En el mundo actual, donde la eficiencia y la productividad son prioritarias, el arte de tomar notas ha sido objeto de numerosos debates y enfoques. Sin embargo, las ideas del fundador de OpenAI, Sam Altman, sobre el tema han captado la atención de muchos, invitando a reflexionar sobre cómo nosotros, como individuos y profesionales, recolectamos y procesamos información. En una reciente entrevista, Altman compartió sus métodos de toma de notas, desafiando las normas convencionales y sugiriendo que quizás muchos de nosotros estamos haciendo esto de la manera equivocada. Para empezar, Altman enfatiza una clave fundamental en su enfoque: la simplicidad. En lugar de optar por elegantes y sofisticados cuadernos de marca, él aboga por el uso de cuadernos de espiral.
Estos cuadernos, a menudo subestimados, ofrecen ciertas ventajas que se alinean con el estilo práctico de trabajo de Altman. “Hay tantos cuadernos elegantes en el mundo, pero realmente no los necesitas”, dice. “Lo que necesitas es un cuaderno que se pueda abrir completamente y del que puedas arrancar hojas fácilmente”. Este enfoque puede parecer trivial, pero para alguien que lidera una de las empresas tecnológicas más influyentes del mundo, la forma en que toma notas podría sonar reveladora. Altman señala que su técnica implica tomar muchas notas, luego arrancar páginas con información relevante y, al final, hacer un proceso de eliminación que le permite centrarse en lo importante.
El acto de arrugar papeles para desecharlos podría parecer una anécdota divertida, pero en el contexto de la productividad, representa una filosofía de trabajo que prioriza el enfoque y la acción sobre la acumulación. La mayoría de nosotros hemos sido educados en la idea de que tomar notas es un proceso académico. Pasamos horas en la escuela y en la universidad aprendiendo a llenar cuadernos con información que, en muchos casos, se vuelve irrelevante tras su examen. En ese sentido, los cuadernos suelen actuar como archivos físicos de nuestro conocimiento; sin embargo, Altman sugiere que para él, la toma de notas no es una forma de archivar información, sino más bien una herramienta para catalogar tareas y acciones inmediatas. Esto plantea una pregunta interesante sobre la naturaleza de nuestras notas y cómo las utilizamos.
Los que toman notas para recordar conceptos e ideas tienden a buscar el contexto y el significado. Un cuaderno elegante puede parecer un símbolo de estatus o creatividad, pero puede que se convierta en una trampa de acumulación, donde las notas se quedan en papel y no se traducen en acciones. Por el contrario, el enfoque de Altman, que se centra en la funcionalidad, podría resonar más con quienes tienen agendas ocupadas y necesitan una forma rápida y práctica de mantener sus pensamientos organizados. Un aspecto notable de la filosofía de Altman es la libertad que ofrece tomar decisiones sobre la información acumulada. Arreglar y deshacerse de notas que ya no se consideran relevantes es un acto de curaduría personal que permite a cualquier persona reorganizar sus pensamientos y centrarse en lo que realmente importa.
Este es un movimiento audaz hacia la descongestión mental, en un mundo donde la sobrecarga de información es la norma. La conversación sobre la toma de notas puede llevarnos más allá del simple papel y la pluma; se convierte en una reflexión sobre cómo priorizamos y gestionamos nuestra información en un mundo digital. Para quienes están acostumbrados a utilizar aplicaciones y dispositivos que prometen eficiencia, la idea de regresar a una forma más primitiva de toma de notas puede resultar desconcertante. Pero Altman aboga por lo contrario: lo simple puede ser más efectivo. Para él, el contacto físico y la capacidad de manipular el material que estás usando puede potenciar la creatividad y la claridad mental.
Además, este enfoque pragmático al acto de tomar notas puede trasladarse a otros aspectos de la vida laboral y personal. Cuando abordamos proyectos o metas, ¿cuántas veces permitimos que la perfección nos detenga? La idea de crumplear una hoja y tirarla al suelo es una forma de liberación. Representa la capacidad de dejar ir lo que no sirve y seguir adelante sin la carga de lo innecesario. En el transcurso de su carrera, Altman ha ocupado roles que requieren una capacidad perfeccionista y, sin embargo, ha encontrado un método que le sirve de contrapunto a esa visión. Esto refleja una tendencia en el espacio laboral moderno de buscar formas de optimizar la productividad, un aspecto que se volverá crucial a medida que la tecnología continúe evolucionando y redefiniendo nuestras interacciones cotidianas.
La experiencia de Altman es, de alguna manera, un recordatorio de que quienes trabajan en tecnología también pueden (y deben) abrazar un enfoque humano y tangible hacia sus tareas. No se trata solo de ser rápidos y eficientes; se trata de ser intencionales con nuestra atención y propósito. Cada hoja que se arruga y se lanza al suelo es un paso hacia una mejor organización mental y un enfoque renovado. En un contexto más amplio, la perspectiva de Altman también puede ser vista como un llamado a la acción para las empresas y equipos. A menudo, se asume que el uso de tecnología avanzada, aplicaciones y sistemas complejos es la solución para mejorar la organización personal.
Sin embargo, sugiere que en muchas ocasiones, la solución podría ser mucho más simple y accesible, y se basa en las herramientas que ya tenemos a nuestra disposición. El impacto de estas ideas es considerable. En un mundo donde el estrés y la ansiedad a menudo provienen de la necesidad de hacer más en menos tiempo, un acercamiento práctico a la toma de notas puede ofrecer una forma de liberar nuestra mente de tareas innecesarias. La clave es en la simplificación, la eliminación de lo que ya no nos es útil y el compromiso con lo que realmente importe. Finalmente, la reflexión que nos propone Sam Altman sobre la toma de notas no es solo un consejo práctico; es una invitación a repensar la forma en que interactuamos con la información en nuestras vidas diarias.
El acto de escribir puede variar según la persona, pero la esencia de lo que hacemos con esas notas es universal: queremos recordar, actuar y ser efectivos en lo que hacemos. Tal vez, lo que realmente necesitamos no son cuadernos de lujo, sino herramientas que se alineen con nuestra método y nuestras aspiraciones. La próxima vez que tomes notas, considera la posibilidad de arrugar unas cuantas hojas y tirarlas al suelo. A veces, la libertad proviene de dejar ir lo innecesario.