En la era digital actual, la gestión de edificios comerciales ha experimentado una transformación significativa gracias al avance tecnológico. Las edificaciones inteligentes se posicionan como el futuro inevitable de la infraestructura urbana, no sólo por la implementación de sistemas automatizados, sino por la forma en que utilizan los datos generados para optimizar sus operaciones. Una figura relevante en esta revolución es CBRE, una de las compañías líderes a nivel mundial en servicios inmobiliarios comerciales, que advierte que la información que proviene de estos edificios inteligentes debe ser considerada como el combustible que potencia esta revolución, comparable al jet fuel que impulsa un motor a gran velocidad. Tim Schipper, vicepresidente ejecutivo de operaciones globales en CBRE, destaca que la tecnología en edificios inteligentes es una herramienta indispensable para los gestores de instalaciones, pero no sustituye el criterio y el conocimiento profesional que estos deben mantener. Más allá de un simple instrumento, la tecnología es una extensión de sus sentidos que permite diagnosticar y anticipar problemas con mayor precisión.
Según él, la calidad de los datos recogidos es decisiva; sin datos fiables, el potencial de análisis y acción es limitado. Como ejemplo claro, Schipper menciona que nadie abastecería un auto de Fórmula 1 con combustible común destinado a vehículos convencionales, planteando una analogía con la inteligencia artificial y el uso del dato: la información de calidad es el verdadero combustible que impulsa las soluciones eficientes. Este enfoque implica un cambio paradigma en la gestión de instalaciones, abandonando prácticas tradicionales basadas en inspecciones regulares programadas hacia un modelo más dinámico y basado en el estado real de los sistemas. Se apuesta por el mantenimiento predictivo, donde sensores y sistemas inteligentes permiten la monitorización continua del rendimiento de equipos como HVAC, sistemas eléctricos y de fontanería. Esto no solo mejora la eficiencia operativa, sino que también evita la exposición innecesaria de técnicos a ambientes peligrosos, oscuros o insalubres, denominados como los lugares “dumb, dirty, dank and dangerous” por Schipper.
El análisis de datos en tiempo real posee un papel fundamental en este nuevo paradigma. La combinación de inteligencia artificial y aprendizaje automático habilita la optimización del consumo energético, ajustando calefacción, ventilación y aire acondicionado según la ocupación real del espacio y las condiciones climáticas externas. En entornos de trabajo híbridos, donde la presencia en oficina fluctúa constantemente, esta capacidad adaptativa se traduce en un uso más racional y económico de los recursos. Conocer las diferencias regionales es otro aspecto crítico para la gestión eficiente. La variabilidad en el clima, y por ende en el uso de sistemas de refrigeración o calefacción, obliga a implementar estrategias que respondan a contextos específicos.
Un edificio en Seattle, que experimenta unos 50 a 60 días de uso intensivo de refrigeración al año, tiene necesidades operativas totalmente distintas a un inmueble en Dallas, donde estos días pueden alcanzar los 200. Los sistemas inteligentes, basados en sensors y datos, permiten ajustar la frecuencia y tipo de mantenimiento al uso efectivo, optimizando costes y recursos de manera tangible. La integración de estos sistemas también responde a una demanda creciente por parte de los clientes de compañías de gestión integrada de instalaciones, como CBRE. El factor más importante para ellos continúa siendo la optimización de costos, pero ahora combinada con un enfoque en la eficiencia energética y el cumplimiento normativo. La remitente de estos servicios percibe que el valor añadido reside en poder ofrecer un servicio que prevenga fallos antes de que ocurran, prolongue la vida útil de los activos y mejore la experiencia de los ocupantes del edificio.
Más allá de la eficiencia y ahorro, la implementación de tecnologías inteligentes incrementa la sostenibilidad ambiental del sector inmobiliario. La reducción del consumo energético mediante un uso más efectivo y adaptado de sistemas HVAC, la disminución de residuos por mantenimiento correctivo y la posibilidad de medir y controlar emisiones contribuye significativamente a objetivos globales de reducción del impacto ambiental. Para los gestores de infraestructuras, la nueva tecnología representa también un cambio cultural. La formación, la adaptabilidad y el compromiso con herramientas digitales son requisito indispensable para maximizar el potencial del edificio inteligente. Aunque la tecnología es un aliado, la intervención humana sigue siendo crucial para interpretar los datos y tomar decisiones acertadas basadas en conocimiento profundo.
En conclusión, la realidad planteada por CBRE y reflejada en las palabras de Tim Schipper invita a considerar los datos de edificios inteligentes como un recurso estratégico. La calidad y precisión de estos datos son el combustible que impulsa la innovación en la gestión de instalaciones, con impactos positivos en la optimización de costes, la seguridad laboral, la sostenibilidad y la experiencia del usuario. En un mundo donde la competitividad y la exigencia por entornos saludables y eficientes crecen constantemente, adoptar esta visión es esencial para cualquier organización que gestione espacio físico inteligente y moderno.