El 5 de mayo de 2019, el vuelo 1492 de Aeroflot, operado por un Sukhoi Superjet 100, experimentó un grave accidente al intentar aterrizar de emergencia en el aeropuerto Sheremetyevo de Moscú. Lo que comenzó como un vuelo rutinario a Murmansk terminó en un desastre que marcó un profundo impacto no solo por la devastadora escena del avión envuelto en llamas, sino también por la compleja red de causas que desembocaron en la tragedia. Este suceso, que cobró la vida de 41 personas y dejó sobrevivientes con profundas cicatrices físicas y emocionales, nos invita a analizar las múltiples capas de factores técnicos, humanos y organizativos que contribuyeron al accidente. En un día de primavera turbulenta, con tormentas eléctricas y fuertes ráfagas de viento, la aeronave despegó con cierto retraso, atravesando una ruta que se aproximaba peligrosamente a celdas tormentosas activas. A pesar de las señales meteorológicas y advertencias en radar, la tripulación no desvió el rumbo para evitar las tormentas severas, posiblemente subestimando el peligro o confiando en sus instrumentos y habilidades para afrontar el clima adverso.
A los poco minutos de vuelo, un rayo impactó la aeronave, lo que desencadenó la falla simultánea de las dos unidades de interfaz electrónica, desde donde se canalizan datos críticos a los sistemas de control de vuelo. Esta falla técnica provocó la transición automática del sistema fly-by-wire a un modo de control directo, conocido como Direct Mode, que eliminó varios de los asistencias y protecciones de vuelo características del Superjet 100. La pérdida de autotrim, la desconexión del piloto automático y la supresión de los sistemas estabilizadores aumentaron drásticamente la carga de trabajo de la tripulación y demandaron habilidades de vuelo manual avanzadas. Paralelamente, la comunicación con control aéreo se vio comprometida por la avería de la radio principal, dificultando aún más la coordinación para el aterrizaje de emergencia. Este escenario llevó a maniobras inestables durante la aproximación, con fluctuaciones significativas en altitud, velocidad y ángulo de inclinación, junto con un evidente deterioro en el control del avión por parte del capitán y el primer oficial.
La falta de entrenamiento específico para manejar situaciones en Direct Mode quedó expuesta, evidenciando deficiencias tanto en el programa de formación como en el monitoreo y evaluación del desempeño de la tripulación. Así mismo, la dinámica de trabajo en cabina reveló problemas en la gestión de recursos, con interrupciones y distracciones que minaron la efectividad de la tripulación para afrontar la crisis. El momento crítico llegó en la fase final del aterrizaje. La combinación de viento cruzado, alerta de corte de viento y falta de control fino en los mandos manuales resultó en un aterrizaje brusco y repetidamente errático. Un fenómeno conocido como oscilación inducida por el piloto (PIO) amplificó los movimientos descontrolados sobre el eje de cabeceo, haciendo que la aeronave rebotara consecutivamente sobre la pista.
Cada rebote incrementó la tensión estructural hasta que, en el impacto final, el tren de aterrizaje principal colapsó, rompiendo el depósito de combustible y provocando un incendio masivo que consumió la cola del avión. A partir de ese instante, la batalla por la supervivencia se trasladó al interior del fuselaje semilleno de humo y llamas. La rápida extensión del fuego y la intoxicación por inhalación de humo tóxico dejaron atrapados a muchos pasajeros, mientras que otros fueron salvados gracias a la rápida apertura de las puertas de emergencia y la actuación valiente del personal de cabina y trabajadores aeroportuarios. Sin embargo, la confusión y el pánico, añadidos a la falta de un anuncio claro para dejar equipaje e iniciar la evacuación inmediata, jugaron un rol fatal, con pasajeros detenidos en pasillos intentando rescatar sus pertenencias. Desde el punto de vista técnico, el accidente también hizo visible las limitaciones y vulnerabilidades del Sukhoi Superjet 100.
La integración heterogénea de sistemas y componentes electrónicos, provenientes de diferentes fabricantes extranjeros y adaptados por unidades electrónicas locales, supuso un punto débil a la hora de resistir las descargas eléctricas atmosféricas. La ausencia de un modo alternativo de control de vuelo entre el modo normal y el modo directo colocó a la tripulación en el modo más exigente y peligroso cuando se registró la falla. La investigación, liderada por el Comité de Aviación Interestatal (MAK), criticó no solo las deficiencias técnicas, sino también el programa de entrenamiento de Aeroflot, la gestión de la crisis por parte de la tripulación y la actitud institucional que permitió llegar a esta combinación de fallas. La licencia del capitán fue suspendida y sentenciado a prisión, en una práctica controvertida que plantea dilemas sobre la responsabilidad individual y colectiva en accidentes de aviación. A pesar de la tragedia, el accidente del vuelo 1492 ha generado numerosas recomendaciones para mejorar la seguridad aérea en Russia y más allá.
Se destaca la necesidad de fortalecer la formación en respuesta a emergencias específicas como el vuelo en Direct Mode, mejorar la ergonomía y funcionalidad de controles críticos como el trimado manual, y revisar los sistemas de alerta y procedimientos para la gestión de eventos meteorológicos severos. Asimismo, el incidente ha puesto la lupa sobre los reglamentos de certificación, en particular en relación a las pruebas de resistencia y comportamiento del tren de aterrizaje ante impactos múltiples, y la minimización del riesgo de derrames de combustible que puedan alimentar incendios en accidentes de aterrizaje. Finalmente, pero no menos importante, el accidente es un recordatorio doloroso de la importancia de una cultura de seguridad sólida que incorpore desde la formación, el monitoreo constante, hasta la comunicación eficaz y la cooperación entre todos los actores involucrados en la operación aérea. Las lecciones aprendidas deben ser un motor para evitar que tragedias similares se repitan y para honrar el recuerdo de quienes perdieron la vida en esta terrible prueba de fuego del vuelo 1492 de Aeroflot.