La evolución de la moneda digital ha comenzado a tomar un impulso significativo a nivel mundial, y el Banco de Inglaterra (BoE) no se queda atrás en esta transformación. Recientemente, la entidad británica ha anunciado su intención de avanzar en el desarrollo de su propia moneda digital, conocido como el "pound digital". Esta iniciativa no solo refleja un cambio en la forma en que se manejan las transacciones financieras, sino que también plantea preguntas sobre la supervisión, la privacidad y la adopción de nuevas tecnologías monetarias. El Banco de Inglaterra ha confirmado que ha entrado en la fase de diseño de su proyecto de moneda digital. Durante esta etapa, se evaluarán tanto las condiciones técnicas como las políticas necesarias para poner en marcha el pound digital.
Este proceso podría durar hasta tres años, tiempo durante el cual el boE planea realizar pruebas en el mundo real para entender mejor cómo funcionaría la moneda en la vida cotidiana de los ciudadanos. Los resultados de estas pruebas serán críticos para decidir si el proyecto se trasladará a la siguiente fase, la de construcción. Una de las preocupaciones más importantes que han surgido con el desarrollo de monedas digitales por parte de los bancos centrales (CBDCs, por sus siglas en inglés) es la potencial supervisión y control sobre las transacciones de los ciudadanos. En respuesta a estas inquietudes, el BoE ha asegurado que ni el banco ni el gobierno tendrán la capacidad de monitorear las transacciones realizadas con el pound digital, y han enfatizado que la privacidad de los usuarios estará protegida bajo las leyes de protección de datos existentes. Además, han descartado la idea de que se puedan implementar restricciones en el uso de la moneda, lo que permitiría a los ciudadanos disfrutar de una mayor libertad en sus transacciones financieras.
Sin embargo, a nivel global, la adopción de las CBDCs sigue siendo un tema polémico. Según un informe del Atlantic Council, actualmente, 66 países están trabajando en proyectos piloto o en el desarrollo de sus propias monedas digitales, todos enfrentándose a una serie de desafíos relacionados con la aceptación pública y las preocupaciones sobre la privacidad. A pesar de la presión para modernizar las economías y los sistemas de pago, las encuestas revelan una notable desconfianza entre los ciudadanos. Una reciente encuesta del CFA Institute muestra que el 58% de los encuestados se opone o es escéptico ante la introducción de monedas digitales por parte de los bancos centrales. La situación en otros países también enfatiza esta falta de confianza.
Por ejemplo, en Nigeria, donde se implementó el e-Naira, la moneda digital del país, solo 80 comerciantes han adoptado activamente la plataforma, a pesar de que la población supera los 220 millones de personas. Esta baja adopción resalta las dificultades que enfrentan las CBDCs en el ámbito de la aceptación pública y el uso real entre los ciudadanos. La defensa de las CBDCs frecuentemente se basa en la promesa de beneficios como la inclusión financiera y la modernización de las transacciones digitales. Sin embargo, muchos expertos en economía, como el profesor Kevin Dowd de la Universidad de Durham, han analizado proyectos de CBDC en diferentes países y han encontrado que, hasta el momento, no ofrecen ventajas significativas sobre los métodos de pago existentes. Dowd califica estas iniciativas como fracasos y critica la actitud de los promotores que abogan por su implementación sin pruebas claras de su eficacia.
En contraste con las monedas digitales respaldadas por bancos centrales, que a menudo se asocian con un mayor control y regulación, han surgido proyectos descentralizados que promueven la libertad del usuario. Un ejemplo de esto es el proyecto "Pepe Unchained", que busca empoderar a los usuarios para que asuman el control total de sus activos y transacciones. Este enfoque descentralizado se presenta como una alternativa a la tendencia creciente de supervisión que representan las CBDCs. Pepe Unchained está basado en la blockchain de Ethereum y ha creado su propia red de segunda capa, que combina las características de las memecoins con las ventajas de las soluciones de segunda capa para brindar transacciones más rápidas y económicas. El proyecto ha atraído un gran interés, recaudando más de 10 millones de dólares en su fase de preventa, y ofrece un programa de staking que permite a los inversores obtener altos rendimientos anuales.
Mientras el Banco de Inglaterra se adentra en la fase de diseño de su moneda digital, se enfrenta no solo a la tarea técnica de implementar esta nueva forma de dinero, sino también a la responsabilidad de generar confianza entre los ciudadanos. La privacidad y la supervisión son preocupaciones interrelacionadas que deben abordarse de manera clara y transparente. Las pruebas del pound digital en situaciones de la vida real serán fundamentales para establecer su viabilidad y aceptación. En un mundo que avanza rápidamente hacia la digitalización, el desafío se amplía más allá de la simple creación de una moneda digital. Implica construir un ecosistema que asegure a los usuarios que sus derechos y libertades están a salvo.