El Bitcoin ha vivenciado recientemente un hito destacado al alcanzar los $104,000, posicionándose como uno de los activos digitales más observados en el panorama financiero global. Este repunte no solo ha captado la atención de traders y analistas por su magnitud, sino también por la aparente correlación que mantiene con la evolución de la oferta monetaria global, en particular la medida M2, con un retraso aproximado de 90 días. Esta conexión sugiere que los cambios en la cantidad de dinero en la economía mundial pueden anticipar movimientos significativos en el precio de Bitcoin, aportando una visión macroeconómica a un mercado que a menudo es percibido como volátil y descentralizado. El concepto de la oferta monetaria M2 abarca una amplia definición de dinero que incluye efectivo en circulación, depósitos a la vista y otros instrumentos líquidos. Es un indicador crucial para comprender la liquidez y el potencial expansivo de la economía mundial.
Cuando hay un incremento en la M2, generalmente implica que hay más dinero disponible en el sistema financiero, lo cual puede alimentar la inversión en diferentes activos, incluyendo criptomonedas como Bitcoin. El interés en la relación entre Bitcoin y la oferta monetaria M2 con un retraso temporal comenzó a ganar fuerza durante el ciclo alcista de 2021. Desde entonces, esta métrica ha sido utilizada por numerosos analistas para interpretar la trayectoria de Bitcoin, especialmente en momentos donde rompe con la correlación tradicional que mantenía con sectores tecnológicos o activos bursátiles clásicos. Al ajustar la curva de M2 con un retraso de 90 días, se ha observado que su patrón coincide estrechamente con los movimientos en el precio de Bitcoin, sugiriendo que las variaciones en la liquidez mundial impactan de forma diferida en el mercado cripto. Según Julien Bittel, jefe de investigación macroeconómica en Global Macro Investor, el gráfico que compara la M2 global con Bitcoin mantiene una narrativa sólida: la tendencia apunta hacia la alza.
Esta afirmación posiciona a la liquidez global como una fuerza subyacente que podría seguir impulsando la subida de Bitcoin en los próximos meses, especialmente si la oferta monetaria continúa su ascenso. Resulta interesante destacar que, aunque esta relación muestra una correlación notable, también exhibe una naturaleza flexible y depende de ciclos de liquidez más amplios. El análisis de CryptoSlate resalta que aunque la conexión es evidente en muchos aspectos, no se trata de un modelo infalible. La liquidez global a la que alude la M2 no incorpora ciertos elementos emergentes del ecosistema cripto, como la emisión de stablecoins o el crédito fuera de balance, que también influyen en la dinámica de mercado. No obstante, la oferta monetaria M2 sigue siendo una referencia valiosa para capturar las presiones sobre la liquidez a nivel sistémico, lo que ayuda a entender, con cierto grado de anticipación, las estrategias de inversión y la demanda en activos descentralizados.
En los últimos meses, la recuperación de Bitcoin desde niveles inferiores a $80,000 hasta superar la marca psicológica de seis cifras ha sido impulsada en parte por entradas consistentes en productos de inversión digital. Datos recientes muestran que solo en las últimas tres semanas se han canalizado cerca de $1.8 mil millones hacia ETFs relacionados con Bitcoin. La cifra más destacada apareció el 7 de mayo, cuando un solo día registró un ingreso neto de $422 millones liderado por el ETF al contado de BlackRock, con activos bajo gestión cercanos a los $58 mil millones. Este hecho subraya el peso creciente que tienen los canales institucionales y financieros tradicionales para la adopción y valorización de criptomonedas.
La correlación estadística que se observa entre Bitcoin y la oferta monetaria M2, considerando un retraso de 90 días, presenta un coeficiente promedio del 0.65 durante 180 días desde principios de 2024, reflejando una relación positiva y significativa. Sin embargo, si se analiza esta conexión en ventanas de 30 días, aparece una volatilidad notable que oscila desde fuertes correlaciones negativas a positivas, lo que aconseja prudencia y evita interpretar esta correlación como una herramienta predictiva definitiva para operar a corto plazo. Otros factores macroeconómicos también juegan un papel importante en la evolución del precio de Bitcoin. Por ejemplo, desde finales de febrero, el índice del dólar estadounidense ha mostrado una tendencia descendente cercana al 4%, lo que contribuye a una rotación de capital influenciada por el comercio internacional hacia activos alternativos descentralizados.
Este contexto favorece la búsqueda de refugio ante incertidumbres y fluctuaciones monetarias, posicionando a Bitcoin como un vehículo atractivo para protección y diversificación. Sin embargo, la relación entre el repunte de Bitcoin y la oferta monetaria M2 no siempre es lineal ni constante. A inicios de 2025, el incremento de M2 global fue de un 3.25%, pero el índice de M2 con retraso de 90 días mostró una leve disminución del 0.16%, mientras que Bitcoin subió aproximadamente un 8%.
Esta diferencia evidencia que Bitcoin puede experimentar movimientos independientes o incluso divergentes respecto a los indicadores tradicionales de liquidez, especialmente en periodos cortos o en respuesta a eventos específicos del mercado o presión institucional. Analizando un periodo más amplio, concretamente los últimos doce meses, Bitcoin ha mostrado una impresionante subida del 75%, en contraste con un incremento de la oferta monetaria global M2 de 3.8% y un aumento del M2 rezagado del 7.37%. Esto reafirma que, aunque la correlación con M2 es efectiva para interpretar tendencias a mediano y largo plazo, el rendimiento espectacular de Bitcoin supera por mucho cualquier crecimiento monetario convencional, subrayando su naturaleza como activo con características propias y un comportamiento sobresaliente dentro de los mercados financieros.
Es importante entender que, aunque el modelo del retraso de 90 días en la oferta monetaria M2 con la evolución de Bitcoin brinda una narrativa sólidamente respaldada por datos históricos, su utilidad como señal de trading puede estar limitada por factores externos y ruidos del mercado. Por lo tanto, en la práctica funciona más como un ancla emocional o un punto de referencia para traders y analistas que como una herramienta determinista para predicciones exactas. Actualmente, Bitcoin está consolidando su posición por encima de los $100,000, marcando un logro que destacará durante este año. Este fenómeno refleja no solo la continuidad de ciclos de liquidez globales que favorecen la inversión en activos digitales, sino también el creciente protagonismo de Bitcoin en la arquitectura financiera mundial, incluso en un escenario donde las condiciones económicas y geopoliticas son dinámicas y, en ocasiones, volátiles. El futuro del vínculo entre Bitcoin y la oferta monetaria global dependerá en gran medida de la persistencia de la liquidez y de cómo esta fluya hacia los mercados cripto a través de vehículos institucionales y fondos especializados.
La transparencia y disponibilidad de datos continuarán siendo claves para profundizar la comprensión de esta relación y para que los inversores puedan posicionarse frente a las oportunidades que brinda un activo único en su clase. En conclusión, la reciente escalada de Bitcoin por encima de los $100,000 no es un hecho aislado ni fortuito, sino que se encuentra estrechamente entrelazado con patrones globales de liquidez reflejados en la oferta monetaria M2 con un retraso de aproximadamente tres meses. Esta conexión proporciona una perspectiva macroeconómica importante para entender los movimientos de Bitcoin más allá del ruido especulativo, posicionándolo como un activo que responde no solo a la demanda interna del ecosistema cripto, sino también a variables macroeconómicas de alcance mundial. Mientras la liquidez global continúe su trayectoria ascendente, Bitcoin podría mantener o incluso acelerar su posición en los mercados, desafiando paradigmas tradicionales y consolidándose como un activo de referencia en la economía digital del futuro.