Durante más de cuatro años, el rover Perseverance ha explorado incansablemente el cráter Jezero en Marte, un lugar que en el pasado albergó ríos, lagos e incluso posiblemente vida antigua. Equipado con tecnología avanzada y tubos herméticamente sellados, Perseverance ha recolectado muestras de suelo y rocas que, tras décadas de trabajo y una inversión multimillonaria, estaban destinadas a regresar a la Tierra para un análisis científico sin precedentes. Sin embargo, los recientes movimientos presupuestarios de la administración Trump ponen en peligro este ambicioso proyecto, conocido como Mars Sample Return (MSR), que podría quedar cancelado, dejando esas muestras atrapadas para siempre en la superficie marciana. La propuesta del 2 de mayo presentada por la Oficina de Gestión y Presupuesto (OMB) del gobierno estadounidense propone una reducción alarmante en la financiación de la NASA. Este recorte implica cortar un 25% del presupuesto total de la agencia espacial y casi la mitad de los fondos destinados a la ciencia, con la eliminación completa del programa MSR entre sus medidas más significativas.
Según el documento oficial, la cancelación se justifica debido a un supuesto exceso de costos y la expectativa de que futuras misiones tripuladas lograrán cumplir los objetivos actuales del proyecto. Sin embargo, esta postura ha sido recibida con sorpresa y fuertes críticas en la comunidad científica y espacial. Para entender el impacto de esta decisión, es importante contextualizar que el programa MSR es resultado de décadas de planificación colaborativa entre la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA). Su misión es revolucionaria, ya que representaría la primera misión interplanetaria con ida y vuelta que logra traer muestras intactas desde otro planeta a nuestro laboratorio terrestre. La importancia de estas muestras radica en su potencial para proporcionar evidencias directas y concretas sobre la historia geológica de Marte y la posible existencia de vida extraterrestre, una pregunta que ha cautivado a científicos e ingenieros por más de 50 años.
El director del programa MSR, Donya Douglas-Bradshaw, destacó en una reunión reciente del grupo MEPAG (Mars Exploration Program Analysis Group) que la misión representa un hito histórico: no solo sería la primera vez que se lanzaría un vehículo desde otro planeta, sino que también sentaría las bases para futuras exploraciones marcianas que combinan robótica y presencia humana. No obstante, Douglas-Bradshaw reconoció que el proyecto ha enfrentado desafíos, especialmente en materia de costos y retrasos. Evaluaciones independientes estimaron inicialmente un costo de alrededor de 11 mil millones de dólares y retorno de muestras aproximadamente en 2040, cifras que el equipo consideró poco realistas para mantener el apoyo financiero. Recientemente, se propuso un plan revisado para acelerar el proceso y reducir los gastos a unos 8 mil millones, buscando traer las muestras a la Tierra para 2035. Entre la comunidad científica, la cancelación propuesta ha suscitado indignación y frustración.
Para muchos expertos, el programa MSR no solo es crucial por sus méritos científicos, sino también por su papel en la preservación del liderazgo estadounidense en investigación espacial. Victoria Hamilton, presidenta de MEPAG, enfatiza que el proyecto ha sido considerado prioridad máxima en dos encuestas científicas nacionales consecutivas y advierte que abandonar MSR puede abrir la puerta para que naciones competidoras, como China, avancen en la exploración con muestras propias, posiblemente superando a Estados Unidos en este ámbito. La perspectiva de una misión tripulada como reemplazo inmediato genera escepticismo. Científicos como Scott Hubbard, ex director del programa marciano de la NASA, califican esta idea como impráctica para el corto y mediano plazo, señalando que una misión humana a Marte no es plausible antes de 2039 o 2040. Además, operaciones tripuladas conllevarían el alto riesgo de contaminación biológica de la superficie y de las muestras, comprometiendo la pureza científica que solo un programa robótico especializado como MSR podría asegurar.
