Ethereum, la segunda criptomoneda más importante en el mercado por capitalización, ha presentado un desempeño negativo notorio en el primer trimestre de 2025, experimentando una caída aproximada del 50% desde el inicio del año. Esta pérdida de valor ha generado gran preocupación entre inversores, analistas y la comunidad cripto en general, especialmente al comparar su evolución con la de Bitcoin y Solana, que han mostrado aumentos significativos en el mismo período. La caída de Ethereum obedece a una combinación compleja de factores técnicos, económicos y de percepción de mercado, que afectaron su poder de valorización y la confianza institucional. Comprender los motivos detrás de esta situación es esencial para analizar su futuro y el impacto que podría tener en el ecosistema de las criptomonedas en general. Durante 2024, Ethereum ya mostraba señales de desaceleración en su crecimiento.
Mientras que en ciclos alcistas previos, como el de 2021, esta criptomoneda había logrado incrementos superiores al 400%, en 2024 su avance fue mucho más modesto, con un aumento cercano al 47%. En contraste, Bitcoin y Solana lograron alcanzar máximos históricos en ese mismo año, reforzando su dominio y atractivo para inversores. Esta divergencia se reflejó también en la disminución de la dominancia de Ethereum en el mercado, que se redujo del 19% en 2024 a solo un 7% en 2025, evidenciando una pérdida sustancial de territorio frente a sus competidores. Uno de los elementos clave que ha influido en la caída de Ethereum es el enfoque en su hoja de ruta hacia las soluciones de capa dos (Layer 2). Desde la actualización Dencun implementada en marzo de 2024, Ethereum introdujo el "blobspace", un espacio para almacenar transacciones de capa dos, lo cual mejoró la capacidad de procesamiento y redujo las tarifas en estas redes secundarias.
Sin embargo, este avance técnico tuvo un efecto adverso no contemplado: redujo los ingresos y la tasa de quema de ETH, un mecanismo esencial que sostiene la propuesta de valor y deflacionaria del token. Consecuentemente, la circulación de Ethereum volvió a ser inflacionaria, con un aumento superior a 730,000 ETH desde abril de 2024, lo que presionó su oferta y afectó negativamente su precio. Esta dinámica sugiere que mientras Ethereum ha logrado avances técnicos para mejorar la escalabilidad y disminuir costes de operación, el impacto en su economía interna y percepción como un activo con escasez relativa ha sido contraproducente. La pérdida de su narrativa como "dinero ultrasónico", que resalta la capacidad del token para retener valor debido a un suministro estable o decreciente, representa un reto para el posicionamiento de Ethereum como inversión a largo plazo. Paralelamente, Solana ha experimentado un auge considerable gracias a una explosión en la actividad relacionada con las memecoins y los lanzamientos de tokens.
Desde el lanzamiento de plataformas como Pumpfun en enero de 2024, Solana ha sumado más de 17 millones de nuevas direcciones y más de 9.6 millones de tokens creados a través de este ecosistema. Esta fiebre por las memecoins ha aportado un volumen importante a la red, incrementando tanto sus ingresos como su demanda de token, y revalorizando su precio en el proceso. La capacidad de Solana para captar la atención de inversores minoristas y traders en busca de oportunidades rápidas ha sido decisiva para impulsar su desempeño en contraste con Ethereum. Bitcoin, por su parte, ha gozado de un renovado interés institucional, especialmente con la introducción y popularidad de los ETF (fondos cotizados en bolsa) basados en Bitcoin.
Desde que se lanzaron los ETF de Bitcoin spot en Estados Unidos, el flujo neto institucional hacia este activo ha alcanzado cifras récord, superando los 39,560 millones de dólares. Este volumen de inversión ha reforzado significativamente el precio de Bitcoin, que creció un 130% desde 2024. La narrativa sólida de Bitcoin como "oro digital" o reserva de valor ha calado ampliamente en el sector financiero tradicional, lo que facilita una mayor entrada de capital institucional. En comparación, los ETF de Ethereum han recibido flujos mucho más modestos, de apenas 2,490 millones de dólares, sin generar el mismo impacto positivo en el precio del token. La falta de una narrativa clara para ETH en el ámbito institucional limita su atractivo, que se ve además afectado por los movimientos especulativos, como las posiciones cortas disparadas por hedge funds que aprovecharon el diferencial de financiación alto para realizar la llamada "operación de base".
