Enfrentarse a la devastación causada por un desastre natural es una de las pruebas más difíciles que una persona puede atravesar. Shelby Rothman, una planificadora financiera que lo tenía todo antes del fuego que arrasó su casa en Burbank, California, se convirtió en un ejemplo de resiliencia y perseverancia. Su historia ilustra no solo el impacto emocional sino también el enorme costo económico y logístico que implica volver a empezar desde cero. Antes de la tragedia, Rothman gozaba de una vida estable. Su hogar era un refugio lleno de recuerdos y pertenencias acumuladas a lo largo de los años.
Sin embargo, cuando el incendio consumió su propiedad, perdió prácticamente todo, excepto un vehículo recreacional y el equipo de camping guardado en él. La pérdida de un hogar va más allá de la estructura física; implica también la desaparición de objetos cotidianos que hacen que la vida sea funcional y cómoda. Desde platos, utensilios de cocina, muebles hasta ropa, electrodomésticos y recuerdos personales son absorbidos por el desastre. Estas pequeñas cosas, que por lo general se adquieren poco a poco, se convierten en una carga financiera inesperada cuando deben ser reemplazadas de golpe. Tras el incendio, Rothman y su familia enfrentaron meses de incertidumbre y adaptación, viviendo en un hotel mientras buscaban un lugar donde establecerse nuevamente.
Los gastos inicialmente quedaron en sus manos, sumando aproximadamente 50,000 dólares solo para cubrir alojamiento temporal, fianzas para el alquiler de una nueva vivienda y la compra de mobiliario y efectos personales básicos. Estos costos reflejan una realidad que muchas familias tratan de evitar, pero que es común tras los desastres naturales: la necesidad de desembolsar grandes sumas de dinero rápidamente mientras esperan la ayuda de los seguros. En muchos casos, la espera puede ser prolongada, y no contar con un respaldo financiero pone en riesgo la estabilidad de los afectados. La experiencia de Rothman subraya la importancia de contar con un fondo de emergencia sólido. Tener ahorros equivalentes a tres o seis meses de gastos es fundamental para mantener la cabeza fuera del agua en momentos de crisis.
Este colchón financiero permite afrontar los gastos inmediatos sin depender exclusivamente de las aseguradoras o ayudas externas. Sin embargo, recibir un cheque del seguro no es un proceso simple ni rápido. Los trámites pueden ser complejos y tediosos. Un aspecto clave que Rothman destaca es la precaución necesaria para evitar fraudes. Debido a la vulnerabilidad de los afectados, surgen oportunistas que buscan aprovecharse mediante estafas vinculadas a reparaciones o reclamos.
Para minimizar estos riesgos, las compañías de seguros proporcionan información sobre personal autorizado, ajustadores y contratistas legítimos. Verificar siempre la identificación de quienes inspeccionan la propiedad y mantener comunicación directa con la aseguradora son pasos esenciales para protegerse. Otro desafío significativo es la documentación de las pérdidas. Resulta prácticamente imposible recordar todas las pertenencias que se tenían en la vivienda, y no contar con un inventario o evidencia visual puede dejar fuera muchos objetos del reembolso. Rothman recomienda llevar un video del interior del hogar antes de cualquier siniestro para facilitar pruebas al momento de reclamar.
En ausencia de esta precaución, la reconstrucción del listado de bienes implica revisar fotos, recuerdos y tratar de rememorar cada detalle para incluir la mayor cantidad de objetos perdidos. Esta tarea es emocionalmente agotadora y consume mucho tiempo. Más allá de lo económico, el proceso implica una reconstrucción también emocional. Perder un hogar es perder un espacio donde se construyeron relaciones, historias y seguridad. La incertidumbre y la pérdida de pertenencias afectan la salud mental, provocando estrés, tristeza y ansiedad que deben ser gestionados junto con los retos materiales.
Buscar apoyo profesional, desde asesoría financiera para manejar las deudas y los gastos inesperados, hasta ayuda psicológica para procesar el duelo, es vital para una recuperación integral. En conclusión, el costo de reconstruir la vida después de un desastre natural es mucho más que una cifra en dólares. Incluye gastos inmediatos que pueden ser exorbitantes, la complejidad de los procesos con las aseguradoras, la importancia de tener un fondo de emergencia y el manejo de las consecuencias emocionales. La historia de Shelby Rothman sirve como una guía para quienes enfrentan situaciones similares, recordando que la preparación y la resiliencia son las mejores herramientas para superar la adversidad.