En la última década, la industria de la belleza ha experimentado un cambio significativo en la forma en que los consumidores eligen sus productos. A medida que los consumidores se vuelven más conscientes de su impacto en el medio ambiente, la sostenibilidad ha pasado a ser una prioridad. En este contexto, el concepto de “small batch beauty” o belleza en pequeñas cantidades ha emergido como una solución interesante para los desafíos de sostenibilidad que enfrenta esta industria. La producción en pequeñas cantidades se refiere a la fabricación de productos en lotes reducidos—un enfoque que contrasta drásticamente con la producción masiva típica de grandes marcas de belleza. Esta estrategia no solo minimiza el desperdicio, sino que también permite a las marcas ofrecer productos de mayor calidad, elaborados con más cuidado y atención al detalle.
En la actualidad, algunos de los nombres más destacados en la belleza están experimentando con este enfoque, abriendo un nuevo camino hacia prácticas más sostenibles. La preocupación por el medio ambiente ha llevado a un aumento en la demanda de productos que sean no solo efectivos, sino que también sean responsables. Muchos consumidores ahora buscan respuestas a preguntas delicadas: ¿este producto es libre de crueldad? ¿El empaquetado es reciclable? ¿La marca respeta mis expectativas ambientales? A medida que la sostenibilidad se convierte en la nueva norma, no solo se limitan a las marcas independientes, sino que también las grandes empresas están adoptando prácticas más conscientes, aunque a veces de manera superficial. Desde el reciclaje de empaques hasta la eliminación de ingredientes cuestionables como el aceite de palma, las marcas de belleza han comenzado a dar pasos hacia la sostenibilidad. Sin embargo, estas iniciativas a menudo se consideran solo una parte de la solución.
La verdad es que, desde 1950, solo el 9% de los residuos plásticos del mundo han sido reciclados. Esto sugiere que la limpieza de la industria de la belleza es una tarea monumental que va más allá de simplemente reciclar envases. Es hora de profundizar en cómo se producen estos productos y, en este sentido, la producción en pequeñas cantidades podría ser clave. Uno de los nombres que lideran esta revolución es Olivia Thorpe, fundadora de Vanderohe, una marca que pone énfasis en la producción en lotes reducidos. Ella sostiene que este enfoque no solo es más ético, sino que también permite crear los mejores productos para los consumidores.
“El cliente recibe un producto que ha pasado por un control de calidad humano escrupuloso, además de mucho amor y atención”, explica Thorpe. Este nivel de atención al detalle es similar al de un restaurante de alta gama que tiene un número limitado de cubiertos para garantizar que cada platillo sea excepcional. La producción en pequeñas cantidades no es solo una estrategia comercial, sino que también tiene un impacto ambiental significativo. Vanderohe, por ejemplo, elabora sus productos a mano, sin maquinaria que funcione día y noche, lo que resulta en una huella de carbono cero en el proceso de producción. Además, el tamaño reducido de las producciones permite mitigar errores, lo que significa menos producto desperdiciado.
Un error cometido en una línea de producción masiva podría resultar en grandes lotes de productos que deben ser descartados, incrementando así el desperdicio. Otro aspecto a considerar es que la producción en pequeñas cantidades permite ofrecer productos más frescos. Alexia Inge, cofundadora de Cult Beauty, afirma que esto da a los consumidores acceso a productos en su estado más eficaz, especialmente en el caso de los ingredientes activos en la cosmética. Estos ingredientes poseen un rendimiento óptimo cuando son recientes, lo que contribuye a una mayor eficacia en los productos de belleza. Además, la producción en pequeñas cantidades suele favorecer métodos de cultivo más sostenibles, evitando la agricultura masiva de monocultivos que es dañina para la biodiversidad.
Sin embargo, la adopción de la producción en pequeñas cantidades plantea un desafío en términos de rentabilidad, especialmente para las grandes marcas. Si bien algunas de ellas han comenzado a experimentar con cantidades reducidas, muchas todavía ven la producción masiva como la forma más rentable de operar. Sin embargo, sorprendentes innovaciones están surgiendo incluso en este espacio. Un ejemplo revelador es el lanzamiento de la primera “Underground Collection” de M·A·C, donde la marca lanzó únicamente 1,000 compacts de un producto exclusivo, que se agotaron en menos de una hora. Esta iniciativa muestra que incluso las grandes marcas pueden adaptarse a este nuevo paradigma.
Mientras las marcas más grandes inician este viaje, muchas pequeñas marcas de belleza están a la vanguardia del movimiento de belleza en lotes reducidos. Tomemos, por ejemplo, a Vanderohe, que, además de enfocarse en la calidad y sostenibilidad, destina una porción de sus ganancias a la conservación marina. Esta dualidad entre belleza y responsabilidad ambiental está resonando entre los consumidores que buscan marcas con un propósito claro. A medida que el enfoque de la belleza en pequeñas cantidades gana popularidad, se puede observar una transición no solo en la calidad de los productos disponibles, sino también en la mentalidad del consumidor. Cada vez más, los consumidores priorizan las marcas que demuestran un genuino compromiso con prácticas sostenibles.
Esto no solo implica elegir productos que sean más amigables con el medio ambiente, sino también aquellas que apoyan a los productores locales y métodos de producción éticos. La transición hacia una belleza más sostenible a través de la producción en pequeñas cantidades podría no ser una solución única. No obstante, representa un paso significativo en un camino más amplio hacia la responsabilidad social y ecológica. Las pequeñas marcas están demostrando que es posible crear productos eficaces y de alta calidad sin comprometer los valores éticos. Finalmente, la industria de la belleza se enfrenta a un cambio de paradigma.
El futuro de la belleza podría estar en un enfoque más matizado, donde las marcas sean valoradas no solo por lo que producen, sino por cómo y por quién son producidos. El pequeño lote se perfila como una respuesta convincente a la crisis de sostenibilidad, y, mientras el movimiento continúa creciendo, ofrece a los consumidores una opción que combina tanto belleza como sostenibilidad.