En un contexto económico global lleno de incertidumbres y con mercados financieros que enfrentan constantes desafíos, las ideas de líderes del sector de la gestión de activos cobran una relevancia fundamental para entender hacia dónde se dirige el futuro de las inversiones. Larry Fink, CEO de BlackRock, la mayor gestora de activos del mundo, ha ofrecido una propuesta revolucionaria que promete cambiar radicalmente la forma en que los inversores particulares acceden a los activos privados, tradicionalmente reservados para grandes instituciones y clientes de alto patrimonio. La carta anual de Larry Fink a los inversores, publicada en abril de 2025, ha pasado casi desapercibida en medio de turbulencias causadas por conflictos comerciales internacionales, pero contiene una visión con potencial para transformar el ecosistema financiero y la planificación financiera de millones de personas. El corazón de su mensaje es claro: para abordar desafíos demográficos y económicos globales, como el envejecimiento poblacional y la insuficiencia de las pensiones, es necesario abrir las puertas de los mercados privados a los inversores comunes. Históricamente, la mayoría de los portafolios de inversión tradicionales han seguido modelos conservadores, con un enfoque clásico en una mezcla de 60% acciones y 40% bonos.
Sin embargo, Fink sugiere que este esquema está quedando obsoleto y que la incorporación de un 20% en activos privados podría resultar en mejores rendimientos y mayor diversificación para los inversores. Los activos privados comprenden inversiones en áreas como capital privado, infraestructuras y bienes raíces que no se negocian en mercados públicos. Estos activos suelen ofrecer rentabilidades superiores a las inversiones públicas, pero vienen acompañados de menor liquidez y mayor complejidad, lo que justifica su exclusión tradicional de las carteras minoristas. Lo innovador en la propuesta de Fink es la idea de democratizar el acceso a ese tipo de activos mediante la tecnología y la regulación. Señala que la digitalización y, en particular, la tokenización —la creación de versiones digitales fraccionadas de activos físicos o contratos, cuya propiedad se gestiona en cadenas de bloques— pueden permitir que inversores individuales compren y vendan participaciones en proyectos de infraestructura o bienes raíces con la misma facilidad con la que hoy se comercian acciones o fondos en la bolsa.
Esta transformación no solo facilitaría la inclusión financiera de millones, sino que también abriría un nuevo canal de crecimiento para la industria de ETFs (fondos cotizados en bolsa). Imaginemos ETFs compuestos por colecciones diversificadas de tokens de activos privados, listos para ser adquiridos en minutos, con transparencia y costos potencialmente menores. Larry Fink admite que su mensaje también es un impulso para la posición estratégica de BlackRock, que ha empezado a ampliar su capacidad en productos de mercados privados, reconociendo que estos activos generan comisiones más altas y estables, dado que el capital invertido no puede ser retirado fácilmente. Esta característica conjunta beneficia a los gestores de activos al generar ingresos “pegajosos” que fortalecen la estabilidad financiera de la firma. Este enfoque es fundamental ante un contexto donde las poblaciones envejecidas demandan soluciones viables para asegurar ingresos durante la jubilación, mientras los gobiernos y entidades públicas enfrentan presiones financieras para cumplir sus compromisos de pensión.
La incorporación sistemática de activos privados podría contribuir a mejorar el rendimiento global de los portafolios de inversión y ofrecer rendimientos suficientes para cubrir dichas necesidades. Sin embargo, no todo es un camino sin obstáculos para esta visión. La regulación deberá adaptarse para proteger a los inversores minoristas frente a la complejidad y riesgos intrínsecos en los mercados privados. La falta de liquidez y la dificultad para valorar activos privados en tiempo real son desafíos importantes que la industria y los reguladores deben abordar conjuntamente para asegurar que la apertura de estos mercados no exponga a los pequeños inversores a pérdidas inesperadas. La educación financiera también juega un papel clave.
Para que el concepto propuesto por Fink sea exitoso, los inversores deben comprender el funcionamiento y características de estos nuevos vehículos de inversión. Solo así se podrá fomentar una adopción responsable y consciente. Además, la tecnología blockchain y la tokenización, aunque promisorias, todavía enfrentan barreras de aceptación y escalabilidad que deben superarse. La interoperabilidad de sistemas, la seguridad y la transparencia serán pilares para ganar la confianza del mercado. Más allá de estos retos, la propuesta se alinea con tendencias globales como la expansión de la digitalización financiera, la búsqueda de diversificación más profunda en portafolios y la democratización de productos antes exclusivos.