El mundo entero ha puesto durante mucho tiempo su atención sobre China como el actor dominante en la producción y procesamiento de elementos de tierras raras, minerales críticos para diversas industrias tecnológicas y energéticas. Sin embargo, a pesar de la percepción común, estos elementos no son tan escasos como su nombre sugiere. En realidad, la rareza de estos elementos radica más en la dificultad para extraerlos y procesarlos que en su verdadera cantidad en la naturaleza. Este dato resulta fundamental para entender por qué las recientes restricciones impuestas por China en la exportación de estos minerales, aunque alarmantes en apariencia, podrían no tener el impacto devastador que algunos pronostican. La escalada comercial entre Estados Unidos y China ha provocado que Pekín utilice una de sus herramientas de negociación más conocidas: limitar el acceso a minerales críticos, especialmente los elementos de tierras raras.
Estos minerales son esenciales en la fabricación de productos de alta tecnología, desde teléfonos inteligentes hasta turbinas eólicas y sistemas militares como los aviones de combate. En respuesta a los aranceles impuestos por la administración estadounidense, China comenzó restringiendo en 2023 la exportación de minerales como galio y germanio, seguidos por otros como el antimonio y el grafito. Recientemente, el país profundizó esta estrategia al someter siete elementos específicos de tierras raras —samario, gadolinio, terbio, disprosio, lutecio, escandio y itrio— a un riguroso programa de licencias de exportación a nivel global, dirigido principalmente a estrangular a las empresas estadounidenses. Cabe aclarar que estas restricciones apuntan a un subconjunto de las tierras raras conocido como las tierras raras pesadas, de las cuales China tiene control casi absoluto en la cadena global de suministro y procesamiento. Durante décadas, Pekín ha sustentado esta ventaja monopólica debido a su capacidad de procesamiento y a que el resto del mundo relegó esta industria por ser altamente contaminante y de bajo valor económico inmediato.
Aunque la palabra 'raro' induce a pensar en escasez, estos elementos abundan en muchas regiones del planeta, incluyendo Estados Unidos y Canadá, que poseen depósitos naturales significativos. No obstante, la extracción y el refinamiento son procesos complejos y ambientalmente desafiantes. Esto explica por qué, a pesar de las riquezas minerales, la oferta global se ha concentrado en China. El impacto de las restricciones chinas se modera además porque las cantidades de tierras raras usadas en los productos tecnológicos suelen ser muy pequeñas. Sirven funciones específicas y de apoyo, como mejorar la resistencia, la magnetización o la durabilidad de ciertos componentes, más que ser el principal ingrediente tecnológico.
Por ejemplo, en 2024 el valor de las importaciones estadounidenses de tierras raras fue mucho menor que el de productos cotidianos como judías frescas o papas fritas, una comparación que podría sorprender a muchos. En la industria automotriz, un uso clave de estos minerales es en la fabricación de imanes potentes que operan motores eléctricos a altas temperaturas, presentes en vehículos eléctricos y aparatos domésticos. La ausencia o escasez de tierras raras podría hacer que ciertos equipos tengan menor durabilidad o un rendimiento más limitado, pero no detendría completamente su funcionamiento. En otros sectores, las tierras raras contribuyen a fortalecer metales, mejorar sistemas de radar o incluso tienen aplicaciones médicas, como en tratamientos contra el cáncer. Sin embargo, la falta de estos minerales simplemente afectaría la eficiencia y la vida útil de muchos dispositivos en lugar de causar un colapso tecnológico.
La efectividad de las restricciones chinas también se ha visto erosionada por mecanismos que evaden estas limitaciones. Por ejemplo, ciertas naciones europeas, como Bélgica, han emergido como puntos de reexportación que facilitan la llegada de estos minerales a Estados Unidos mediante intermediarios comerciales. El fuerte vínculo político y económico entre la Unión Europea y Estados Unidos hace difícil que Pekín controle completamente esta ruta comercial, manteniendo flujo constante a pesar de las barreras directas. Además, desde la implementación de las primeras restricciones en 2023, el mercado ha demostrado una relativa estabilidad en los precios de las tierras raras, lo que indica que la oferta no se ha visto comprometida de forma drástica. Aunque las recientes medidas más estrictas han provocado un aumento notable en el valor de los minerales existentes en stock, estas fluctuaciones exponen también la posibilidad de que las empresas recurran al reciclaje de dispositivos electrónicos o a innovaciones tecnológicas para reducir su dependencia.
Tesla, por ejemplo, ha logrado disminuir en 2023 el uso de tierras raras en los motores eléctricos de sus vehículos en un 25 % y planea eliminar su utilización en el futuro mediante el desarrollo de nuevos tipos de imanes que no dependan de estos elementos. Este tipo de avances tecnológicos, sumados a la presión internacional para diversificar las fuentes de suministro, hacen que el supuesto monopolio chino sea cada vez menos seguro. En Estados Unidos y otros países occidentales, el potencial para explotar depósitos de tierras raras es grande pero ha sido desaprovechado. La minería y procesamiento de estos minerales enfrentan obstáculos económicos y ambientales significativos. La industria minera fue relegada debido a que, aunque la extracción es técnicamente posible, el bajo margen de ganancia y el impacto ambiental causan que muchas iniciativas sean económicamente inviables o políticamente impopulares.
La volatilidad del mercado también juega un papel importante. La demanda por tierras raras puede cambiar abruptamente al abrirse nuevas minas o fábricas de procesamiento, haciendo que los precios se desplomen y afecten la rentabilidad de las inversiones. Aun así, la reciente presión de las políticas chinas podría incentivar una reconsideración de estas inversiones en Norteamérica y otras regiones con recursos minerales, lo que representaría un cambio estratégico en la cadena global. La apertura de una nueva operación minera o de refinamiento en Estados Unidos podría tardar, según expertos, aproximadamente dos años. Si esto sucede, aumentará la capacidad competitiva global y se reducirá la hegemonía china, que mantuvo una ventaja significativa durante más de dos décadas.
Hoy día, se observa un resurgimiento del interés industrial en Europa, Australia, Canadá, Estados Unidos y América Latina, donde existen abundantes yacimientos esperando ser explotados. A nivel geopolítico, las restricciones chinas forman parte de un juego de poder en el contexto de la guerra comercial y tecnológica global. Sin embargo, la realidad del mercado y el avance tecnológico están erosionando paulatinamente la capacidad de Pekín para controlar completamente el acceso a estos recursos. La combinación de reciclaje, innovación en materiales alternativos y la posible reactivación de la minería en Occidente ofrece una ruta clara para que los países dependientes reduzcan su vulnerabilidad. En conclusión, aunque China sigue siendo un jugador clave en la cadena de suministro de elementos de tierras raras, su monopolio está enfrentando desafíos estructurales importantes.
La abundancia natural de estos minerales, sumada a las nuevas tecnologías y cambios en la industria minera, hace que el control total de estos recursos sea cada vez más difícil. Las políticas restrictivas pueden impactar a corto plazo, pero a mediano y largo plazo probablemente impulsarán una diversificación que beneficiará la seguridad y la autonomía tecnológica de Estados Unidos y sus aliados. Así, lo que parecía un escenario catastrófico para la economía y la innovación occidental debido a la dependencia de China, puede transformarse en una oportunidad para reconfigurar la producción y el consumo global de tierras raras. Más que una amenaza insuperable, las limitaciones chinas son un llamado a la acción para ampliar y fortalecer cadenas de suministro alternativas y continuar invirtiendo en la investigación de materiales y tecnologías innovadoras.