El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha sido una figura polarizadora en el ámbito de la política internacional, especialmente por su decisión en 2021 de adoptar Bitcoin (BTC) como moneda de curso legal en el país. Sin embargo, recientes declaraciones de un corresponsal de TIME han puesto en tela de juicio las verdaderas intenciones detrás de esta controversial medida. Durante una entrevista con Crooked Media, la periodista Vera Bergengruen reveló que asesores cercanos a Bukele describieron la adopción de Bitcoin como una "gran rebranding" y un "movimiento completo de relaciones públicas". Desde que Bukele asumió la presidencia en 2019, ha utilizado su experiencia en publicidad para moldear su imagen personal y, por ende, la imagen de su administración. Antes de convertirse en político, Bukele dirigía la firma de relaciones públicas de su familia, lo que le ha permitido llevar a cabo una serie de estrategias comunicativas que van más allá de las decisiones políticas tradicionales.
"Lo más importante es su pasado como publicista", dijo Bergengruen. "Todo lo que hace, desde el uso de Bitcoin hasta la guerra contra las pandillas, está orientado a la imagen primero, y los resultados llegan después." La adopción de Bitcoin no fue un proceso simple. Después del anuncio inicial, el equipo de Bukele se vio obligado a "retroceder" y promover los beneficios potenciales de la criptomoneda, como las remesas extranjeras, en un intento de legitimar la decisión ante un público escéptico. "Fue un caos desde el principio, pero necesitaban al menos hacerse la ilusión de que realmente iba a ayudar a El Salvador", explicó Bergengruen.
Esta visión crítica resuena con la percepción de muchos analistas que argumentan que la implementación de Bitcoin, desde su concepción, fue más favorable a las imágenes que a las realidades económicas de los salvadoreños. Con la adopción de Bitcoin, Bukele prometió transformar la economía del país y atraer inversión extranjera, pero a medida que pasa el tiempo, las promesas han comenzado a parecer más ilusorias. Si bien algunos en la industria de las criptomonedas elogiaron la audacia de Bukele, otros han señalado que esta medida estaba más dirigida a cambiar la narrativa internacional sobre El Salvador que a mejorar la situación económica del pueblo. El auge del interés por Bitcoin y la atención mundial que recibió El Salvador llevaron a que muchos turistas y criptoentusiastas comenzaran a visitar el país, pero las pruebas reales de beneficios tangibles para la población local han sido difíciles de encontrar. Bergengruen menciona que el enfoque en el uso de la criptomoneda ha tenido un trasfondo más turístico que práctico.
“Era muy obvio que era un movimiento pensado para los turistas, para los extranjeros, para que Bukele tuviera algo de qué hablar que cambiara la narrativa”, relató la periodista. Uno de los proyectos más ambiciosos que surgieron de esta iniciativa fue la idea de crear una "Ciudad Bitcoin" impulsada por energía geotérmica de los volcanes salvadoreños. Sin embargo, tres años después del anuncio, ese proyecto sigue sin completarse, lo que genera dudas sobre la viabilidad de la visión futurista de Bukele. A pesar de los escollos, el presidente continúa promoviendo el uso de Bitcoin, compartiendo en redes sociales que la "billetera pública" del país tiene aproximadamente $400 millones en BTC. A pesar de las críticas y la incertidumbre que rodea a la criptomoneda, el apoyo a Bukele se mantiene en un segmento considerable de la población.
Muchos lo ven como un líder innovador que está dispuesto a desafiar el status quo y explorar nuevas alternativas económicas. Sin embargo, la narrativa de que todo esto es más una estrategia de comunicación que una solución real plantea preocupaciones sobre la sostenibilidad de este enfoque. ¿Es realmente Bitcoin la respuesta a los desafíos económicos de El Salvador, o es simplemente una fachada para desviar la atención de problemas más profundos? En un contexto global donde las criptomonedas están ganando cada vez más aceptación, la postura de Bukele podría ser vista como un experimento audaz o como un riesgo calculado, dependiendo de la perspectiva desde la que se observe. Algunos expertos en economía digital argumentan que, si bien el Bitcoin puede no ser la panacea, ha creado un espacio para discutir sobre innovaciones financieras en un país marcado por la pobreza y la desigualdad. Mientras tanto, el gobierno salvadoreño enfrenta presiones internas y externas.
La oposición política critica duramente la falta de planes concretos para la implementación efectiva de Bitcoin y su capacidad para beneficiar realmente a los ciudadanos. A medida que el interés internacional en El Salvador se enfoca en estas decisiones arriesgadas, el futuro de la economía salvadoreña permanece en un limbo, con la seguridad de que las expectativas que rodean a Bitcoin deben ser manejadas con cuidado y escepticismo. La entrevista de Bergengruen ha destapado un debate crucial sobre la legitimidad y las implicaciones de la adopción de Bitcoin en El Salvador. Las palabras de sus asesores, que califican el movimiento como una maniobra de relaciones públicas, resuenan como un eco de las tensiones que existen entre la imagen pública del presidente y la realidad económica del país. El tiempo dirá si esta estrategia será recordada como un punto de inflexión para el país o solo como un capítulo publicitario en la gestión de Bukele.
Con su actual mandato hasta 2029, la proyección de Bukele y su legado dependerán en gran medida de la habilidad para navegar entre el deseo de innovar y las realidades de gobernar un país que ha enfrentado desafíos profundos y persistentes. Si bien el fervor por Bitcoin puede haber atraído la atención internacional, la pregunta fundamental sigue siendo: ¿están los salvadoreños realmente mejorando su calidad de vida, o son simplemente peones en un juego de relaciones públicas a gran escala?.