En un escenario político donde las decisiones regulatorias pueden influir en billones de dólares, una facción de donantes multimillonarios en Wall Street está presionando fuertemente a Kamala Harris, actual vicepresidenta de los Estados Unidos, para que designe nuevos reguladores en caso de que gane la presidencia en noviembre. Este grupo de influyentes donantes considera que los actuales líderes regulatorios, especialmente Lina Khan, presidenta de la Comisión Federal de Comercio (FTC), y Gary Gensler, presidente de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC), representan barreras significativas para el crecimiento de sus negocios en sectores clave, como la tecnología y las finanzas. Las preocupaciones entre estos donantes no son nuevas, pero han cobrado fuerza en las últimas semanas. Durante llamadas privadas con el equipo de Harris y en eventos de recaudación de fondos, Khan ha sido mencionada repetidamente como un obstáculo de tamaño considerable en el ecosistema empresarial. Este descontento alcanzó su punto máximo tras comentarios públicos de figuras como Barry Diller, presidente de IAC Inc.
, quien se refirió a Khan como una "tonta" y se retractó posteriormente de sus palabras, pero el daño ya estaba hecho. Igualmente, Reid Hoffman, cofundador de LinkedIn, ha expresado que Khan está "librando una guerra contra los negocios estadounidenses". La designación de Khan por parte del presidente Biden en 2021 fue vista como un triunfo para los progresistas, y figuras como Elizabeth Warren la saludaron con aprobación. Sin embargo, los efectos de su enfoque regulatorio han sido palpables, frustrando a muchos en el mundo de las finanzas y la tecnología, que sienten que su falta de actividad ha provocado una sequía en fusiones y adquisiciones en los últimos años. En este clima, los donantes se han vuelto más vocales en su deseo de que su influencia en la política económica se materialice en un cambio de liderazgo.
La presión sobre Harris para que se deshaga de Khan y Gensler es especialmente problemática, ya que la vicepresidenta debe equilibrar el apoyo de los donantes con las expectativas de su base progresista. Harris, quien ha representado a Silicon Valley como senadora de California, es bien consciente de las demandas del sector tecnológico, pero también ha buscado apelar a los votantes que están molestos con las prácticas de las grandes corporaciones. Esto la coloca en una posición delicada, ya que cada decisión que tome podría afectar su imagen pública y su viabilidad electoral. El último argumento presentado por algunos de los donantes es que las acciones de la FTC bajo la dirección de Khan están perjudicando la economía. Los críticos de Khan señalan que su firme enfoque en bloquear fusiones podría estar socavando oportunidades de crecimiento para las empresas y creando un ambiente de negocios hostil.
Desde la FTC, Khan ha liderado esfuerzos para obstruir fusiones de alto perfil, como la propuesta adquisición de Activision Blizzard por parte de Microsoft, así como la fusión entre Kroger y Albertsons, un movimiento que muchos ven como vital para la pervivencia de estas empresas en un mercado cada vez más competitivo. Aunque el futuro de Khan parece incierto, su mandato expira en septiembre, y puede ser reemplazada por un nuevo presidente de la FTC si Harris gana y decide hacer cambios. Sin embargo, la legislación federal estipula que los miembros de la FTC sólo pueden ser destituidos por “ineficiencia, negligencia de deber o malfeasencia en el cargo”. Por lo tanto, la capacidad de Harris para ejercer su influencia sobre la FTC es limitada, lo que significa que cualquier movimiento para reemplazar a Khan podría llevar tiempo y ser complicado, especialmente en un entorno político polarizado. La situación es análoga para Gensler, cuyo mandato al frente de la SEC termina en 2026.
Mientras que Gensler ha sido un defensor de regulaciones más estrictas, su estilo de liderazgo ha generado frustración tanto entre donantes demócratas como republicanos. Una de las críticas más importantes es su enfoque hacia la industria de activos digitales, que ha sido percibido como despectivo por muchos en Wall Street. A medida que crece la presión sobre la SEC para regular el criptomercado, sus esfuerzos han sido criticados por asfixiar la innovación y el crecimiento en un sector que muchos consideran crucial para el futuro de la economía. Incluso figuras prominentes como Mark Cuban, que ha apoyado a Harris, han expresado que es hora de un cambio en la SEC. Cuban sugirió públicamente que desea ser considerado para una posición en la SEC, un comentario que resuena en un entorno donde los donantes influyentes esperan ver resultados tangibles en el futuro regulatorio.
El dilema para Kamala Harris se presenta en un entorno donde las regulaciones han tomado un papel protagónico en la conversación política, y donde cada movimiento es observado de cerca no solo por los votantes, sino también por los multimillonarios que han invertido en su campaña. La presión para actuar a favor de ciertos intereses económicos debe equilibrarse con la necesidad de captar un electorado más amplio que exige más control sobre los grandes conglomerados y las prácticas empresariales desleales. Este desafío es característico de la actual lucha interna dentro del Partido Demócrata, que se debate entre la tradición de cercanía con las empresas y la creciente demanda de responsabilidad social y económica. Por otro lado, la opinión de los donantes no es unánime. Algunos consideran que las críticas hacia Khan y Gensler pueden ser contraproducentes.
En el caso de Hoffman, uno de los donantes más significativos, sus comentarios han sido vistos como dañinos, ya que dificultan que la futura administración Harris implemente cambios necesarios sin dar la impresión de que actúa bajo el capricho de los ricos. Esto sugiere que el camino a seguir requiere, no solo habilidad política, sino una clara comunicación sobre los valores y principios que guiarán la administración de Harris en caso de que sea elegida. Mientras el ciclo electoral avanza, la influencia de los donantes multimillonarios y la presión para deshacerse de ciertos reguladores permanece en el aire. Con cada regalo, cada llamada y cada conversación, se desarrolla un juego de poder que podría redefinir el futuro de la política económica en los Estados Unidos, en un contexto donde la transparencia y la responsabilidad son más demandadas que nunca. En este sentido, la capacidad de Kamala Harris para negociar entre intereses en conflicto será crucial, no solo para su campaña, sino también para la dirección que tomará el país en el futuro cercano.
La intersección entre el dinero, la política y la regulación será uno de los aspectos más críticos a seguir en los próximos meses.