En la sociedad actual, el uso de títulos y nombres en las interacciones cotidianas ha sido objeto de debate y reflexión. Un reciente consejo de la reconocida columnista de etiqueta Miss Manners ha puesto en el centro de la conversación la cuestión de si es apropiado o no utilizar el nombre de pila de un médico durante una consulta. Esta inquietud ha resonado entre muchos, especialmente aquellos que han tenido experiencias variadas en sus interacciones con profesionales de la salud. La historia comienza con una mujer que se mudó a una nueva ciudad y, como muchos, tuvo que buscar nuevos médicos para ella y su familia. En sus visitas a estos profesionales, notó un fenómeno curioso: los médicos tendían a presentarse con su título y apellido, mientras que, al dirigirse a ella, utilizaban su nombre de pila.
La mujer, sensible a la cordialidad que los médicos intentaban mostrar, decidió probar un enfoque más informal y se dirigió a uno de ellos usando su nombre de pila. La reacción fue de sorpresa, y la mujer se sintió incómoda y confusa. Miss Manners, en respuesta a esta situación, ofrecería su perspectiva sobre la etiqueta en tales encuentros. En su opinión, la cortesía y el respeto deben ser la base de toda interacción, especialmente en entornos profesionales como el de la medicina. Ella aconseja que sea prudente mantener un cierto grado de formalidad en situaciones donde se requiere confianza y profesionalismo.
Así, sugiere que utilizar el título del médico, como "Doctor" seguido de su apellido, es una forma de mostrar respeto por su profesionalismo y experiencia. Paralelamente, los médicos, al dirigirse a sus pacientes de manera informal, están creando un ambiente de cercanía, lo que puede llevar a equívocos sobre el nivel de formalidad que se espera reciprocamente. Este dilema toca un punto sensible en nuestra cultura contemporánea, donde a menudo se busca equilibrar la cercanía y la profesionalidad. En un mundo en el que las interacciones informales son cada vez más comunes, es fácil olvidar que algunas relaciones requieren un protocolo particular. Esto es particularmente relevante en el contexto médico, donde los pacientes suelen sentir vulnerabilidad y ansiedad.
La dinámica médico-paciente es única y delicada, y es fundamental que ambas partes se sientan cómodas. El hecho de que un médico se presente como "Dr. Smith" y luego utilice el nombre de pila de su paciente, como "Ann", puede parecer un intento genuino de construir una relación empática. Sin embargo, esta informalidad puede ser desconcertante para muchos. Algunos pacientes pueden sentir que el uso del primer nombre disminuye la autoridad del médico o que subestima la seriedad de la atención que están recibiendo.
La respuesta de Miss Manners es clara: la etiqueta debe servir como un marco que fomente el respeto mutuo y la comprensión. Además, este dilema se expande a otras áreas de nuestras vidas. En muchas situaciones sociales, especialmente en contextos formales, tenemos pautas claras sobre cómo dirigirnos a otros. Sin embargo, las costumbres personales y las preferencias individuales juegan un papel vital. Mientras que algunos preferirán mantener la formalidad, otros podrán sentirse más cómodos con el uso de nombres de pila.
La clave está en la comunicación y el entendimiento de las normas y normas no escritas de cada contexto. Esto se relaciona con otro aspecto importante: la reciprocidad en las relaciones. La mujer que intentó dirigirse a su médico por su nombre de pila pudo haber sentido que había una falta de equidad, dado que el médico la llamaba por su primer nombre mientras que ella debía usar un título formal. Esta sensación de desbalance puede ser frustrante y puede llevar a malentendidos. Miss Manners enfatiza que una respuesta podría haber sido solicitar que el médico la tratara de manera más formal, proporcionando un mensaje claro sobre cómo le gustaría ser tratada.
Esto no solo expresa confianza en el médico, sino que también establece límites que facilitan una relación más saludable. La línea entre formality e informalidad no es rígida; se desplaza y ajusta según el individuo y el contexto. Las normas de etiqueta son también un reflejo de la cultura en la que vivimos. En algunas culturas, el respeto hacia figuras de autoridad, como médicos o profesores, se manifiesta en un uso estricto de títulos. En otras, las relaciones son más fluidas y permiten un uso más frecuente de nombres de pila.
Este fenómeno cultural se convierte en un recuerdo constante de que nuestras interacciones sociales son en última instancia personales, influenciadas tanto por nuestras experiencias previas como por las expectativas que tenemos unos de otros. En las interacciones modernas, es esencial equipar a las personas con herramientas para navegar en estas aguas a menudo confusas. Ya sea en el consultorio de un médico o en cualquier otro ámbito profesional, las expectativas pueden variar, por lo que es utilizable que pacientes y médicos mantengan líneas de comunicación abiertas sobre nombres y títulos que son más confortables y apropiados para cada situación. En conclusión, la pregunta sobre si es o no apropiado usar el nombre de un médico es un reflejo de un contexto más amplio sobre la formalidad y la informalidad en las interacciones sociales. Mientras que la tendencia a usar nombres de pila puede fomentar la cercanía, la etiqueta nos recuerda la importancia de mantener el respeto y la profesionalidad en situaciones donde esto es fundamental.
La solución podría estar en el equilibrio y la comunicación abierta, donde todas las partes se sientan valoradas y respetadas. Después de todo, la base de toda relación, profesional o personal, es la empatía y el respeto mutuo.