En un rincón sereno de Irlanda del Norte, un innovador programa de terapia con animales está transformando la vida de los residentes de los hogares de cuidado. Catherine Hoy, conocida como "la Susurradora de Animales", ha dedicado su vida a rescatar y rehabilitar una impresionante variedad de criaturas. Su esfuerzo por llevar compañía y consuelo a los ancianos ha ganado notoriedad en la comunidad, y su enfoque ha demostrado que la conexión entre humanos y animales puede ser un poderoso remedio para sanar almas y despertar recuerdos. Catherine comenzó su camino como amante de los animales desde una edad temprana. Rescataba todo tipo de animales: aves, mamíferos, e incluso reptiles, creando un santuario personal donde los animales recuperados pudieran vivir en paz.
Sin embargo, su visión se expandió cuando se dio cuenta de que muchos adultos mayores se sentían solos y desconectados en sus nuevos entornos de vida, lejos de los hogares que habían conocido durante décadas. La chispa de la idea de Catherine se encendió hace aproximadamente una década mientras vivía en Plymouth, Inglaterra. Un día, reflexionando sobre su propia experiencia con la diabetes tipo uno y las dificultades que había enfrentado, se preguntó: “¿Qué pasaría si un día me encontrara en un hogar de cuidado, alejada de mis animales?”. Esa inquietud la llevó a preguntarse cuántas personas mayores podrían estar sintiendo la misma soledad. Movida por este pensamiento, Catherine ideó un plan para llevar a sus animales a los hogares de cuidado, comenzando por uno cercano a su residencia.
Esperaba que su visita fuera un simple evento único que brindara alegría momentánea, pero la respuesta de los residentes fue tan abrumadora que rápidamente se dio cuenta de que había encontrado su verdadera vocación. Los residentes no solo esperaban sus visitas, sino que estaban ansiosos por interactuar con sus adorables mascotas, lo que motivó a Catherine a dedicar más tiempo a esta noble causa. Catherine actualmente transporta una “manada” de 36 gallinas, tres gansos, dos patos, dos perros, seis tortugas, dos cobayas, tres chinchillas y una paloma collarinada. Cada uno de estos animales tiene su propia personalidad y, según Catherine, son “los mejores terapeutas” que uno podría imaginar. A lo largo de los años, Catherine se ha dado cuenta de que la simple presencia de los animales y la posibilidad de acariciarlos genera una respuesta emocional en los residentes que es inigualable.
Uno de los hogares que ha visitado durante años es el Hogar de Cuidado Seapatrick en Banbridge. Sharon Bell, coordinadora de actividades del hogar, expresa que las visitas de Catherine han tenido un impacto positivo notable en muchos residentes, especialmente aquellos que padecen demencia. “Cuando los residentes están teniendo un día difícil, tener un pequeño animal sobre sus piernas puede calmarlos y brindarles una sensación de paz. Muchos de ellos tienen recuerdos de haber crecido en granjas y ver a estos animales les trae de vuelta esos momentos felices de su infancia”, explica Sharon. La terapia con animales no sólo beneficia a los residentes; también permite que los propios animales experimenten un ambiente lleno de amor y gratitud.
Catherine subraya la importancia de la felicidad de sus criaturas. “Si mis animales no están contentos, no puedo seguir adelante con mi programa”, asegura. Ella se toma el tiempo para conocer a cada uno de los residentes antes de cada visita para asegurarse de que la introducción de los animales sea bien recibida. “Siempre busco encontrar ese punto medio porque la comodidad y el respeto de todos son esenciales”, menciona. Además de su trabajo en el hogar Seapatrick, Catherine ha llevado su magia a otros centros de cuidado, donde su presencia es muy valorada.
Sus visitas no son solo momentos de entretenimiento; son experiencias terapéuticas que contribuyen a crear un espacio de calma y felicidad. Los residentes no solo preservan su conexión con la naturaleza y los animales, sino que también reviven recuerdos olvidados y se sienten más vivos, recibiendo el cariño que tanto necesitan. Catherine realiza todo esto de manera voluntaria. El impacto que tiene en la vida de las personas mayores le da una satisfacción profunda. "Hay algo absolutamente mágico en ver la alegría en los rostros de los residentes cuando interactúan con los animales.
Es un intercambio beneficioso para ambas partes", afirma. A pesar de que este trabajo es desafiante, Catherine se siente enriquecida por la experiencia, tanto para ella como para los animales. La relación simbiótica que ha creado entre ellos es un testimonio de cómo el amor y la dedicación pueden tener un impacto positivo en las vidas de los demás. La pandemia supuso un gran obstáculo para Catherine y su misión. Durante ese tiempo, no pudo visitar los hogares, lo que dejó un vacío en la rutina de muchos residentes que esperaban con ansias sus visitas regulares.
Sin embargo, después de que se levantaron las restricciones, la demanda por su trabajo se reavivó, llevando consigo una oleada de alegría y alivio tanto para ella como para los que la rodean. Hoy, Catherine continúa sus visitas y se siente impresionada por la resiliencia de los ancianos que ha conocido a lo largo de su camino. Mediante la terapia con animales, ha creado un espacio donde los ancianos pueden recordar, soñar y reír, todo mientras disfrutan de la calidez y la ternura que solo un animal puede proporcionar. Al final del día, no se trata solo de la terapia; se trata de la conexión humana que se crea a través de la empatía, el amor y el respeto, y lo que Catherine ofrece es mucho más que un simple momento de alegría: es una oportunidad para reconectar a los residentes con lo que significa vivir plenamente. En conclusión, la labor de Catherine Hoy y sus adorables animales es un recordatorio poderoso de que nunca debemos subestimar el poder del amor y la conexión.
En cada acaricia y en cada sonrisa, ella lleva un poco de esperanza y felicidad a un lugar donde a menudo hay soledad. La "Susurradora de Animales" no solo está cambiando vidas; está creando un legado de compasión que resonará por generaciones en la vida de aquellos a quienes ha tocado.