La economía global se encuentra en un constante estado de transformación, y en los últimos años, la aparición de las criptomonedas ha generado tanto entusiasmo como preocupación en diversas naciones. Nigeria, el país más poblado de África, no es la excepción. Aunque las criptomonedas están ganando popularidad en el país, su designación como "el hombre del saco" por parte de reguladores y expertos económicos no solucionará el problema crónico de la depreciación de la moneda local, el naira. El naira nigeriano ha enfrentado una depreciación constante frente al dólar estadounidense y otras divisas importantes. Este fenómeno ha generado preocupación entre los ciudadanos nigerianos, quienes ven cómo su poder adquisitivo se ha erosionado con el tiempo.
La depreciación de la moneda es multifacética y surge de una combinación de factores económicos, políticos y sociales, y la reciente aversión hacia las criptomonedas no debería ser vista como una solución mágica. En primer lugar, es crucial entender el contexto económico de Nigeria. El país ha estado lidiando con problemas de corrupción, falta de inversión en infraestructura y un sector energético deficiente, lo que limita las oportunidades de crecimiento. Además, la dependencia del petróleo, que constituye una parte significativa de sus ingresos, ha vuelto a la economía vulnerable a los cambios en los precios internacionales del crudo. A medida que el petróleo cae, el naira también se ve afectado.
La situación económica se complica aún más con el impacto de la pandemia de COVID-19, que ha llevado a muchos países a enfrentar recesiones. Nigeria, al igual que otras naciones, ha visto una disminución en sus reservas de divisas y un aumento en el desempleo, lo que ha exacerbado la crisis económica. En este contexto, el surgimiento de las criptomonedas ha sido visto por algunos sectores como un refugio, una alternativa prometedora frente al deterioro del naira. Sin embargo, la respuesta de las autoridades nigerianas ha sido, en muchos casos, opuesta. En lugar de aceptar y regular el uso de criptomonedas, se han tomado medidas drásticas contra su uso, alegando riesgos de lavado de dinero y financiamiento del terrorismo.
Las autoridades han intentado frenar el uso de estas monedas digitales, en un esfuerzo por proteger la economía. Pero esta decisión puede estar basada en un malentendido sobre el papel de las criptomonedas. Las criptomonedas no son la causa de la depreciación del naira. A menudo se ven como un chivo expiatorio, el "hombre del saco" al que se le puede atribuir la culpa de problemas económicos profundos. En lugar de abordar las causas fundamentales de la depreciación del naira, como la corrupción o la falta de diversificación económica, se han concentrado en atacar a las criptomonedas, desviando la atención de los problemas reales.
La llegada de las criptomonedas a Nigeria ha sido una respuesta de los ciudadanos a la falta de confianza en el sistema financiero tradicional. Muchos nigerianos han comenzado a adoptar Bitcoin y otras criptomonedas como una forma de proteger sus ahorros de la inflación y las devaluaciones, buscando métodos alternativos de inversión. Las criptomonedas ofrecen una opción descentralizada que permite a los ciudadanos tener más control sobre su dinero, algo que falta en el sistema bancario convencional del país. Además, el uso de criptomonedas ha aumentado notablemente entre los jóvenes nigerianos, quienes ven en estas tecnologías una forma de participar en la economía global. A través de plataformas de intercambio y aplicaciones de billetera digital, han podido comerciar y transferir dinero de manera más eficiente.
Esta adopción se ha visto impulsada por las limitaciones en el acceso a servicios bancarios tradicionales, con un alto porcentaje de la población nigeriana sin acceso a cuentas bancarias. El enfoque de prohibir las criptomonedas por parte de las autoridades no solo es un reflejo de la falta de comprensión del fenómeno, sino que también puede resultar contraproducente. La prohibición podría llevar a un uso aún más clandestino y no regulado de estas monedas, aumentando los riesgos asociados. En lugar de promover un ambiente saludable para la innovación y la inversión, se corre el riesgo de ahogar el crecimiento potencial que podría surgir de la industria de las criptomonedas. Por otra parte, la experiencia de otros países que han regulado y adoptado las criptomonedas como parte de su economía también puede servir como un ejemplo para Nigeria.
Naciones como El Salvador, que ha adoptado Bitcoin como moneda de curso legal, han demostrado que es posible incorporar criptomonedas en el sistema financiero tradicional, promoviendo un ecosistema donde tanto la estabilidad económica como la innovación pueden coexistir. Al mirar hacia el futuro, es evidente que Nigeria enfrenta un dilema. Continuar atacando las criptomonedas como "el hombre del saco" no detendrá la depreciación del naira ni resolverá los problemas económicos subyacentes. En lugar de demonizar a las criptomonedas, sería más productivo considerar cómo pueden ser integradas en un diseño de política económica que fomente la inversión, la transparencia y el crecimiento sostenible. Es fundamental que las autoridades nigerianas se embarquen en un diálogo constructivo con expertos en criptomonedas, desarrolladores y la comunidad en general.