Corea del Sur se encuentra en un momento decisivo de su historia política con la entrada oficial de Lee Jae-myung en la carrera presidencial, un proceso que promete redefinir el rumbo del país ante los desafíos internos y externos que enfrenta. Lee, líder del principal partido de oposición, el Partido Demócrata, ha emergido como el favorito en las encuestas a menos de dos meses de las elecciones nacionales que se celebrarán el próximo 3 de junio de 2025, una contienda marcada por la destitución del expresidente Yoon Suk-yeol, cuyo mandato culminó abruptamente tras un fallo judicial en abril que confirmó la ilegalidad de la declaración de ley marcial que él había implementado en diciembre anterior. La figura de Lee Jae-myung es conocida en Corea del Sur no solo por sus propuestas políticas, sino también por su estilo directo y su capacidad para movilizar a los sectores liberales y progresistas del país. Tras haber perdido por un margen estrecho la elección presidencial en 2022 frente a Yoon, Lee ha fortalecido su posición como líder de la oposición, encabezando a su partido hacia una victoria contundente en las elecciones parlamentarias del año pasado. Este éxito le ha otorgado un impulso significativo que ahora planea aprovechar para llegar al poder ejecutivo.
Su discurso de campaña se ha centrado especialmente en abordar la creciente polarización económica que ha marcado la sociedad surcoreana en los últimos años. Según Lee, esta desigualdad se ha convertido en el principal motor de conflictos sociales y políticos, y una causa subyacente a la inestabilidad reciente que ha vivido el país. En su primer anuncio de candidatura a la presidencia, explicó que una de sus prioridades será implementar políticas para corregir esta brecha a través de inversiones masivas del gobierno en sectores estratégicos como la tecnología y el desarrollo del talento humano. Además, Lee Jae-myung ha prometido que su administración buscará revitalizar la economía nacional que depende en gran medida de la exportación. Para lograrlo, planea impulsar innovaciones tecnológicas que aumenten la competitividad global de Corea del Sur, así como fortalecer la educación y la capacitación profesional para preparar las futuras generaciones para los retos del mercado laboral globalizado.
En cuanto a la política exterior, Lee ha adoptado un enfoque pragmático, consciente de la complejidad de las relaciones internacionales en la península coreana y en la región Asia-Pacífico. A pesar de las críticas conservadoras que sugieren que un gobierno de oposición podría debilitar la alianza estratégica con Estados Unidos o afectar las relaciones con Japón, Lee ha subrayado la importancia de mantener estas alianzas, siempre priorizando el interés nacional de Corea del Sur. Ha declarado que la cooperación trilateral entre Seúl, Washington y Tokio es fundamental para la seguridad y el progreso económico de la región, pero que las decisiones siempre deberán tomar en cuenta los beneficios para la nación coreana. La elección presidencial llega en un contexto político volátil, con el país intentando superar la incertidumbre provocada por la destitución del exmandatario Yoon Suk-yeol, cuyo intento de imponer la ley marcial fue considerado ilegal y dañó la estabilidad democrática. Lee Jae-myung se presenta como una figura que promete restaurar la confianza pública en el gobierno y ofrecer soluciones concretas a problemas que afectan a amplios sectores de la población.
Sin embargo, el camino de Lee hacia la presidencia no está exento de obstáculos. Enfrenta varias investigaciones legales y procesos judiciales que podrían complicar su candidatura. Entre los cargos que se le imputan se encuentran supuestos actos de corrupción y su implicación en un escándalo inmobiliario valorado en mil millones de dólares. Además, sigue pendiente la apelación de una decisión judicial que en marzo revirtió un fallo previo que lo había condenado por violaciones a la ley electoral. Estas circunstancias generan expectativas diversas y debates sobre si estos procesos influirán en la campaña electoral o podrían invalidar su nominación.
No obstante, Lee cuenta con un apoyo popular considerable, beneficiándose también de su experiencia política y de su capacidad para conectar con un electorado que busca cambios en un sistema que perciben como desigual y estancado. La encuesta de Gallup publicada en abril refleja esta realidad, con un 34% de apoyo a Lee, muy por encima del 9% que detenta el candidato conservador principal, Kim Moon-soo, exministro de Trabajo de 73 años. Por otro lado, el panorama entre los conservadores se percibe fragmentado, pues el partido gobernante, el Partido del Poder Popular, planea definir a su candidato mediante una primaria en mayo, y los aspirantes actuales sólo cuentan con apoyo minoritario según las encuestas. Candidatos como Han Dong-hoon, exministro y expresentante del partido, así como Oh Se-hoon, alcalde de Seúl, y Ahn Cheol-soo, una figura destacada dentro del partido, compiten por la nominación, pero sin generar un consenso claro por el momento. Han Dong-hoon, quien alguna vez tuvo una cercana relación con el expresidente Yoon, se distanció tras apoyar su destitución y anunció oficialmente su candidatura poco después de que Lee hiciera lo propio.
Esta dinámica establece una contienda abierta donde la experiencia, la visión política y la capacidad para atraer a diversos sectores serán factores determinantes. Además de las tensiones políticas internas, el próximo presidente tendrá que enfrentar situaciones estratégicas en materia internacional, como las negociaciones con Estados Unidos sobre aranceles que afectan negativamente al comercio surcoreano, fundamental para su prosperidad económica. La posición que adopte en este aspecto será crucial para mantener la estabilidad económica y fortalecer su posición en el escenario global. Cabe mencionar que la vida de Lee también ha estado marcada por momentos dramáticos, como el ataque con cuchillo que sufrió en enero de 2024 durante un evento público, del que salió con vida tras ser sometido a cirugía. Este hecho generó una ola de apoyo y solidaridad que contribuyó a reforzar su imagen como un líder resiliente y comprometido con causas sociales.