Título: ¿Cómo manejar a un niño que grita a bordo? Consejos desde el corazón de los auxiliares de vuelo Viajar en avión puede ser una experiencia mágica, llena de expectativa y aventura. Sin embargo, para muchos pasajeros, un factor disruptivo puede convertir un vuelo placentero en un verdadero desafío: los niños que gritan. Si bien los gritos de los pequeños pueden ser comprensibles y, a menudo, inevitables, existe una serie de estrategias recomendadas por auxiliares de vuelo que pueden ayudar a transformar la experiencia tanto para los padres como para los demás pasajeros. Los asistentes de vuelo están entrenados para manejar todo tipo de situaciones en los cielos, desde emergencias hasta conflictos entre pasajeros. Pero uno de los retos más comunes que enfrentan son los niños que, por diversas razones, no pueden controlar su llanto o gritar durante un vuelo.
Según un artículo de Business Insider, los auxiliares de vuelo comparten consejos valiosos que pueden ser útiles para aquellos que se encuentran en esta situación. Una de las recomendaciones más destacadas es intentar entender la razón del llanto. Los niños pueden gritar por hambre, cansancio, o simplemente porque están abrumados por el nuevo entorno. Es importante que los padres evalúen rápidamente la situación y busquen satisfacer las necesidades básicas de sus hijos. Ofrecer un bocado o un juguete favorito puede ser el primer paso para calmarlos.
En muchos casos, un simple bocadillo o un objeto familiar puede ayudar a distraer al niño y llevarlo al camino de la tranquilidad. Otra técnica que los auxiliares de vuelo sugieren es la distracción. Llevar juguetes, libros o tablets con juegos y películas puede ser una salvación durante un vuelo prolongado. Aunque la idea de limitar el tiempo frente a la pantalla es común, en un avión puede ser justificable utilizar estos dispositivos para mantener a los niños ocupados. Además, cantar canciones o contar historias también puede ser efectivo.
La interacción familiar durante el vuelo no solo puede calmar al niño, sino que también puede crear un ambiente más ameno para los demás pasajeros. No obstante, las aerolíneas también han tomado medidas para hacer que los vuelos sean más amigables para las familias. Muchas de ellas ofrecen servicios específicos, como embarque prioritario para familias o zonas reservadas en el avión donde los padres pueden estar cerca de otros viajeros con niños pequeños. Esto no solo ayuda a los padres a sentirse más cómodos, sino que también permite que otros pasajeros se preparen para la posibilidad de un poco de ruido. En caso de que los gritos persistan y se conviertan en un reto mayor, algunas aerolíneas han creado programas de entrenamiento para sus auxiliares de vuelo.
Estos programas se centran en cómo intervenir de manera efectiva y amable. A veces, una simple palmadita en la espalda del padre que intenta calmar a su hijo puede hacer maravillas. La empatía es crucial; los asistentes de vuelo son conscientes de que los padres ya están estresados. Por lo tanto, ofrecer un poco de apoyo y comprensión puede ser todo lo que se necesita para manejar la situación. Los auxiliares también señalan la importancia de tener una comunicación abierta con los demás pasajeros.
Si un niño está gritando, no es raro que las miradas de desaprobación comiencen a cruzar el pasillo del avión. Sin embargo, los auxiliares de vuelo pueden ayudar a calmar las aguas explicando brevemente la situación a los demás. Un mensaje rápido, diciendo algo como "Entendemos que el niño está incómodo, estamos trabajando para ayudarles" puede disminuir las frustraciones. La mayoría de la gente es comprensiva si sabe que hay un esfuerzo detrás para manejar la situación. Algunos pasajeros también comparten sus propios consejos y experiencias, sugiriendo que, en lugar de juzgar, deberían intentar ofrecer apoyo.
Una mirada comprensiva o incluso una sonrisa puede ser suficiente para aliviar la presión que sienten los padres que tienen un niño gritando. La comunidad a bordo puede ser un recurso valioso en estos momentos. Además, entender cómo los cambios de presión en el aire pueden afectar a los niños es crucial. Los despegues y aterrizajes son momentos conocidos por provocar incomodidad en los oídos de los más pequeños. Los auxiliares de vuelo sugieren que los padres les den algo para masticar o chupar durante estos momentos, ya que esto puede ayudar a aliviar la presión y, a su vez, puede prevenir el llanto.
Es esencial para los padres prepararse adecuadamente antes de un vuelo. Empacar una mochila de emergencia que incluya snacks, actividades adecuadas para la edad y elementos que puedan ayudar a calmar a su hijo es fundamental. Además, hablar con los niños acerca de lo que pueden esperar durante el vuelo puede ayudar a establecer un sentido de seguridad y reducir la ansiedad. Por último, no hay que olvidar que todos estamos humanos. La paternidad en público puede ser un ejercicio de presión, especialmente en un espacio tan cerrado como un avión.
La mayoría de las veces, los padres están haciendo lo mejor que pueden, y la comprensión mutua es vital para que todos tengan una experiencia más llevadera. En conclusión, viajar en avión no tiene que ser un evento angustioso, ni para los padres ni para aquellos que están alrededor. Con un poco de preparación, empatía y apoyo, incluso los tiempos difíciles pueden transformarse en momentos compartidos de alegría. Todos en el avión, desde los padres hasta los auxiliares de vuelo y los otros pasajeros, juegan un papel en crear un ambiente positivo. Al final, la tolerancia y el entendimiento son las claves para que los vuelos sean cómodos para todos, independientemente de la edad.
Así que, la próxima vez que un niño grite a bordo, quizás sea buena idea recordar que, bajo toda esa angustia, hay un pequeño viajero navegando sus propias tormentas.