El mercado estadounidense de vaporizadores electrónicos está atravesando un período de transformación acelerada, marcado por un crecimiento significativo en el número de consumidores de dispositivos de vapeo. Sin embargo, esta evolución positiva también enfrenta un desafío preocupante: el creciente flujo de productos ilícitos que ingresan al país, en su mayoría fabricados en China, inundando el mercado e imponiendo riesgos significativos tanto para los consumidores como para la industria oficial y regulada. Altria, una de las compañías más importantes del sector tabacalero en Estados Unidos, ha lanzado una seria advertencia sobre esta problemática, subrayando la necesidad urgente de una mayor regulación y medidas estrictas para controlar la proliferación de estos productos no autorizados y potencialmente peligrosos. Altria, conocida mundialmente por gestionar marcas icónicas como Marlboro y Black & Mild, anunció recientemente sus resultados financieros del primer trimestre de 2025. Aunque la empresa superó las expectativas en términos de ingresos y ganancias por acción, hizo hincapié en el impacto negativo que la presencia de vapeadores ilícitos está teniendo en el mercado.
A pesar de que las ventas de cigarros y cigarrillos tradicionales están en declive debido a cambios en los hábitos de consumo y a un mayor impulso hacia opciones sin humo, la compañía señala que el número de usuarios de productos de vapeo ha crecido de forma exponencial, sumando ya más de 20 millones de consumidores en Estados Unidos. El problema surge cuando una gran parte de estos consumidores accede a dispositivos y líquidos que no están regulados ni sometidos a controles de calidad adecuados, lo que expone a los usuarios a riesgos sanitarios considerables. La mayoría de estos productos no autorizados vienen de China, donde la producción masiva y los bajos costos permiten la fabricación de vapes a gran escala, que luego son introducidos de manera ilegal en el mercado estadounidense. Este fenómeno no solo compite directamente con las empresas que cumplen con las regulaciones y estándares establecidos por organismos como la Food & Drug Administration (FDA), sino que también pone en jaque los esfuerzos gubernamentales para proteger la salud pública. Los productos ilícitos suelen evadir las normativas referentes a ingredientes, emisiones y etiquetado, lo que los convierte en una amenaza considerable.
El consumidor, muchas veces atraído por precios más bajos o ausencia de restricción en la adquisición, ignora las consecuencias que puede tener el uso de estos productos en su salud a largo plazo. Entre los riesgos resaltados por expertos en salud pública y funcionarios reguladores se encuentran la contaminación con sustancias tóxicas no declaradas, la dificultad para conocer la concentración exacta de nicotina y la presencia de aditivos o contaminantes nocivos. Altria ha sido una voz crítica en la llamada a la acción para frenar esta ola de dispositivos no reglamentados. La corporación ha solicitado a las autoridades políticas y regulatorias que implementen un reforzamiento efectivo de la supervisión y el control aduanero para evitar la entrada de estos productos al mercado estadounidense. De igual manera, insisten en acelerar la elaboración y aplicación de regulaciones más estrictas que obliguen a la transparencia y a la responsabilidad en toda la cadena de fabricación y distribución de productos de vapeo.
Cabe destacar que la compañía ha intentado adaptarse a esta nueva realidad del mercado mediante la adquisición de NJOY en 2023, una marca de vapeo que busca ofrecer productos regulados y seguros dentro del creciente mercado de consumidores que prefieren alternativas sin humo. Sin embargo, la competencia desleal generada por la proliferación de dispositivos ilícitos dificulta el crecimiento y la consolidación de prácticas comerciales responsables. Otro punto importante en esta problemática es el impacto económico que esta situación representa para la industria legal. La competencia de productos ilegales, que no cumplen con las mismas tarifas ni controles, provoca una erosión notable en los ingresos fiscales y en la demanda de productos legales, afectando la rentabilidad y la inversión en innovación y prevención del consumo. Además de las repercusiones económicas, el flujo incontrolado de vapeadores ilícitos podría desandar los avances que la sociedad estadounidense ha logrado en materia de reducción del tabaquismo tradicional y promoción de productos alternativos regulados que puedan disminuir los riesgos asociados al consumo de tabaco.
La presencia de estas mercancías ilegales podría impulsar prácticas peligrosas, desinformar a los consumidores y generar una percepción errónea sobre la seguridad de los productos de vapeo. En medio de este panorama, la FDA sigue siendo un actor clave para establecer un entorno regulatorio claro y efectivo. No obstante, la entidad enfrenta limitaciones para controlar la importación ilegal y garantizar la conformidad total con las normas por parte de todos los actores en el mercado. Esto ha llevado a que grupos industriales como Altria pidan mayor impulso político y recursos destinados a la fiscalización y la aplicación de controles fronterizos más rigurosos. Desde el punto de vista del consumidor, este contexto exige una mayor conciencia y educación acerca de los riesgos de utilizar productos no autorizados, así como un compromiso para adquirir dispositivos y líquidos solo de fuentes confiables y certificados.
La confusión ante la variedad de opciones disponibles y la falta de información clara pueden llevar a decisiones que ponen en juego la salud personal. El fenómeno de la “inundación” de vapes ilícitos provenientes de China ha demostrado ser un desafío complejo que involucra aspectos económicos, regulatorios, sanitarios y sociales. Para enfrentar este fenómeno de manera efectiva, se requiere la colaboración estrecha entre fabricantes responsables, autoridades gubernamentales, agentes aduaneros y consumidores informados. Sin este esfuerzo conjunto, el crecimiento del mercado de vapeo podría verse comprometido por la propagación de productos inseguros y prácticas comerciales que no benefician a ninguno de los involucrados. Los próximos meses serán cruciales para definir cómo se afrontará esta situación, si los marcos regulatorios y los controles logran ajustarse a la realidad cambiante y si las empresas y los consumidores se alinean hacia una industria de vapeo más segura, responsable y sostenible.
Altria, por su parte, seguirá insistiendo en la necesidad de combatir el mercado negro de vapeadores para preservar la integridad y el futuro del sector. En resumen, la entrada masiva y sin control de vapes ilícitos producidos principalmente en China representa un riesgo tangible y creciente para la salud pública, la economía regulada y la confianza del consumidor en los productos de vapeo. Solo con una acción concertada y decidida se podrá contener esta problemática y garantizar que el progreso hacia alternativas sin humo continúe de manera segura y responsable en Estados Unidos.