En un contexto económico marcado por la incertidumbre y la inflación persistente, un número creciente de consumidores en Estados Unidos está recurriendo a métodos alternativos para financiar sus compras cotidianas, incluyendo alimentos y otros productos esenciales. Según una encuesta reciente realizada por Lending Tree, aproximadamente el 25% de los consumidores estadounidenses utiliza servicios de compra ahora, paga después (BNPL, por sus siglas en inglés) para financiar la compra de sus comestibles, un aumento significativo comparado con el 14% reportado un año antes. Este fenómeno refleja una transformación en el comportamiento financiero de los hogares, que más allá de utilizar estas modalidades para adquirir artículos considerados bienes de lujo o no esenciales, ahora las emplean para gestionar necesidades básicas. La creciente popularidad de BNPL para compras como alimentos o servicios de entrega de comida subraya las presiones económicas que enfrentan muchas familias, que luchan por equilibrar su presupuesto frente a la incertidumbre sobre el futuro de la economía. Los servicios BNPL permiten a los consumidores dividir el monto total de una compra en varios pagos, generalmente sin intereses si se cumplen los plazos acordados.
Plataformas como Afterpay, Klarna y otras han ganado terreno en Estados Unidos, no solo en productos de alto costo como tecnología, moda o entradas para eventos, sino también en compras diarias que antes se habrían pagado en efectivo o con tarjeta de débito. Sin embargo, este levantamiento en el uso de financiamiento para productos básicos tiene caras positivas y negativas. Por un lado, representa una herramienta de alivio financiero para aquellos que necesitan espaciar sus pagos para poder cubrir gastos sin recurrir a créditos tradicionales que suelen incluir altas tasas de interés. Por otro lado, también puede fomentar el sobreendeudamiento y propiciar retrasos en los pagos, lo que trae consigo cargos adicionales y puede afectar la salud financiera de los consumidores. La encuesta de Lending Tree reveló que el 41% de quienes usan BNPL para comprar comestibles han realizado pagos atrasados al menos una vez en el último año.
Aunque la mayoría ha regularizado sus deudas en una semana o menos, el fenómeno es especialmente notable entre hombres, jóvenes y personas con ingresos relativamente altos, marcando un patrón inesperado donde no solo los sectores económicamente vulnerables se ven afectados por las dificultades financieras. El creciente uso de BNPL coincide con el aumento del temor a una recesión inminente. Las tensiones globales, las incertidumbres en torno a tarifas comerciales y las fluctuaciones en las tasas de interés han deteriorado la confianza de los consumidores. Un índice de sentimiento del consumidor divulgado recientemente mostró una caída significativa, evidenciando el pesimismo y la cautela con la que se aproximan a sus finanzas personales. Expertos en finanzas personales señalan que el atractivo de BNPL radica en su facilidad de acceso y en que ofrece una alternativa menos intimidante que las tarjetas de crédito tradicionales o los préstamos bancarios.
La simplicidad para obtener el financiamiento y el hecho de que rara vez se cobran intereses si los pagos se hacen a tiempo, lo convierten en una opción tentadora para quienes buscan extender su presupuesto. No obstante, advierten sobre el riesgo de banalizar el endeudamiento y la necesidad de educar a los consumidores en el manejo responsable de estas herramientas. Matt Schulz, analista principal de Lending Tree, enfatiza que el cambio en el uso de BNPL, desde productos de lujo hacia alimentos y otros artículos de primera necesidad, es indicativo de una transformación en las prioridades económicas de los hogares estadounidenses. La flexibilidad que brindan estos servicios se está volviendo una ayuda imprescindible para muchos, pero también genera nuevas preocupaciones sobre la acumulación de deudas pequeñas que, en conjunto, pueden volverse difíciles de gestionar. Además de los supermercados y tiendas tradicionales, empresas de entrega de alimentos también están integrando opciones BNPL para facilitar pagos.
DoorDash, por ejemplo, estableció una alianza con Klarna para permitir que sus clientes puedan dividir el costo de sus pedidos o aplazar el pago, facilitando así la adquisición de alimentos en circunstancias económicas comprometidas. Entender esta tendencia es crucial para los actores económicos, reguladores y consumidores por igual. Existe la necesidad de equilibrar la innovación financiera con la protección al consumidor, asegurando que los esquemas de financiamiento alternativo no deriven en problemas mayores de endeudamiento o exclusión financiera. Evitar sanciones ocultas y garantizar la transparencia en las condiciones de pago debe ser una prioridad para quienes ofrecen estos servicios. El fenómeno también abre un debate sobre la sostenibilidad del consumo en tiempos de crisis.
Financiar gastos indispensables mediante deuda, aunque a corto plazo alivie la presión, plantea preguntas sobre la capacidad real de las familias para mantener este ritmo sin que su estabilidad económica se deteriore a mediano plazo. En síntesis, la proliferación del uso de compra ahora, paga después en la adquisición de productos básicos en Estados Unidos refleja la combinación de factores económicos complejos y un cambio en los comportamientos de consumo. La adecuada gestión y regulación de estos servicios, junto con una educación financiera dirigida a los usuarios, podrían definir si esta modalidad es una solución viable para enfrentar la incertidumbre económica o si, por el contrario, se convertirá en un problema de mayor profundidad en el futuro cercano.