En el fascinante mundo de las inversiones, una nueva tendencia ha logrado captar la atención tanto de expertos como de inversores casuales: la posibilidad de invertir en empresas tecnológicas privadas de gran renombre. Recientemente, el lanzamiento de un fondo llamado Destiny Tech100 ha marcado un hito que ha permitido a los inversores no acreditados participar en el mundo exclusivo de compañías privadas, cuyos anteriores accesos estaban reservados para individuos de alto patrimonio neto y grandes instituciones. Sin embargo, la pregunta que muchos se hacen es: ¿es realmente una buena idea invertir en este tipo de vehículos financieros? El fondo Destiny Tech100, que reúne a 23 de las empresas privadas más destacadas, incluyendo nombres reconocidos como SpaceX y Stripe, comenzó a cotizar a finales de marzo del 2024. La oferta ha sido recibida con gran entusiasmo, generando ventas de más de 2 mil millones de dólares en sus primeras semanas. Este fenómeno ha puesto en evidencia la gran demanda existente por parte de inversores que desean diversificar sus carteras y aprovechar el potencial de empresas emergentes que, en el pasado, solo estaban al alcance de unos pocos.
Para muchos, la posibilidad de adquirir acciones en un fondo que invierte en estas empresas suena como una solución ideal para acercarse al mundo de las inversiones privadas. Históricamente, participar en rondas de financiamiento de empresas como las mencionadas requería un patrimonio neto de al menos un millón de dólares y conexiones con inversores institucionales. La democratización de estas inversiones es, sin duda, un avance significativo. Sin embargo, el hecho de que haya acceso no significa necesariamente que sea un buen negocio. Lo que no se puede pasar por alto es que, al igual que cualquier inversión, este tipo de fondos conllevan una serie de riesgos y desafíos.
Primero, el fondo Destiny Tech100 se ha estado comerciando a precios notablemente altos, alcanzando un incremento del 1,172% en su costo inicial en cuestión de semanas. Aunque esto demuestra un interés abrumador, también plantea una pregunta importante: ¿están los inversores pagando una prima excesiva por estas participaciones? En algunos casos, las acciones han llegado a ser comercializadas a un 942% por encima del valor de los activos subyacentes, un dato que debe preocupar a cualquier inversor que busque una valoración justa. Las inversiones en empresas privadas suelen ser más complejas que aquellas en mercados públicos. En el mundo de las empresas que cotizan en bolsa, la transparencia es un requisito; las compañías están obligadas a divulgar información financiera y operativa. En contraste, las empresas privadas no tienen esa obligación, lo que genera una falta de claridad que puede representar un riesgo significativo.
Para los inversores del fondo Destiny Tech100, esta falta de control sobre los activos subyacentes es un factor crucial a considerar. Aunque los gestores del fondo afirman que la valoración se realizará trimestralmente, resulta complicado valorar correctamente empresas de las que se tiene poco acceso a información de calidad. Otro aspecto relevante es el horizonte temporal de estas inversiones. Aunque se espera que algunas de las empresas del fondo, como SpaceX, opten por hacerse públicas en un futuro cercano, los retornos de las inversiones en startups y empresas emergentes a menudo requieren años de espera. Esto significa que el capital invertido podría estar atado por un periodo extenso, y los inversores deben estar preparados para una posible falta de liquidez hasta que se materialicen eventos de liquidez, como una oferta pública inicial (IPO).
Además, es crucial que los inversores actúen con cautela y una mente abierta. La reciente euforia en torno a empresas tecnológicas innovadoras no debe ser impulsada por una “fiebre del oro” que podría recordar a las burbujas del pasado, como la burbuja de las puntocom. Aunque hay ganadores en cada ciclo de inversión, la historia ha demostrado que muchos inversores pueden salir perdiendo. La realidad es que los entusiasmos desmedidos pueden llevar a decisiones de inversión impulsivas y arriesgadas. Por lo tanto, aunque la diversificación que ofrece el Destiny Tech100 puede ser atractiva—con 23 empresas de fuerte renombre—es fundamental que los inversores realicen un análisis exhaustivo del fondo y comprendan las implicaciones de su inversión.
La presión de “no perderse” este tipo de oportunidades puede ser un factor motivador, pero las inversiones deben ser consideradas con más objetividad. Algunas alternativas más seguras para aquellos interesados en empresas como OpenAI son las acciones de empresas que tienen participaciones significativas en estas startups. Por ejemplo, Microsoft posee una parte considerable de OpenAI y es una entidad que cotiza en bolsa, lo que permite a los inversores participar en el crecimiento de la inteligencia artificial sin los riesgos asociados a la inversión directa en empresas privadas. En definitiva, el panorama de las inversiones tiene mucho que ofrecer, pero no sin sus riesgos. La posibilidad de acceder a empresas tecnológicas de alto crecimiento a través de fondos como el Destiny Tech100 representa una oportunidad sin precedentes, pero también obliga a los inversores a ser más cautelosos y reflexivos.