En el marco de las próximas elecciones, específicamente la contienda para el Senado en Ohio, los gigantes de las criptomonedas se han convertido en actores clave que podrían cambiar el rumbo de la política estadounidense. La posibilidad de que los multimillonarios del sector cripto logren voltear la balanza a favor del Partido Republicano ha generado una creciente preocupación entre los demócratas, especialmente en torno a la figura del senador Sherrod Brown, un firme crítico de la industria. Sherrod Brown, un demócrata que ha resistido el avance del conservadurismo en Ohio en las últimas elecciones, enfrenta una dura batalla contra su adversario, el vendedor de automóviles Bernie Moreno. Murmullos de una posible derrota se intensifican mientras fluyen millones de dólares de super PACs respaldados por la industria cripto para impulsar a Moreno y atacar a Brown por su postura restrictiva hacia las criptomonedas. Desde la caída estrepitosa de FTX y el escándalo que rodeó a su fundador, Sam Bankman-Fried, la industria cripto ha buscado desesperadamente recuperar su influencia en el ámbito político.
Millones se están invirtiendo en campañas a lo largo y ancho del país con la esperanza de desmantelar la crítica férrea que han enfrentado por parte de legisladores como Brown, quien ha denunciado que las criptomonedas y los mercados de activos digitales son simplemente una extensión de un sistema financiero defectuoso. La intervención del sector cripto en la política no es un fenómeno nuevo. Sin embargo, las elecciones de este año han visto un aumento sorprendente en las contribuciones políticas de esta industria, que hasta agosto de este año representa casi la mitad de todas las donaciones corporativas. Un destacado super PAC, Fairshake, ha recaudado más de 200 millones de dólares, de los cuales una porción significativa se está utilizando para campañas publicitarias en Ohio, donde las críticas a Brown han sido intensas y coordinadas. La estrategia detrás de estas contribuciones parece estar enfocada en un objetivo claro: cambiar la legislación a favor de las criptomonedas.
Uno de los principales intereses del sector es el proyecto de ley conocido como FIT 21, que pretende reclasificar muchos activos cripto como materias primas en lugar de valores. Esta transformación tendría profundas implicaciones en la regulación y supervisión de la industria, pues pasaría de estar bajo la mirada rígida de la Comisión de Valores y Bolsa (SEC) a ser regulada por la Comisión de Comercio de Futuros de Materias Primas (CFTC), un organismo que históricamente ha tenido reglas menos estrictas. Los líderes de la industria cripto argumentan que las normas actuales son perjudiciales para la innovación y el desarrollo del sector. Brian Armstrong, CEO de Coinbase, ha sido un defensor vocal de obtener una "claridad regulatoria" que, según él, es crucial para la supervivencia del ecosistema cripto. En su visión, las figuras políticas deben escuchar a los votantes cripto y reconsiderar su retórica y acciones en este campo.
Sin embargo, los críticos advierten que la intención detrás de estas reformas no es una mejora genuina de la regulación, sino más bien un intento desesperado de desmantelar cualquier vigilancia gubernamental que podría exponer las vulnerabilidades y fraudes en la industria. Dennis Kelleher, CEO de Better Markets, es uno de los más acérrimos opositores de este movimiento, afirmando que la verdadera motivación de los multimillonarios del cripto es garantizar su libertad para operar, incluso a expensas de la protección de los consumidores. De hecho, el riesgo existente en el sector se ha evidenciado en múltiples ocasiones, incluido el colapso de la criptomoneda TerraUSD, que prometía estabilidad pero resultó en pérdidas devastadoras para sus inversores. Este tipo de incidentes ha alimentado la desconfianza hacia las criptomonedas y subrayado la necesidad de un marco regulatorio robusto que proteja a los consumidores en un espacio que a menudo se describe como el salvaje oeste financiero. La influencia del dinero en la política estadounidense es innegable.
A medida que las elecciones se acercan, los multimillonarios cripto continúan apilando contribuciones en un esfuerzo por convertirse en los jugadores decisivos que determinarán quién controla el Senado. Su objetivo es claro: ganar terreno político y asegurar que aquellos que se oponen a su modelo de negocio sean eliminados de una vez por todas. Esta maniobra no solo tiene el potencial de alterar el equilibrio de poder en el Senado, sino que también podría debilitar las protecciones regulatorias existentes y abrir las puertas a prácticas financieras poco éticas. En la cara de todo esto, muchos demócratas y defensores de la reforma financiera están elevando su voz para alertar sobre las consecuencias de una posible victoria del sector cripto en este contexto político. Argumentan que si los multimillonarios del cripto logran derrocar a Brown, el impacto será profundo y generalizado.