La importancia de preservar muestras “prístinas” de diferentes muestras geológicas es un valor insustituible para investigadores que buscan entender la historia atmosférica y la posible biología marciana. El contexto internacional añade una dimensión estratégica a esta controversia. La Agencia Espacial Europea ha invertido casi 500 millones de euros en el diseño y construcción del Earth Return Orbiter (ERO), el componente que se encargaría de capturar las muestras en órbita marciana y traerlas de regreso a la Tierra. La cancelación de MSR dejaría a la ESA con una inversión muy costosa sin un propósito claro, lo que podría tensionar las colaboraciones transatlánticas y abrir la puerta para que asociaciones espaciales con otros países, como India o Rusia, ganen protagonismo. Por otro lado, países como China han anunciado ambiciosos planes de misiones robóticas para obtener muestras simples alrededor de 2030, lo que demuestra un avance rápido en disciplinas donde Estados Unidos corre riesgo de perder terreno.
Sin embargo, estas misiones chinas serían más básicas y menos científicamente exhaustivas que MSR, con menos enfoque en la variedad y calidad de las muestras, lo que limita su capacidad para responder las grandes preguntas sobre la vida y el pasado ambiental de Marte. Aún así, una misión exitosa enviaría un claro mensaje geopolítico y científico. Expertos de organizaciones como la Planetary Society, que promueven la exploración espacial responsable y ambiciosa, advierten que la propuesta de la administración de Trump no solo es prematura, sino potencialmente dañina para el futuro de la exploración espacial estadounidense. La cancelación de MSR implicaría perder ciencia valiosa por una inversión comparativamente baja, sobre todo al evaluarla frente a las costosas y lejanas misiones humanas que se planean para la siguiente década. Las repercusiones políticas y administrativas también son significativas.
Jared Isaacman, empresario y candidato propuesto para dirigir la NASA, aun no se ha pronunciado oficialmente sobre la situación del MSR. Su confirmación enfrenta una legislatura dividida, y su capacidad para influir en decisiones presupuestarias podría ser limitada. Algunos actores dentro de la comunidad espacial piden una postura más firme y rápida por parte del Congreso para defender a la NASA y evitar el retroceso en un ámbito donde Estados Unidos ha sido pionero. Incluso críticos históricos del programa MSR, como Robert Zubrin, conocido por su defensa de enfoques más económicos y variados en exploración marciana, se oponen a la cancelación radical porque entienden que la alternativa no puede ser paralizar por completo los esfuerzos de exploración en Marte. La pérdida de liderazgo y la posible pérdida de décadas de avances técnicos y científicos son demasiado costosas para la comunidad en general.
Frente a este panorama, la Agencia Espacial Europea ha adoptado una posición de cautela pero a la vez firme en la defensa de la cooperación internacional. Josef Aschbacher, director general de la ESA, ha hecho declaraciones públicas resaltando la importancia del trabajo conjunto con la NASA y otras agencias, mientras monitorea los efectos del proceso presupuestario estadounidense para ajustar sus planes. La reafirmación de alianzas con otros socios, como la India, demuestra que Europa busca diversificar su participación espacial y prepararse para posibles escenarios adversos con Estados Unidos. El potencial abandono del proyecto Mars Sample Return no solo representa un golpe para la exploración espacial sino que también puede tener consecuencias a largo plazo para la comunidad científica global y para la prestigiosa historia de Estados Unidos en la carrera espacial. La incertidumbre actual no debe desaprovechar la oportunidad de seguir invirtiendo en ciencia de frontera, que inspira a generaciones, estimula el desarrollo tecnológico y fortalece la posición de liderazgo global.
En conclusión, la propuesta de recorte presupuestario que amenaza con dejar las preciadas muestras marcianas en el planeta rojo va más allá de una simple cuestión financiera. Implica decidir el rumbo que Estados Unidos desea tomar en la exploración espacial de futuro y en la colaboración internacional para la ciencia planetaria. La ciencia martiana tiene mucho por revelar y depende de la voluntad política y del compromiso de las instituciones mantener viva esta apuesta por el conocimiento y la innovación tecnológica encaminada a responder algunas de las preguntas más profundas que la humanidad se ha planteado.