En abril de 2025, la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC) lanzó nuevas directrices para las stablecoins, un tipo de criptomoneda diseñada para mantener un valor constante en relación con activos como el dólar estadounidense. Aunque la medida fue recibida con optimismo por gran parte de la industria cripto, no todos los sectores dentro de la SEC comparten esta visión. Caroline Crenshaw, comisionada del organismo, se manifestó de manera crítica respecto a la nueva posición regulatoria, marcando un debate relevante sobre la regulación de las stablecoins en el ámbito financiero. Las stablecoins, por su capacidad para ofrecer estabilidad frente a la volatilidad típica de las criptomonedas, han ganado mucha atención tanto de inversores como de reguladores. Sin embargo, la naturaleza y estructura de estos activos digitales representan retos únicos para los organismos vigilantes y legisladores.
La SEC, como uno de los principales entes reguladores en Estados Unidos, ha buscado crear un marco que determine cuándo las stablecoins pueden considerarse valores y qué obligaciones deben cumplir sus emisores. Bajo las nuevas directrices emitidas, ciertos criterios han llevado a la reclasificación de algunas stablecoins como “no valores”, eximiéndolas de ciertos requisitos de reporte de transacciones. Esta decisión fue interpretada por la industria cripto como un avance esperanzador, proporcionando un camino más claro para la integración de stablecoins en el sistema financiero tradicional. No obstante, Caroline Crenshaw expresó su desacuerdo, calificando la guía de “engañosamente incompleta” y señalando que presenta errores legales y fácticos que podrían inducir a una falsa percepción sobre la seguridad y funcionamiento del mercado de stablecoins. La comisionada Crenshaw advirtió que la guía de la SEC minimiza los riesgos asociados a las stablecoins y brinda una imagen distorsionada de cómo funcionan realmente.
Destacó que una gran mayoría, más del 90%, de estas monedas digitales se distribuyen al público minorista únicamente a través de intermediarios, como las plataformas de intercambio de criptomonedas, y no directamente. Esta consideración es crucial ya que influye en la supervisión y control que puede ejercer la SEC y otros reguladores financieros sobre la circulación y custodia de estos activos. Otro punto central de la crítica de Crenshaw se relaciona con la evaluación de la solvencia y salud financiera de los emisores. Según la comisionada, la evaluación basada simplemente en la comparación del respaldo en reservas con el valor total en circulación de la stablecoin es insuficiente y puede ser engañosa. Los emisores podrían tener riesgos financieros ocultos, derivados de otras actividades financieras y pasivos que no se reflejan en las reservas.
Por lo tanto, la declaración de la SEC de que las reservas igualan o superan el valor de la stablecoin no garantiza la capacidad de los emisores para satisfacer todas las demandas de redención, especialmente en escenarios de alta volatilidad o crisis de mercado. Desde el punto de vista legal, Crenshaw también cuestionó la interpretación jurídica que sustenta la exención de algunas stablecoins del régimen de valores. Afirmó que hay fundamentos insuficientes para tal clasificación y que la falta de requisitos de reporte podría limitar la transparencia y protección para los inversores, aumentando la posibilidad de riesgos sistémicos. A pesar de estas preocupaciones, la industria cripto global ha celebrado las novedades regulatorias como un signo de progreso. Referentes como Ian Ballina, fundador de Token Metrics, han manifestado que las nuevas directrices ponen énfasis en aspectos fundamentales para el desarrollo del ecosistema cripto.
De manera similar, líderes empresariales como Tan Tran y Ian Kane han reconocido el avance que representan estas medidas para quienes buscan operar dentro del marco regulatorio estadounidense. El contexto de estas discusiones también se ve influenciado por la evolución propia de algunas de las principales stablecoins. Por ejemplo, el emisor Tether ha comenzado a colaborar con una firma de auditoría reconocida para certificar sus reservas, en un movimiento que podría facilitar una relación más transparente y confiable con reguladores y usuarios. Este tipo de auditorías, junto con un posible entorno pro-cripto en la administración estadounidense, son vistos como factores que pueden acelerar la integración de stablecoins en la economía tradicional. La controversia alrededor de estas disposiciones refleja la complejidad que supone equilibrar la innovación tecnológica con la protección del mercado y los consumidores.
Las stablecoins ofrecen una propuesta valiosa para la transferencia y almacenamiento de valor con menor volatilidad, pero no están exentas de riesgos. Problemas como la solvencia de los emisores, la capacidad para manejar redenciones masivas y la regulación adecuada de intermediarios son desafíos que requieren atención y diálogo constante. El papel de la SEC, por lo tanto, es fundamental para establecer reglas claras que fomenten el crecimiento responsable del mercado cripto sin desatender los multifacéticos riesgos inherentes. Las voces críticas dentro del propio organismo, como la de Crenshaw, pueden servir para garantizar que las políticas regulatorias sean exhaustivas y consideren todas las dimensiones, desde la legalidad hasta la estabilidad financiera. Además, las discusiones sobre las stablecoins son solo una pieza en el panorama más amplio de la regulación de criptoactivos a nivel global.