OpenAI, una de las organizaciones más influyentes en el desarrollo de la inteligencia artificial (IA), ha anunciado un cambio significativo en su estructura empresarial. La compañía que en su inicio fue concebida como una organización sin fines de lucro, planeaba convertirse en una entidad con fines de lucro, pero tras un proceso de reflexión y diálogo con autoridades regulatorias, ha optado por mantener el control en manos de su matriz sin fines de lucro. Esta decisión, que busca preservar su misión original de beneficiar a toda la humanidad, además de adoptar una estructura de corporación de beneficio público (Public Benefit Corporation, PBC), abre un nuevo capítulo en la forma en que OpenAI equilibrará la innovación tecnológica con la responsabilidad social y ética. El anuncio, dado a conocer en mayo de 2025, fue acompañado por una declaración de Sam Altman, CEO de OpenAI, quien destacó la importancia de crear “un cerebro para el mundo” que sea accesible y útil para cualquier persona y propósito, con ciertas limitaciones para no interferir en la libertad de otros. Esta visión subraya la ambición de la empresa de democratizar la inteligencia artificial, haciendo que esta herramienta potente y revolucionaria sea un recurso disponible para todas las personas y sectores.
Durante sus primeros años, OpenAI operó bajo la premisa de un modelo sin fines de lucro, con la intención de dedicarse exclusivamente a la investigación científica abierta y al desarrollo ético de la inteligencia artificial. Sin embargo, el enorme costo asociado al entrenamiento y mantenimiento de modelos de inteligencia artificial avanzada, que puede ascender a cientos de miles de millones o incluso trillones de dólares, hizo que la organización considerara una transición a un modelo parcial con fines comerciales para atraer inversiones necesarias. Inicialmente, OpenAI había planteado una estructura comercial en la cual los retornos para inversores y empleados estarían limitados a un máximo de 100 veces su inversión. Este modelo de lucro limitado reflejaba un intento de equilibrar el crecimiento y la atracción de capital con su misión ética y social. Sin embargo, esta estrategia enfrentó resistencia tanto en el ámbito público como en el sector privado.
Líderes cívicos y las oficinas de las Fiscalías Generales de California y Delaware, con supervisión sobre el estatus sin fines de lucro de OpenAI, indicaron que podrían poner trabas legales a esta transición. Además, figuras influyentes como Elon Musk y algunas grandes empresas tecnológicas expresaron públicamente sus preocupaciones y oposición. En respuesta a estas circunstancias, OpenAI modificó su plan original. En lugar de renunciar al control sin fines de lucro, su junta directiva sin ánimo de lucro mantendrá la supervisión total sobre la entidad comercial. La estructura comercial, que anteriormente funcionaba como una empresa con fines de lucro limitada por techo de beneficios, evolucionará hacia una corporación de beneficio público.
Este tipo de entidad, caracterizada por combinar objetivos comerciales con un compromiso expreso de generar un impacto positivo social o ambiental, es cada vez más común en empresas que operan en sectores de alta innovación y responsabilidad, como lo son, por ejemplo, Anthropic y xAI. Este cambio implica que los inversores y empleados tendrán ahora acciones sin límites en la apreciación de sus ganancias, lo que facilita la captación de fondos en el futuro y satisface a aquellos interesados en un retorno financiero más tradicional. Pese a esta apertura en la estructura del capital, la primera preocupación de OpenAI sigue siendo su misión fundacional: asegurar que la inteligencia artificial avanzada beneficie a todas las personas y no solo a un grupo reducido. El fortalecimiento del papel de la entidad sin fines de lucro permite que esta reciba una participación accionaria significativa en la nueva estructura corporativa bajo la forma de PBC. A medida que esta empresa comercial crezca en valoración, el patrimonio y los recursos de la entidad sin fines de lucro también aumentarán, permitiendo que el trabajo en programas sociales, educativos y científicos vinculados a la IA se fortalezca y se amplíe.
Sam Altman enfatizó que este cambio de modelo abre un escenario más amplio y competitivo en el desarrollo de la inteligencia artificial general (AGI, por sus siglas en inglés). Anteriormente, el modelo con límites a la rentabilidad parecía viable en un mercado con un solo actor dominante, pero ahora que existen múltiples empresas entusiastas y competidoras en AGI, es necesario adoptar una estructura más flexible y capaz de captar mayores inversiones. Asimismo, Altman señaló que el modelo futuro requiere una inversión financiera de una escala gigantesca, “cientos de miles de millones y posiblemente trillones de dólares”, para entrenar y expandir las capacidades de la inteligencia artificial y llevar sus beneficios a toda la humanidad. Esto significa que el compromiso con la democratización y el acceso universal a la IA debe ir acompañado de una estrategia empresarial sólida para garantizar la sustentabilidad y capacidad operativa. La decisión de mantener el control sin fines de lucro, junto con la conversión a una corporación de beneficio público, ha sido recibida con interés y escepticismo.
Por un lado, permite a OpenAI continuar operando con un fuerte compromiso ético y social, alineado con sus ideales fundacionales y la expectativa pública. Por otro lado, la ausencia de un límite en las ganancias potenciales podría suscitar preocupación sobre la posible desigualdad o concentración de poder, si no se mantienen efectivamente los frenos y controles impuestos por la junta sin fines de lucro. Un aspecto peculiar es que Sam Altman todavía no posee una participación accionaria directa en OpenAI, algo infrecuente en empresas de alto perfil en el sector tecnológico. Esta realidad revela una suerte de desvinculación directa de los incentivos económicos por parte del líder, que podría interpretarse como un compromiso con la misión general de la empresa por encima de intereses personales de lucro. Desde la perspectiva legal y regulatoria, la transición conlleva un proceso de aprobación y supervisión activo.
La Fiscalía General de California está en proceso de revisar la nueva propuesta de OpenAI y mantiene conversaciones con la compañía para asegurar que la estructura respecta tanto las leyes como el interés público. La supervisión estricta por parte de las autoridades destaca el delicado equilibrio que debe mantenerse entre innovación empresarial y responsabilidad social en el campo de la inteligencia artificial. Finalmente, la evolución de OpenAI refleja la complejidad y desafío que representa mantener un liderazgo responsable en un sector tecnológico tan disruptivo. La búsqueda de un modelo que combine la capacidad financiera para competir globalmente, la garantía de que el desarrollo tecnológico se mantenga ético y abierto, y la protección de los intereses públicos, es un tema central para el futuro de la inteligencia artificial. En resumen, OpenAI ha reafirmado su compromiso de mantener el control de su misión a través de una entidad sin fines de lucro que supervisa una corporación de beneficio público.
Esta estructura híbrida pretende facilitar la captación de inversiones necesarias para continuar el desarrollo de IA avanzada, a la vez que promueve un futuro en el que sus beneficios puedan llegar a toda la humanidad. El movimiento pone en evidencia la madurez del debate sobre ética, gobernanza y responsabilidad en la inteligencia artificial, y anticipa un futuro donde la innovación y el cuidado social deberán ir siempre de la mano.