reales ni soluciones de seguridad importantes. Este mantenimiento casi fantasmal genera dudas sobre la voluntad real del equipo detrás de Apache OpenOffice y sobre la sostenibilidad del proyecto a largo plazo. El problema se acentúa debido a la existencia de vulnerabilidades de seguridad conocidas que permanecen sin parchear desde hace bastante tiempo.
La comunidad técnica y el equipo responsable de LibreOffice han instado repetidamente a que se informe a quienes recomiendan OpenOffice sobre esta situación, ya que usar un software con brechas sin resolver puede exponer a los usuarios a ataques maliciosos, pérdida de datos o compromisos del sistema. La falta de respuestas claras por parte de la Apache Software Foundation, que actualmente administra el proyecto, agrava el problema y despierta críticas en torno a la gestión y transparencia. No es raro que muchas personas se mantengan leales a OpenOffice por el simple motivo de la familiaridad. Tras años de uso, el entorno, la interfaz y la experiencia de usuario de OpenOffice pueden sentirse más cómodos para algunos, especialmente para aquellos que provienen de generaciones anteriores de software o que no siguen de cerca los cambios en el ecosistema. Esta resistencia al cambio también se refleja en recomendaciones continuas por parte de bloggers, sitios especializados y hasta ciertos manuales impresos que aún citan OpenOffice como opción viable.
Sin embargo, esta situación presenta un riesgo. La evolución tecnológica y de amenazas en el ámbito digital es rápida, y una falta de mantenimiento activo implica que cualquier vulnerabilidad descubierta puede ser explotada, dejando a los usuarios sin defensa real. Por eso, tanto expertos como comunidades de software libre hacen un llamado urgente a dejar de recomendar OpenOffice y migrar hacia proyectos vivos, con actualizaciones constantes y respuesta proactiva ante riesgos. LibreOffice representa el ejemplo más claro de esta evolución positiva. Nacido como una bifurcación de OpenOffice, LibreOffice se ha convertido en un completo y robusto paquete de oficina que no sólo corrige errores históricos, sino que implementa cientos de nuevas características, mejoras de rendimiento y sobre todo un compromiso firme con la seguridad y la privacidad.
Este proyecto es respaldado por una comunidad activa y por The Document Foundation, que recibe apoyo institucional y donaciones de usuarios y empresas. Además, LibreOffice ofrece compatibilidad con numerosos formatos, integración con estándares abiertos como OpenDocument, y mejoras continuas basadas en las necesidades reales del usuario final. Su ritmo de desarrollo es totalmente opuesto al observado en OpenOffice, con constancia en la incorporación de parches, ajustes y adecuaciones frente a los avances tecnológicos. Dentro de la diversidad de software de oficina, otras alternativas también están ganando terreno, especialmente aquellas centradas en la colaboración online y la facilidad de uso multiplataforma. Herramientas como OnlyOffice, Collabora Online (que también se basa en LibreOffice), y CryptPad brindan enfoques modernos que combinan seguridad, funcionalidad y accesibilidad, aunque con ciertas diferencias en formatos y modos de operación.
La persistencia de OpenOffice en la escena puede estar motivada por múltiples factores no técnicos. Algunos sugieren que existen contratos o compromisos legales que impiden cerrar oficialmente el proyecto o transferir su nombre y base a entidades más activas. Otros señalan el flujo de donaciones que recibe Apache OpenOffice, el cual podría estar incentivando a mantener el proyecto con mínimo esfuerzo, a pesar de que esos fondos podrían haber tenido un impacto más positivo si apoyaran a LibreOffice. Los usuarios y profesionales de tecnología deben ser conscientes de esta realidad para tomar mejores decisiones informadas. Recomendaciones de software desactualizado y vulnerable no sólo afectan la seguridad individual sino también la reputación y confianza en el entorno del software libre.
Por eso, el consejo unánime es evitar el uso de OpenOffice para trabajos que requieran integridad, confidencialidad y estabilidad. La comunidad de LibreOffice se esfuerza en comunicar este mensaje y promueve acciones para educar a los medios, bloggers, periodistas tecnológicos y usuarios finales. Diversas publicaciones en medios especializados, así como plataformas de redes sociales en la fediverso, están sirviendo de canal para difundir esta información crítica. Además, el llamado se extiende a aquellos que publican contenidos educativos o guías para que actualicen sus referencias, abandonando las menciones a OpenOffice en favor de proyectos mantenidos. Este contexto también resalta la importancia de la transparencia y responsabilidad en la gestión de proyectos comunitarios.