En septiembre de 2021, El Salvador se convirtió en el primer país del mundo en adoptar Bitcoin como moneda de curso legal. Esta decisión, impulsada por el presidente Nayib Bukele, generó expectativas y controversias tanto a nivel nacional como internacional. Sin embargo, a medida que avanzó el tiempo, cada vez más analistas comenzaron a cuestionar la viabilidad de este experimento y, en última instancia, su pertinencia. En este artículo, exploraremos las razones por las cuales el experimento del Bitcoin en El Salvador tuvo que terminar y las lecciones que se pueden extraer de dicha experiencia. La propuesta de Bukele se basaba en varios argumentos.
Se esperaba que la adopción de Bitcoin facilitara las remesas, que son una fuente importante de ingresos en el país, ya que millones de salvadoreños viven en el extranjero y envían dinero a sus hogares. Además, Bukele argumentó que el uso de Bitcoin ayudaría a los ciudadanos no bancarizados a acceder a servicios financieros. Sin embargo, a medida que se desarrolló el uso del Bitcoin, surgieron varios problemas que comenzaron a minar la confianza en esta criptomoneda. Una de las principales razones del fracaso del experimento fue la alta volatilidad del Bitcoin. En un momento, el precio de Bitcoin alcanzó un pico de más de 60,000 dólares, pero luego cayó drásticamente, lo que causó angustia entre los ciudadanos que habían invertido su dinero en esta criptomoneda.
Muchos salvadoreños que habían apostado por Bitcoin como una reserva de valor se encontraron con pérdidas significativas. Esta inestabilidad generó una pérdida de confianza en el sistema y llevó a la población a cuestionar la decisión de Bukele. Por otro lado, la implementación de la infraestructura necesaria para que el Bitcoin funcionara adecuadamente en El Salvador también encontró obstáculos. Si bien el gobierno había planeado establecer quioscos y puntos de intercambio para facilitar el uso de criptomonedas, muchos pueblos y áreas rurales carecían del acceso a internet y las tecnologías necesarias. La promesa de incluir a los no bancarizados no se cumplió, ya que muchos ciudadanos no contaban con el conocimiento técnico para utilizar la billetera digital del gobierno, Chivo Wallet, lo que limitó la adopción.
Adicionalmente, el gasto público relacionado con la promoción del Bitcoin y la adquisición de esta criptomoneda también generó críticas. El gobierno salvadoreño invirtió millones de dólares en la compra de Bitcoin y en la promoción de su uso, argumentos que muchos consideraron como mal manejo de los recursos públicos. En un país como El Salvador, donde la pobreza y la violencia han sido problemas persistentes, muchos ciudadanos sentían que esos fondos deberían haberse destinado a mejorar las condiciones de vida en lugar de jugar en un mercado tan arriesgado. La creciente oposición a la política de Bukele también tuvo un papel crucial. A medida que los problemas se hicieron evidentes, la población comenzó a organizar protestas.
Los economistas criticaron la decisión, afirmando que la adopción de Bitcoin podría conducir a una crisis económica. Las tensiones sociales aumentaron, y las voces de los ciudadanos que se oponían a la implementación del Bitcoin crecieron. El hecho de que el gobierno no escuchara estas preocupaciones contribuyó a un ambiente de descontento. A pesar de las críticas, Bukele continuó defendiendo su visión. Sin embargo, los problemas económicos que enfrentó el país -como la inflación y el aumento del costo de vida- exacerbados por la crisis de salud pública del COVID-19, llevaron a la población a exigir soluciones más tangibles en lugar de experimentar con criptomonedas.
En un giro inesperado, a mediados de 2023, el gobierno de El Salvador anunció que volvería a la estabilidad del dólar estadounidense y desvincularía el Bitcoin como moneda de curso legal. Esta decisión fue recibida con alivio por muchos, aunque también generó preguntas sobre el futuro de las inversiones en criptomonedas en el país. La historia del Bitcoin en El Salvador planteó interrogantes sobre la planificación y la implementación de políticas económicas no convencionales. En retrospectiva, la experiencia de El Salvador con el Bitcoin ofrece varias lecciones valiosas. Primero, resalta la importancia de la educación financiera adecuada antes de implementar innovaciones en el sistema monetario.
Asegurar que la población entienda y pueda utilizar nuevas tecnologías es esencial para su adopción exitosa. Segundo, se evidencia la necesidad de una infraestructura sólida y accesible que permita a todos los ciudadanos beneficiarse de tales reformas. Sin acceso a internet y a los dispositivos necesarios, la inclusión financiera se convierte en un desafío casi imposible. Por último, el caso de El Salvador subraya la importancia de la estabilidad y la confianza en la economía. Antes de implementar cambios radicales, es crucial que los líderes evalúen el contexto económico del país y escuchen las preocupaciones de sus ciudadanos.
La implementación de políticas sin el apoyo de la población puede resultar en una pérdida de confianza y, en última instancia, en un fracaso. A medida que El Salvador se aleja del experimentado camino del Bitcoin, queda el legado de una lección valiosa sobre la importancia de la estabilidad económica, la educación y la inclusión financiera. Sin duda, esta experiencia servirá como un caso de estudio para otros países que contemplan alternativas a sus sistemas monetarios convencionales.