La diabetes es una enfermedad que afecta a millones de personas en todo el mundo y representa un reto constante para quienes la padecen. Controlar los niveles de glucosa en la sangre es una tarea compleja que requiere decisiones constantes y atención detallada para evitar complicaciones graves. En medio de esta realidad, surge una historia inspiradora desde Alabama que está cambiando la forma en que muchas personas enfrentan la diabetes. Dana Lewis, una joven ingeniera originaria de Huntsville, Alabama, desarrolló un páncreas artificial que monitorea y administra de forma automática la insulina, y lo hizo disponible para el público a través de un proyecto de código abierto llamado OpenAPS. Dana Lewis no solo afrontó la diabetes desde la experiencia personal, sino que con una combinación de habilidades en programación y la colaboración abierta en internet creó una solución tecnológica que ha mejorado notablemente la calidad de vida de cientos de personas.
Aunque su formación universitaria no estaba enfocada en ciencias de la computación, adquirió conocimientos clave en programación durante su paso por la Universidad de Alabama, donde minorizó en un programa de investigación que le permitió aprender a usar herramientas de software para solucionar problemas complejos de manera práctica. El problema que enfrentaba Dana era uno que muchos diabéticos conocen muy bien: las alarmas de los dispositivos que monitorean la glucosa no eran lo suficientemente efectivas para despertarla durante la noche. Debido a que es una dormilona profunda, habitualmente ignoraba las señales críticas que le indicaban que su nivel de azúcar en sangre había caído a un punto peligroso. Para ella, la idea inicial era simple: quería poder sacar los datos de su monitor continuo de glucosa y conectarlos a su teléfono para crear alarmas más fuertes y fiables. Sin embargo, la innovación comenzó realmente a tomar forma cuando Dana se conectó con la comunidad en línea de personas que compartían la misma pasión por resolver problemas relacionados con la diabetes.
Un usuario en Twitter había logrado extraer datos de estos monitores, y su generosidad para compartir el código abrió la puerta para que Dana hiciera lo mismo con su dispositivo. Esto marcó el inicio dentro del espacio de "hazlo tú mismo" (DIY) en tecnología para salud. Una vez que Dana pudo acceder a la información de su monitor de glucosa en tiempo real, no sólo creó alarmas más potentes para alertar tanto a ella como a sus seres queridos, sino que ideó un sistema para compartir esos datos vía un sitio web con su novio y, en caso de ausencia de respuesta, con su madre en Huntsville. Esta función resultó ser crucial, pues en repetidas ocasiones sus cuidadores pudieron tomar acción mientras ella permanecía inconsciente durante la noche, evitando así situaciones peligrosas. Pero la verdadera revolución llegó cuando Dana y su esposo, Scott Leibrand, comenzaron a desarrollar un algoritmo predictivo que no sólo alertaba sobre condiciones actuales de peligro sino que anticipaba los cambios en los niveles de glucosa, ofreciendo recomendaciones anticipadas para evitar picos o caídas bruscas.
Esta función predictiva representaba un salto significativo en la lucha contra los riesgos de la diabetes, brindando mayor seguridad y autonomía a quien utiliza el sistema. Aun con estas mejoras, el proceso seguía siendo parcialmente manual: Dana recibía recomendaciones para ajustarse la insulina, pero debía actuar en consecuencia. La siguiente etapa era automatizar ese control para que el sistema ajustara la dosis de insulina sin intervención humana, replicando así la función de un páncreas saludable. Gracias nuevamente a la colaboración abierta y el acceso a códigos compartidos por otros desarrolladores que lograron comunicar dispositivos de insulina con programas externos, Dana integró la comunicación directa con su bomba de insulina para que el control fuera completamente automático. Este páncreas artificial, que funciona ajustando las dosis de insulina cada cinco minutos basándose en datos en tiempo real y predicciones, es capaz de responder de forma precisa y continua, liberando a quien lo usa de la pesada carga de decisiones constantes y el temor a fallos humanos durante la noche o situaciones adversas.
La computadora detrás del sistema—originalmente un Raspberry Pi del tamaño de una tarjeta de crédito, y luego reducido a un dispositivo aún más pequeño similar a una caja de Tic Tacs—trabaja sin descanso para mantener la glucosa en niveles seguros. Dana completó el desarrollo de su sistema cerrado en 2014 y rápidamente decidió que no lo guardaría para ella misma. Sin embargo, la fabricación y comercialización de dispositivos médicos someten a las empresas a regulaciones estrictas. Frente a esta realidad, optó por compartir libremente sus códigos, planes y documentación en internet bajo el proyecto OpenAPS para que cualquier persona interesada pueda construir su propio páncreas artificial. Este modelo de “open source” o código abierto ha permitido que cientos de personas alrededor del mundo puedan acceder a esta tecnología, muchas veces con recursos mínimos, y mejorar así su calidad de vida.
El impacto social que ha generado Dana va más allá del usuario directo. Su sistema da tranquilidad a familiares, amigos y cuidadores, quienes pueden recibir información precisa y oportuna sobre el estado del paciente, implicándose activamente en su cuidado. Las condiciones de incertidumbre y ansiedad que tienen los entornos de los pacientes diabéticos se ven reducidas, lo que a su vez mejora la salud emocional y la convivencia en el entorno familiar. Aunque el campo de dispositivos médicos automáticos está en crecimiento y actualmente existen varios sistemas comerciales en fase de pruebas clínicas o lanzados al mercado, Dana y su comunidad reconocen la importancia de estos avances comerciales para alcanzar a miles de personas. Sin embargo, también reivindican el valor de empoderar a los pacientes hoy mismo, sin esperar años a que estos productos sean aprobados y difundidos masivamente.
Su proyecto ha sido reconocido por medios influyentes como Fast Company, que en 2017 la incluyó en su lista de las 100 personas más creativas en negocios en Estados Unidos. Dana Lewis, además de continuar desarrollando mejoras en su sistema, actualmente es una referente en conferencias y eventos relacionados con la diabetes y la tecnología, fomentando la colaboración abierta y la innovación centrada en el paciente. Este esfuerzo pionero demuestra los enormes beneficios que la unión entre la tecnología, la comunidad en línea y el compromiso personal pueden brindar a quienes enfrentan enfermedades crónicas. Dana no sólo ha contribuido con una solución técnica, sino que también ha generado un movimiento basado en la transparencia, cooperación y el acceso libre, lo que ha inspirado a personas de todo el mundo a tomar un papel activo en la gestión de su salud. En conclusión, la historia de Dana Lewis es un ejemplo poderoso de cómo la iniciativa individual, el conocimiento técnico y la disponibilidad de recursos compartidos pueden juntos transformar la vida de miles de personas con diabetes.
Su páncreas artificial abierto da esperanza, autonomía y seguridad a quienes viven con esta condición, y abre la puerta a una nueva era en el tratamiento tecnológico de enfermedades crónicas a partir de modelos colaborativos y accesibles para todos.