La seguridad nacional y la defensa de los Estados Unidos están en un momento crucial de evolución y cambio significativo. La transformación del Ejército de EE. UU. y las reformas en los sistemas de adquisición representan un esfuerzo estratégico para fortalecer las capacidades militares y garantizar la superioridad tecnológica en un entorno geopolítico cada vez más complejo. Estas reformas están diseñadas para optimizar la estructura del Ejército, mejorar la eficiencia de la adquisición de tecnología y equipo, y preparar a las fuerzas para enfrentar amenazas contemporáneas y futuras, especialmente en zonas con alta tensión estratégica como la región Indo-Pacífico.
El Secretario del Ejército ha subrayado que la principal responsabilidad es mantener y aumentar la letalidad del ejército y proteger la nación y su población. La premisa fundamental es lograr la paz a través de la fuerza, posicionando al Ejército en una postura defensiva y disuasoria sólida frente a potencias competidoras, con especial atención a China y su creciente influencia militar y estratégica. Para alcanzar estos objetivos, el Ejército debe enfocarse en crear una fuerza más ágil, eficiente y tecnológicamente avanzada. Parte esencial de esta transformación implica la eliminación de programas y estructuras obsoletas, redundantes e ineficientes. Además, es vital reestructurar tanto la jerarquía como los procesos de adquisición para adaptarlos a las necesidades actuales y futuras de la defensa.
La modernización del Ejército también implica una fuerte prioridad en la inversión en tecnologías clave. Entre estas destacan los sistemas de largo alcance para precisión en ataques, la defensa aérea y de misiles, y capacidades avanzadas en ciberseguridad, guerra electrónica y operaciones espaciales. Por ejemplo, el proyecto Golden Dome busca fortalecer la defensa aérea y de misiles en territorio nacional, brindando una capa crítica de protección contra amenazas modernas. Otra área de enfoque es la aceleración en la entrega de capacidades bélicas esenciales. Se espera la implementación de misiles capaces de atacar objetivos en movimiento tanto terrestres como marítimos para el año 2027, una mejora sustancial en el poder ofensivo y defensivo del Ejército.
Asimismo, lograr dominio electromagnético y en el dominio aéreo-litoral para la misma fecha es un objetivo clave, ya que estas capacidades permiten la superioridad táctica y estratégica en entornos donde la tecnología y la información dominan el campo de batalla. La adopción y despliegue de sistemas no tripulados son también una prioridad. El Ejército planea integrar sistemas aéreos y terrestres no tripulados en todas sus divisiones para finales de 2026, lo que refleja una tendencia hacia operaciones más automatizadas y apoyadas en inteligencia artificial y autonomía. Estos sistemas no solo aumentan la efectividad en el combate sino que también reducen riesgos para el personal militar. El combate contra amenazas emergentes como las plataformas aéreas no tripuladas (UAS) es fundamental.
Está en marcha el desarrollo de capacidades contra UAS que sean móviles y asequibles, integrándose directamente en unidades de maniobra para 2026, y en compañías para 2027. Estas iniciativas responden a un aumento en el uso de drones en conflictos modernos, donde actores estatales y no estatales emplean estas tecnologías para fines ofensivos y de espionaje. La reforma en el proceso de adquisición busca modernizar contratos, eliminar desperdicios y resistencias burocráticas que ralentizan el desarrollo y despliegue de tecnología militar. Se reconoce que la competencia y la innovación externa, incluyendo empresas privadas y startups tecnológicas, deben ser integradas y fomentadas para mantener la ventaja competitiva del Ejército de EE. UU.
También es esencial la restauración del ethos y la cultura de combate en el Ejército, asegurando que cada soldado no solo cuente con la mejor tecnología, sino que esté entrenado, resiliente y comprometido con la misión y los valores fundamentales. El liderazgo militar enfatiza la importancia de la preparación física y mental, reforzando la moral y la cohesión interna, factores clave para el éxito en el campo de batalla. En resumen, la transformación del Ejército y la reforma en la adquisición de defensa representan un esfuerzo multidimensional para adecuar las fuerzas armadas a las demandas de un entorno global cambiante y cada vez más desafiante. La combinación de modernización tecnológica, optimización de la estructura y procesos, y el fortalecimiento del capital humano busca garantizar que el Ejército de los Estados Unidos no solo responda a las amenazas actuales sino que también esté mejor preparado para los conflictos futuros, manteniendo su posición como una fuerza de disuasión global efectiva y una herramienta decisiva para la seguridad nacional.