La reciente aprobación de un ETF de Bitcoin en los Estados Unidos ha puesto en evidencia la creciente brecha entre las políticas de criptomonedas en el Reino Unido y las de otras naciones que buscan liderar en el ámbito del criptoactivo. Mientras que el mercado estadounidense avanza hacia la adopción institucional de las criptomonedas, el Reino Unido parece estar dando un paso atrás, lo que pone en riesgo su ambición de convertirse en un centro global para el sector cripto. El 10 de enero de 2024, la Comisión de Valores de EE. UU. (SEC) aprobó un ETF de Bitcoin al contado, permitiendo que grandes entidades como BlackRock ofrezcan productos respaldados directamente por Bitcoin.
Esta noticia fue recibida con entusiasmo en el ámbito financiero, pero dejó a muchos en el Reino Unido preguntándose cómo podría alcanzar sus objetivos de ser un “hub cripto” en un entorno donde las restricciones son cada vez más severas. En octubre de 2023, la Autoridad de Conducta Financiera del Reino Unido (FCA) implementó regulaciones exhaustivas que catalogan a Bitcoin y otras criptomonedas como “inversiones restringidas para el mercado masivo”. Estas nuevas reglas fueron introducidas a pesar de las advertencias de expertos de la industria, quienes argumentaron que tratar todos los activos digitales como si tuvieran el mismo perfil de riesgo era un enfoque erróneo. Las nuevas regulaciones incluyeron un período de enfriamiento y rigurosas pruebas de idoneidad para los clientes, cuya finalidad era proteger a los consumidores de las inherentes volatilidades de las inversiones en criptomonedas. Sin embargo, los efectos de estas regulaciones han sido contrarios a lo que se esperaba.
En lugar de ofrecer claridad y seguridad, muchos expertos critican que las medidas han exacerbado la confusión y han aumentado el riesgo para los mismos consumidores que supuestamente buscaban proteger. A medida que las empresas de criptomonedas y los inversionistas comienzan a aplicar las nuevas regulaciones, ha surgido una creciente frustración en la comunidad cripto del Reino Unido, que se siente asediada por políticas que la obligan a replantear su modelo de negocio o, en muchos casos, a mudarse. El CEO de Solidi, una plataforma de intercambio regulada por la FCA, expresó su descontento en una entrevista reciente. Jamie McNaught dijo que los clientes honestos se encuentran ahora ante un dilema: vender sus activos digitales antes de que se impongan las restricciones, con la posibilidad de enfrentar altos impuestos sobre ganancias de capital, o proporcionar información falsa en sus aplicaciones. Este contexto ha generado críticas sobre la falta de opciones para los consumidores y ha dejado la puerta abierta a que se conviertan en víctimas de mercados menos regulados.
Guy Turner, un influyente creador de contenido y cofundador de The Coin Bureau, también se pronunció sobre el asunto. Turner trasladó su negocio a Dubái en 2022 debido a las crecientes dificultades para acceder a servicios bancarios en el Reino Unido, a pesar de que su empresa se dedica exclusivamente a la educación sobre criptomonedas y no a la emisión o comercialización de criptodivisas. Destacó cómo el Reino Unido, al introducir restricciones tan drásticas, está alejando tanto a inversores como a empresas, incentivando la migración hacia entornos más amigables con el criptoactivo. La reacción a las nuevas normativas ha sido variada, pero muchos ven un patrón que podría dañar la competitividad del Reino Unido en un sector global. Freddie New, jefe de política de Bitcoin Policy U.
K., lamentó que la FCA ignorara el consejo de expertos en un área tan novedosa. Subrayó que la manera en que se han implementado estas limitaciones no solo podría desincentivar nuevas inversiones, sino también empujar a los consumidores hacia alternativas no reguladas, exponiéndolos a riesgos mayores. El futuro de la regulación de criptomonedas en el Reino Unido parece incierto, y a medida que más empresas globales se mueven hacia jurisdicciones más flexibles, el país podría perder su posición en un mercado que, a pesar de la incertidumbre, ha demostrado ser altamente lucrativo. Con la aprobación del ETF de Bitcoin en EE.
UU., los ojos del mundo están puestos en cómo los líderes del Reino Unido responderán ante un entorno de inversión que evoluciona rápidamente y que, si no se atiende adecuadamente, podría verse comprometido. Además, la situación actual también plantea preguntas sobre el enfoque regulatorio más amplio que adopta el Reino Unido en comparación con sus competidores. Mientras que en EE. UU.
la regulación busca adaptarse al crecimiento del mercado de criptomonedas, alineándose con el objetivo de promover la innovación y la participación institucional, en el Reino Unido parece prevalecer un enfoque más restrictivo y cauteloso. En este contexto, la visión de un “hub cripto” en el Reino Unido parece ser cada vez más ilusoria. La combinación de regulaciones restrictivas, la falta de acceso a servicios bancarios y la percepción de un ambiente hostil hacia la innovación pone en evidencia la fragilidad de las ambiciones del país en este espacio. Con la constante evolución del sector y la competencia internacional creciendo, es imperativo que los reguladores del Reino Unido reconsideren sus políticas para evitar que el país se quede atrás en un mercado que está lejos de ser estático. En resumen, la aprobación del ETF de Bitcoin en EE.
UU. representa un avance significativo en la aceptación institucional de las criptomonedas, mientras que el Reino Unido, con sus regulaciones restrictivas, corre el riesgo de quedar rezagado en esta carrera. La discordancia entre los enfoques regulatorios podría tener repercusiones a largo plazo en la competitividad del Reino Unido, y quienes están a la vanguardia de esta revolución digital deben abogar por reformas que equilibren la necesidad de protección del consumidor con la intención de fomentar un entorno de inversión dinámico y accesible. Sin cambios significativos, el sueño de convertir al Reino Unido en un centro cripto podría convertirse en una simple aspiración.