El lunes 28 de abril de 2025 quedará marcado en la historia de la península ibérica como el día en que un apagón masivo e inesperado dejó sin electricidad a España, Portugal y Andorra durante varias horas. La emergencia, que comenzó alrededor de las 12:32 horas, afectó a empresas, hogares y servicios públicos, paralizando prácticamente toda la actividad diaria y generando una situación de caos en distintas ciudades y regiones del territorio. Este evento extraordinario ha puesto a prueba la capacidad de reacción de las autoridades, operadores eléctricos y servicios de emergencia, además de abrir un debate sobre la vulnerabilidad y seguridad de las infraestructuras críticas en la era digital. En este texto se realiza un análisis en profundidad de las causas, consecuencias y el proceso de recuperación, aportando una visión completa de lo ocurrido, así como de las acciones tomadas para garantizar la restauración del suministro y la seguridad ciudadana. El apagón que afectó a España, Portugal y Andorra fue provocado inicialmente por una oscilación muy fuerte en los flujos de luz dentro de la red eléctrica.
Esta situación causó una desconexión de la península con los circuitos eléctricos europeos, lo que derivó en una pérdida total de energía en la mayoría de las zonas conectadas a la red peninsular. A diferencia de la península, las Islas Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla mantuvieron el suministro eléctrico durante todo el día, debido a que su conexión se realiza a través de sistemas independientes o con generadores que funcionaron sin interrupción. El director de operaciones de Red Eléctrica Española (REE), Eduardo Prieto, calificó la incidencia como “excepcional y extraordinaria”, señalando que en la historia de esta entidad no había ocurrido un evento similar. Explicó que, según simulacros y experiencias previas en otros países, la recuperación completa de la electricidad podría tardar entre seis y diez horas, dependiendo de cómo se acoplen los grupos de generación y la energización progresiva de la red de transporte eléctrico. Desde Portugal, el operador de red REN sugirió que un fenómeno atmosférico poco común, vinculado a variaciones extremas de temperatura interior, podría haber sido el desencadenante que afectó la estabilidad de la red.
Sin embargo, esta hipótesis no ha sido conclusivamente confirmada, por lo que permanecen abiertas otras posibilidades sobre las causas. En un primer momento, se barajó la posibilidad de que el apagón fuera resultado de un ciberataque, lo que generó preocupación sobre la seguridad informática de infraestructuras críticas. El Centro Criptológico Nacional (CCN-CERT), vinculado al Centro Nacional de Inteligencia (CNI), puso en marcha una investigación para detectar indicios de ataques informáticos. No obstante, con el progreso de las indagaciones y las declaraciones de la Comisión Europea y otras autoridades, esta teoría fue perdiendo fuerza, y actualmente no existen evidencias concluyentes que la apoyen. Las reacciones oficiales no se hicieron esperar.
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, convocó de forma urgente el Consejo de Seguridad Nacional para coordinar la respuesta a la crisis. Desde el Palacio de la Moncloa, pidió calma a la población, enfatizó la importancia de seguir la información oficial y descartó por el momento especulaciones sobre el origen del apagón. También hizo un llamado a la ciudadanía para realizar un uso responsable del teléfono móvil y evitar desplazamientos innecesarios, con el objetivo de no saturar las redes de comunicación ni complicar la labor de los servicios de emergencia. La magnitud del apagón provocó impactos inmediatos en múltiples ámbitos. El servicio ferroviario quedó paralizado en todo el territorio, afectando a trenes de cercanías, media distancia y alta velocidad (AVE).
Las redes de metro de grandes ciudades como Madrid, Barcelona y Valencia también detuvieron su funcionamiento, lo que generó la evacuación de pasajeros atrapados en los convoyes y túneles. En algunos casos, marcaron historia las imágenes de usuarios siendo rescatados por personal de emergencias y cuerpos de seguridad. Además, los semáforos dejaron de funcionar, lo que incrementó el riesgo en las vías y llevó a la Dirección General de Tráfico a pedir a los conductores máxima precaución y a evitar circular si no era estrictamente necesario. Los aeropuertos de Madrid-Barajas y Barcelona-El Prat, gracias a la infraestructura de generadores, mantuvieron un servicio relativamente normal, aunque algunos otros aeródromos experimentaron problemas derivados del apagón y tuvieron que cerrar temporalmente. Los hospitales se vieron enfrentados a una situación crítica, ya que la falta de luz afectó su capacidad operativa.
Sin embargo, lograron mantener la actividad esencial utilizando generadores de emergencia para preservar la atención en quirófanos y unidades de cuidados intensivos (UCIs). Esta contingencia puso de manifiesto la importancia de contar con planes de contingencia robustos que garanticen la continuidad de servicios vitales en momentos de crisis energética. Las fuerzas policiales, incluidos los Mossos d’Esquadra en Cataluña, fortalecieron su presencia en las calles para prevenir posibles incidentes de inseguridad que podrían surgir en un contexto de apagón generalizado. Pese a estas medidas y a un aumento inicial en la vigilancia, no se reportaron incidentes de gravedad vinculados directamente a la emergencia eléctrica. El avance en la recuperación del suministro se produjo de forma gradual.
Red Eléctrica Española anunció que empezó a reestablecer la tensión eléctrica desde el norte y el sur de la península, considerados puntos clave para atender la progresiva restauración del servicio. Este proceso implicó la energización paulatina de la red y el acoplamiento progresivo de las distintas centrales generadoras, en especial las centrales hidroeléctricas y los ciclos combinados, que fueron activados como medida prioritaria. A media tarde, algunas comunidades autónomas comenzaron a recuperar el suministro. Madrid, Andalucía, Extremadura, Cataluña, País Vasco y otras regiones del norte de España recibieron electricidad de forma parcial durante la tarde. Sin embargo, el restablecimiento total para todos los usuarios aún demandaba horas y esfuerzos coordinados entre operadores, el Gobierno y empresas del sector energético.
Este apagón histórico ha servido como una lección para los diferentes actores involucrados en la gestión de infraestructuras energéticas. Ha evidenciado la necesidad de fortalecer la resiliencia de la red eléctrica, mejorar los sistemas de monitorización y alerta temprana, así como garantizar procedimientos de respuesta rápida y coordinada ante emergencias. Asimismo, ha despertado un mayor interés público sobre el papel de las energías renovables y la diversificación de fuentes para evitar la dependencia crítica de una sola red o sistema. En el plano social, la crisis también ha puesto en relieve la importancia de la responsabilidad ciudadana durante episodios de emergencia. La recomendación de autoridades para limitar el uso de teléfonos móviles, evitar desplazamientos y mantener la calma ha sido fundamental para evitar el colapso de servicios esenciales y contribuir a una gestión eficaz del incidente.