El Sistema de Almacenamiento de Energía con Baterías, comúnmente conocido por sus siglas en inglés BESS (Battery Energy Storage System), representa una revolución en la forma en que almacenamos, gestionamos y distribuimos la electricidad. Con la creciente integración de energías renovables y la necesidad de garantizar redes eléctricas estables y seguras, estos sistemas adquieren un protagonismo indiscutible en la transición energética global. En su esencia, un BESS es una tecnología que utiliza un conjunto de baterías conectadas a la red eléctrica para almacenar energía eléctrica y liberarla cuando sea necesario. Su capacidad para responder de manera casi inmediata, incluso en menos de un segundo, a demandas o fluctuaciones del sistema eléctrico los convierte en la fuente de energía despachable más rápida que existe, permitiendo estabilizar la red y evitar apagones o interrupciones. Históricamente, los primeros sistemas de almacenamiento basados en baterías utilizaban tecnologías como el plomo-ácido, que aunque robustas, presentaban limitaciones en cuanto a densidad energética y requerían mantenimiento constante.
El avance tecnológico y la creciente demanda derivada del sector automotriz eléctrico han impulsado la adopción masiva de baterías de ion-litio, que actualmente dominan la mayoría de proyectos a escala utilitaria debido a su alta eficiencia, menor peso, mayor densidad energética y menor necesidad de mantenimiento. Sin embargo, no solo el litio define el mercado actual. La aparición y evolución de baterías basadas en fosfato de hierro y litio (LFP) está marcando un nuevo rumbo debido a su mayor seguridad, disponibilidad de materiales y vida útil prolongada. Estas baterías evitan muchos riesgos de seguridad asociados con químicas basadas en cobalto y presentan ventajas claras para instalaciones a gran escala. Otra tecnología prometedora son las baterías basadas en sodio, que comienzan a emerger como alternativas interesantes por su menor costo y seguridad inherente.
A pesar de contar con menor densidad energética que las baterías de litio, su principio de funcionamiento semejante y la ventaja de disponer de materiales abundantes hacen prever su aplicación creciente en almacenamiento estacionario. La importancia del BESS radica también en sus características operativas. A diferencia de centrales térmicas tradicionales o las hidroeléctricas de bombeo, las baterías no contienen partes mecánicas móviles, lo que se traduce en tiempos de arranque extremadamente cortos, incluso del orden de milisegundos. Esta capacidad permite controlar en tiempo real parámetros críticos de la red como tensión, frecuencia y fases eléctricas, minizando los riesgos por oscilaciones bruscas que podrían generar fallos o apagones generalizados. El almacenamiento mediante baterías se utiliza principalmente para cubrir demandas de pico durante breves periodos, generalmente entre una y cuatro horas, aunque las innovaciones tecnológicas buscan extender esta duración para satisfacer nuevas necesidades de la red.
Su colocación estratégica, cercana a consumidores o a plantas generadoras, reduce pérdidas y costos asociados a la infraestructura eléctrica, además de facilitar la rápida expansión en zonas urbanas o remotas. En términos de capacidad, a pesar de que los sistemas de almacenamiento por bombeo hidroeléctrico dominan aún el segmento por su gran volumen de energía almacenada, los grandes proyectos con baterías comienzan a acercarse en escala y despliegue mundial. Ejemplos de ello son instalaciones con capacidades superiores al gigavatio-hora y potencias de cientos de megavatios que además se complementan con fuentes renovables para conformar plantas híbridas más eficientes. Estos sistemas ofrecen no solo almacenamiento sino también servicios auxiliares esenciales para la red, como reservas operativas, regulación de frecuencia y soporte en situaciones de contingencia. La flexibilidad de los BESS contribuye a mitigar la intermitencia de fuentes eólicas y solares, facilitando una mayor penetración renovable sin comprometer la estabilidad.
El progreso tecnológico y la producción masiva han logrado una notable reducción en los costos por kilovatio-hora almacenado. En la última década, el costo se ha ido reduciendo progresivamente, llegando en 2023 a promedios que superan ampliamente la rentabilidad comparativa frente a tecnologías convencionales como las turbinas de gas para generación de picos. Además, la caída continua de estos costes fortalece la viabilidad económica de proyectos a pequeña y gran escala en distintas regiones del planeta. No obstante, la seguridad sigue siendo un área prioritaria de investigación y desarrollo. Aunque las baterías modernas están diseñadas con sistemas electrónicos de monitoreo y control que detectan cualquier anomalía, evitando fallos críticos, incidentes relacionados con incendios —especialmente en baterías de ion litio que contienen cobalto— han suscitado una atención especial.
En respuesta, la industria ha impulsado tecnologías de mitigación y baterías con químicas más seguras que minimizan esos riesgos. En el contexto global, países como Estados Unidos, China, Australia y naciones europeas están impulsando de manera agresiva el desarrollo e instalación de BESS como parte fundamental de sus estrategias energéticas nacionales. China lidera en capacidad instalada, superando las decenas de gigavatios de potencia y cientos de gigavatios-hora de energía acumulada. Estados Unidos, por su parte, continúa ampliando su infraestructura con proyectos emblemáticos que combinan almacenamiento y generación renovable. En Europa, el reto de aumentar la participación renovable en un mercado diversificado y la necesidad de equilibrar redes transnacionales impulsan grandes inversiones en almacenamiento batérico, con un enfoque en eficiencia y reducción de costos.