El interés en las metodologías para perder peso de manera saludable y sostenible ha impulsado la investigación sobre distintas estrategias nutricionales en los últimos años. Entre ellas, el ayuno intermitente (IMF, por sus siglas en inglés) se ha destacado como una alternativa prometedora. Esta práctica consiste en alternar períodos de restricción calórica con otros de ingesta libre, y uno de sus formatos más estudiados es el esquema 4:3, que implica comer normalmente durante cuatro días y restringir significativamente las calorías los tres días restantes de forma no consecutiva. Recientemente, un estudio realizado en Denver, Colorado, evaluó el impacto del ayuno intermitente 4:3 en comparación con la restricción calórica diaria en un grupo de adultos con sobrepeso u obesidad a lo largo de 12 meses, utilizando un programa de apoyo conductual intensivo que incluía recomendaciones de actividad física moderada. El estudio incluyó a 165 participantes con edades entre 18 y 60 años y un índice de masa corporal (IMC) de 27 a 46 kg/m2.
Se diseñó un ensayo clínico aleatorizado donde un grupo aplicó la dieta 4:3, restringiendo su ingesta calórica en un 80% durante tres días no consecutivos a la semana, mientras que el otro grupo redujo sus calorías diariamente un 34%, de modo que la reducción calórica semanal total fuese equivalente en ambos grupos. La intervención estuvo acompañada de un programa conductual integral y la recomendación de realizar al menos 300 minutos semanales de actividad física moderada, apuntando a mejorar la adherencia y la efectividad del tratamiento. A lo largo de los 12 meses, el ensayo mostró que el grupo que siguió el ayuno intermitente 4:3 obtuvo una reducción de peso mayor en promedio en comparación con el grupo de restricción calórica diaria, con una diferencia media de 2,89 kg. Este resultado, aunque modesto, es relevante porque sugiere que el patrón de alimentación que alterna periodos de ingesta muy baja con otros de alimentación libre puede facilitar una pérdida de peso más efectiva a largo plazo cuando se combina con soporte conductual y ejercicio. Además, el esquema 4:3 puede ofrecer una mayor flexibilidad y adherencia en el día a día, lo que contribuye a la sostenibilidad del cambio de hábitos.
El peso corporal es un resultado complejo que depende tanto del equilibrio calórico como de factores psicológicos y conductuales relacionados con la alimentación y la actividad física. Por eso, la incorporación de un programa intensivo de apoyo comportamental en ambos grupos del estudio es un elemento clave que potencia el éxito del tratamiento, ya que fomenta el desarrollo de habilidades para manejar el apetito, controlar las emociones y mantener la motivación, aspectos determinantes para la prevención del rebote y la adherencia a largo plazo. Una cuestión que destaca en esta investigación es la comparación directa entre ayuno intermitente y restricción calórica diaria con igual déficit energético semanal, algo poco explorado en estudios anteriores. Esto proporciona evidencia valiosa de que la manera en que se distribuyen las calorías a lo largo de la semana puede influir en los resultados finales, no solo la cantidad total consumida. Las ventajas del ayuno intermitente 4:3 no se limitan a la pérdida de peso.
Estudios previos también han indicado potenciales efectos positivos en marcadores metabólicos, como la sensibilidad a la insulina y la reducción de inflamación, aunque se requieren más investigaciones para consolidar estos hallazgos a largo plazo. Además, la práctica de alternar días con bajas calorías y otros con alimentación libre puede ayudar a prevenir la monotonía y el agotamiento cognitivo que a veces causan las dietas rígidas. No obstante, es importante considerar ciertas limitaciones. El estudio se realizó en una población concreta de adultos relativamente jóvenes con sobrepeso u obesidad y puede no generalizarse a otros grupos de edad o condiciones clínicas. Asimismo, la naturaleza intensiva del programa conductual y el seguimiento pueden no estar disponibles para todos, limitando la aplicabilidad en entornos cotidianos o comunitarios.
Para aquellas personas interesadas en probar el ayuno intermitente 4:3, se recomienda hacerlo bajo supervisión profesional, especialmente si existen condiciones médicas preexistentes. Además, mantener un estilo de vida activo y equilibrar la ingesta de nutrientes durante los días sin restricción calórica es fundamental para optimizar los resultados y preservar la salud general. En síntesis, el ayuno intermitente 4:3 emerge como una estrategia viable y ligeramente superior a la restricción calórica diaria para favorecer la pérdida de peso a 12 meses, en el contexto de un acompañamiento conductual intensivo y ejercicio físico regular. Su flexibilidad y patrón de alternancia pueden ayudar a mejorar la adherencia y la experiencia del paciente, aspectos decisivos para lograr y mantener resultados sostenibles en el control del peso corporal. El panorama actual de la nutrición orientada a la pérdida de peso necesita continuar evaluando distintas estrategias que permitan no solo alcanzar metas iniciales, sino también conservarlas en el tiempo sin comprometer la calidad de vida.
El ayuno intermitente 4:3, con respaldo científico emergente, ofrece una alternativa más en el arsenal del manejo integral del sobrepeso y la obesidad. Con el avance de futuras investigaciones, se podrán establecer protocolos más refinados y personalizados que optimicen su implementación y beneficios.