En un mundo donde la desigualdad económica es cada vez más evidente, la manera en que los ricos manejan su dinero y evitan los impuestos ha captado la atención de muchos. Scott Galloway, reconocido académico, empresario y comentarista de negocios, ha arrojado luz sobre una estrategia adoptada por la élite adinerada para minimizar su carga fiscal: “Invertir, pedir prestado en contra de ello y morir”. Galloway, en su análisis, indaga en una fórmula que muchos multimillonarios siguen casi a la perfección. La creación de riqueza no solo se trata de ganar dinero, sino de cómo se gestiona y se protege. Esta manera de operar implica tres etapas: la inversión, el préstamo y, en última instancia, el fallecimiento, donde las ventajas fiscales se cristalizan.
Este ciclo se convierte en una estrategia fiscal que permite a los ricos mantener su riqueza y evitar los impuestos sobre ganancias de capital a largo plazo, que son aplicables a las inversiones que se venden con ganancias. La inversión es el primer paso. Aquellos con riqueza significativa suelen destinar una parte considerable de su capital a activos que generalmente aprecian en valor, como bienes raíces, acciones y otros vehículos de inversión. A medida que sus inversiones generan rendimientos, la cantidad de riqueza que poseen continúa creciendo. Sin embargo, si deciden vender esos activos para obtener ganancias, se verán obligados a pagar impuestos significativos sobre esos ingresos.
Aquí es donde entra en juego el segundo paso: tomar un préstamo. En lugar de liquidar sus inversiones, los ricos optan por pedir prestado en contra de los activos que poseen. Este mecanismo permite acceder a dinero en efectivo sin la necesidad de vender la inversión y, por tanto, sin desencadenar una factura fiscal. Al pedir prestado, los individuos pueden satisfacer sus necesidades financieras, mantener su inversión intacta y, lo más importante, evitar el golpe de impuestos sobre ganancias de capital. Esto se convierte en una estrategia no solo para obtener liquidez, sino también para proteger su patrimonio.
Muchos podrían preguntarse cómo es posible mantener esta estrategia a lo largo del tiempo. La respuesta radica en el hecho de que el dinero que se pide prestado no se considera ingresos, lo que significa que no está sujeto a impuestos. Así, los ricos pueden financiar lujos, reinvertir en nuevas oportunidades o mantener su estilo de vida sin perder una parte sustancial de su riqueza en impuestos. Además, las tasas de interés de estos préstamos a menudo son mucho más bajas que la tasa impositiva sobre las ganancias de capital, lo que hace que la estrategia sea aún más atractiva. No obstante, la estrategia no termina ahí.
Galloway señala que el toque final a esta fórmula se produce con el fallecimiento de la persona. Cuando un individuo rico fallece, sus activos pasan a sus herederos. En muchos países, se aplica un principio conocido como “step-up en la base”, que significa que el valor de los activos se reajusta a su valor de mercado actual en el momento de la muerte. Esto implica que los herederos pueden vender los activos sin incurrir en impuestos sobre las ganancias de capital que se habrían acumulado durante la vida del propietario original. Esta transición permite a los herederos beneficiarse de la riqueza acumulada sin enfrentar las onerosas cargas fiscales que afectarían a un inversionista menos afortunado.
La explicación de Galloway ha resonado en un público más amplio, especialmente en tiempos de creciente conversación sobre la justicia fiscal y la necesidad de reformar las políticas impositivas. La estrategia de “invertir, pedir prestado y morir” ha sido criticada por muchos, quienes argumentan que perpetúa un sistema en el que los más ricos pueden seguir aumentando su riqueza y evadir su responsabilidad fiscal a expensas del resto de la sociedad. Esto, a su vez, ha alimentado el sentimiento anti-élite y la demanda de reformas que busquen una mayor equidad en la tributación. Las críticas se amplían cuando se considera que, mientras los ricos pueden navegar con éxito por estas complejidades fiscales, muchos ciudadanos promedio enfrentan un impacto desproporcionado al vender activos como su vivienda o pequeñas inversiones. Al no contar con los recursos o el conocimiento para implementar estrategias similares, se ven obligados a enfrentar y pagar impuestos potencialmente devastadores.
En respuesta a las preocupaciones sobre la equidad fiscal, han surgido propuestas para reformar el sistema impositivo. Algunos legisladores han sugerido aumentar las tasas impositivas sobre las ganancias de capital o introducir nuevos gravámenes específicamente dirigidos a la riqueza acumulada. Sin embargo, estas propuestas a menudo encuentran resistencia por parte de aquellos que argumentan que los impuestos más altos desincentivan la inversión y el crecimiento económico. A medida que más personas se familiarizan con las tácticas utilizadas por los ricos, la presión sobre los gobiernos para abordar este tipo de elusión impositiva podría intensificarse. La cuestión de cómo lograr un sistema impositivo justo que no castigue la inversión ni frustre la acumulación de capital es un desafío que muchos enfrentan actualmente.
La cuestión se complica aún más con el auge de la tecnología y las nuevas formas de inversión. Con la popularidad de las criptomonedas y otros activos emergentes, las reglas que rigen la tributación de estas inversiones aún están en evolución. Los ricos, que a menudo tienen acceso a los mejores asesores financieros y legales, pueden beneficiarse de lagunas en la legislación que permiten eludir aún más impuestos. Las implicaciones de esto no solo afectan su patrimonio, sino también el tejido económico de la sociedad en su conjunto. En conclusión, la fórmula de Galloway —“invertir, pedir prestado y morir”— representa una estrategia sofisticada que ha sido perfeccionada por los más adinerados.
A medida que la discusión sobre la equidad fiscal continúa, es crucial que se considere cómo estas prácticas afectan a la economía en general, y cómo las políticas pueden evolucionar para abordar las desigualdades inherentes al sistema actual. La riqueza puede otorgar muchos beneficios, pero la responsabilidad de contribuir a la sociedad debe ser una parte integral de la conversación sobre la economía moderna.