Al deshacerse de estas posiciones tras la caída del mercado en el primer trimestre de 2025, Ethereum experimentó movimientos bajistas más fuertes que los de Bitcoin o Solana. Otro factor determinante en esta dinámica ha sido la adopción y acumulación de criptomonedas por parte de empresas públicas y fondos de inversión. Figuras destacadas como Michael Saylor y su empresa Strategy han sido pilares en la estrategia de tesorería basada en Bitcoin, acumulando más de 553,555 BTC, alrededor del 2% de su oferta total. Esta concentración genera una presión compradora constante y un halo positivo que refuerza el precio del criptoactivo. Esta estrategia se está replicando paulatinamente con Solana.
Fondos de desarrollo DeFi y firmas especializadas han aumentado sus tenencias y se han rebrandeado para mostrar un compromiso a largo plazo con SOL. Lo contrario sucede con Ethereum, donde las empresas públicas tienen una presencia muy reducida en sus reservas y no muestran indicios de estrategias de acumulación significativa para el largo plazo, lo que limita su posicionamiento en el mercado institucional. Adicionalmente, Ethereum ha sido especialmente vulnerable a ataques cibernéticos durante el último año. Más del 50% de los criptoactivos robados desde 2024 correspondieron a ETH, incluyendo el hackeo masivo de Bybit en febrero, donde ladrones sustrajeron y liquidaron aproximadamente 1,400 millones de dólares en tokens ETH. Este tipo de eventos deteriora la confianza de los inversores y perjudica la estabilidad del precio, además de evidenciar retos en la seguridad de aplicaciones y protocolos basados en Ethereum, según datos de la plataforma Immunefi que registran un mayor número de hackeos en su cadena en comparación con otras.
En respuesta a estas adversidades, la Fundación Ethereum ha tomado medidas para intentar revertir la situación. Se han anunciado cambios en la estructura de liderazgo con la intención de reforzar el compromiso de la comunidad y acelerar el desarrollo de mejoras técnicas y de escalabilidad. El lanzamiento próximo de la actualización Pectra, previsto para el 7 de mayo, pretende introducir funcionalidades que mejoren la experiencia del usuario, la privacidad y la capacidad de la red en general. Estas optimizaciones podrían reanimar la confianza y atraer nuevamente la atención del mercado. Adicionalmente, la iniciativa Ethrealize, liderada por figuras clave como Vivek Raman y Danny Ryan, responsables de la transición de Ethereum hacia el Proof of Stake, busca posicionar a Ethereum en Wall Street y crear un ecosistema de productos para inversores institucionales.
Este esfuerzo intenta cerrar la brecha narrativa y estructural que hoy limita el ingreso masivo de capital tradicional hacia ETH. A pesar de la fuerte caída y la desaceleración, algunos indicadores comienzan a mostrar signos de estabilización para Ethereum. Por ejemplo, la relación de precios ETH/BTC ha dado indicios de haber tocado fondo, mientras que el ratio SOL/ETH parece aproximarse a un pico luego de una recuperación reciente en el mercado cripto. Estos movimientos sugieren un posible punto de inflexión que podría marcar el inicio de un nuevo ciclo para Ethereum, siempre y cuando las mejoras prometidas y el replanteamiento institucional se materialicen efectivamente. En conclusión, la caída significativa de Ethereum en el primer trimestre de 2025 responde a una convergencia de factores técnicos, económicos y de percepción de mercado.
El enfoque en soluciones de capa dos, que ha afectado su modelo de valor, la competencia feroz de proyectos como Solana impulsados por la actividad especulativa, la mayor aceptación y acumulación institucional de Bitcoin, así como los ataques de seguridad contra la red Ethereum, han erosionado su posición. No obstante, las acciones correctivas de la Fundación Ethereum y los desarrollos tecnológicos planeados podrían facilitar una recuperación y mejor desempeño en el futuro, pero dependerá de la capacidad del ecosistema para adaptarse y recuperar la confianza tanto de inversores minoristas como institucionales.